CAPÍTULO 0
La escuela Hakai estaba situada en un enorme y descuidado solar vacío, delante del cual los peatones corrientes caminaban preocupados por no llegar tarde al trabajo. Era un edificio enorme de cinco plantas y estilo occidental, pero sólo las personas con poderes extrasensoriales, como él, eran capaz de verlo. Era el único requisito para ser admitido en la escuela.
Los padres de Suzumu decidieron matricularlo a la edad de 7 años, cuando descubrieron que el niño poseía el don de la telequinesis. Un día lo descubrieron jugando en el jardín de su casa moviendo sus juguetes de un lugar a otro con sólo mirarlos y extendiendo la palma de una mano hacia ellos.
- Suzumu, eres un niño especial -le decía a menudo su padre-. Puedes hacer cosas que los demás niños no pueden hacer. No muevas nada en la calle. Hazlo sólo en casa o en la escuela, pero nunca en la calle. Podrías tener problemas. Y no le muestres ni le expliques a nadie lo que puedes hacer.¿Lo has entendido?
- Sí papá -susurraba el niño dócilmente.
Todo iba bien en la escuela. Fueron pasando los cursos y Suzumu sacaba buenas notas y avanzaba en el dominio de sus poderes, además de aprender hechizos que le podrían ser útiles en su día a día. Una mañana, cuando cursaba tercero de primaria, presenció un linchamiento contra otro alumno en el vestíbulo de la escuela.
- ¿Tanto miedo tienes en la calle que osas usar tus poderes ahí fuera?
Era la voz de Yasuo Tomonari, un pandillero de cuarto que había sembrado el miedo entre los niños por andar siempre buscando pelea. Tomonari estaba acosando a otro niño respaldado por sus dos secuaces, como era habitual.
- ¿Acaso no sabes que no deberías hacerlo?
Haciendo uso de la telequinesis y de brazos cruzados, Tomonari agarró al otro chico por el cuello de la camisa del uniforme y empezó a propinarle varios puñetazos en la cara. Suzumu no pudo contener la rabia. Odiaba ese colegio. Odiaba sus poderes, y el hecho que tener que ocultarlos al mundo. La sociedad no entendía a las personas especiales como ellos, y para alumnos y profesores estaba mal visto usar los poderes en la calle.
- ¡Basta! -gritó -¡Déjale en paz!
Lleno de ira, Suzumu le lanzó varios hechizos de ataque a los que a Tomonari pillaron por sorpresa pero que pudo esquivar. En ese momento apareció una de las profesoras.
- ¡Katsuragi! - llamó la atención de Suzumu mientras bloqueaba su ataque- ¿Qué es lo que está pasando? ¡Katsuragi y Tomonari, vais a tener que darle explicaciones al señor Kandam!
La profesora los agarró del brazo para llevarlos al despacho del director.
- ¡Pero señorita, yo no he hecho nada, ha sido él! -gimoteó Tomonari.
- ¡Eso ya lo veremos! -le reprendió la profesora.
Suzumu y Tomonari volvieron a sus respectivas clases, no sin antes recibir una buena reprimenda por parte del director. Suzumu fue acusado de atacar contra Tomonari, y como castigo no le permitían salir al recreo durante tres días.
El pequeño se hallaba sentado solo en el aula de castigo, copiando repetidamente en una libreta una frase de arrepentimiento que la profesora le había dejado escrita en la pizarra.
De repente alguien llamó a la puerta y apareció el niño agredido.
- Hola- dijo serenamente.
Suzumu lo miró impasible.
- Hola.
- Se lo he contado todo al director. ¿Por qué lo hiciste? -preguntó el niño tímidamente.
Suzumu miró su libreta y jugueteaba con el bolígrafo.
- Porque es un imbécil. Siempre te está haciendo cosas.
- ¿Puedo sentarme a tu lado?
Suzumu lo miró a modo de respuesta, a pesar de que prefería estar solo, y el niño se sentó en el pupitre de su izquierda, separado por un pasillo.
- Tuve que salvar a un gato de ser atropellado y alguien de la escuela me vio. El gato saltó por los aires y fue a parar a la cabeza de una señora. Vale, la gente se escandalizó, pero pude salvar a ese gato. Los profesores siempre nos dicen que debemos usar los poderes para hacer el bien. ¿Acaso no lo hice? Quieren que los usemos a escondidas para no alterar el orden en la calle, o algo así dicen. A mí me da igual el orden cuando se trata de salvar una vida.
- Qué asco- dijo Suzumu con desdén y los labios contrariados- ¡Odio la magia! ¡Y odio éste colegio de hipócritas y odio tener poderes! Ojalá algún día dejara de existir la magia y pudiéramos ser niños normales. Mi padre me dijo una vez que si la magia no se usa bien, se te puede volver en tu contra y además puede ser muy peligrosa para los demás.
- No digas eso- le contradijo el otro niño-. La magia es un don maravilloso. De no haber sido por mis poderes no hubiese podido salvar a ese gato. Me llamo Akira Yamada.
Suzumu le miró con una media sonrisa. Le había caído bien aquel chaval.
- Suzumu Katsuragi.
Tras aquel encuentro, Suzumu se volvió también objeto de burla y víctima de Tomonari. Lo habían visto hablar con el chico rarito de la escuela, de modo que él también pasó a ser un chico rarito. Deseaba con todas sus fuerzas salir de aquella escuela que tanto odiaba, pero sus padres no le permitieron dejarlo hasta terminar la primaria. En la escuela podía acceder a estudios secundarios, pero él prefirió asistir a un instituto normal. Aquello fue un gran alivio para él, dado que ya podía relacionarse con compañeros normales.
Pero jamás pudo olvidar el daño que le habían hecho en primaria.
YOU ARE READING
Para ti
JugendliteraturRika y Kei son dos amigos que desde niños están comprometidos por sus padres. Así, ambos crecen concienciados de que algún día se casarán juntos. Pero llegada la adolescencia, los sentimientos afloran y ambos se cuestionan cuáles son sus verdaderos...