Capítulo 0- Parte 2

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Llegó la universidad y allí conoció a Sango. Sango era una chica sencilla, alegre y amable, de sonrisa tímida. Su larga cabellera ondulada atrajo a Suzumu desde el primer momento en que la vio entrando precipitadamente en el campus, subiendo a toda prisa las escaleras de la entrada del edificio principal, y tropezando. Tropezó y cayó de bruces al suelo, por lo que Suzumu corrió en su ayuda, inclinándose preocupado hacia ella.

- ¿Estás bien? -le preguntó.

La chica, avergonzada, no se atrevió a mirarle a la cara y se puso en pie a toda prisa ocultándose la cara con la melena.

- Sí, gracias- balbuceó tímidamente expulsándose la ropa- ¡Soy un desastre! En fin... ¡muchas gracias!

Sin esperar respuesta reanudó su marcha. Suzumu se la quedó mirando divertido, con una ligera sonrisa. Jamás la había visto antes. Tal vez porque aquel día llegó a la universidad más tarde de lo habitual.

Los días posteriores, Suzumu acudió a clases a aquella misma hora simplemente para verla. Y todas las mañanas presenciaba la misma escena: la chica caminaba apresurada hacia el edificio, subía las escaleras corriendo y ya no la volvía a ver más en todo el día por más que la buscase entre los demás estudiantes.

Una mañana, reunió todo el valor que pudo y decidió abordarla.

- Hola -la saludó de repente en un lado de la entrada del campus. El corazón se le iba a salir del pecho. Ella no contestó y lo miró sobresaltada-. Perdona. Me preguntaba si estabas bien.

- ¿Nos conocemos? -preguntó extrañada.

- Oh, bueno- vaciló él. Le entristeció que ella no le recordase-. El otro día tropezaste en la escalera y yo me acerqué para ayudarte.

- ¡Ah, sí! -exclamó ella sonriendo ruborizada y atusándose el pelo -Perdona, tenía tanta prisa que no te miré. Estoy bien, gracias.

- Me alegro -contestó Suzumu sonriendo.

Hubo un incómodo silencio tras el cual la chica hizo ademán de marcharse.

- Bien, debo irme. Muchas gracias.

Tras varias reverencias se marchó, tan rauda como siempre. Suzumu se quedó plantado en la puerta mirándola, satisfecho de sí mismo por haber dado el paso, al mismo tiempo que lamentó no saber ni siquiera su nombre.

Los días posteriores Suzumu hacía lo posible por coincidir con ella todas las mañanas y así poder al menos saludarla. Al principio no quería parecer grosero, así que no se atrevía a presentarse ni a preguntarle qué carrera estudiaba, ya que en el mismo edificio existían varias alas en las que se estudiaban diferentes carreras técnicas.

Con el tiempo consiguió ganarse su confianza y que fuese ella misma quien se presentase. Se llamaba Sango Niishima y estudiaba Ciencias Ambientales. Ambos forjaron poco a poco una amistad y a menudo estudiaban juntos en la biblioteca de la facultad. Hasta que un día Suzumu la invitó a salir y lo que fue una amistad derivó en una relación de pareja.

Día tras día, la relación se iba consolidando y Sango le presentó a Noriko, su mejor amiga desde la infancia, pero se llevó una sorpresa cuando supo que ambos habían sido compañeros de clase en secundaria.

Sango y Suzumu acabaron los estudios y encontraron buenos empleos, y justo en el momento más feliz de sus vidas decidieron que era el mejor momento para casarse y formar una familia.

Por su parte, Noriko vivía sola en una casa situada en la zona alta de la ciudad, propiedad de sus padres, dueños de una de las empresas farmacéuticas más importantes del país. Casualmente, la casa contígua a la de Noriko estaba a la venta, y el joven matrimonio apenas dudó en comprarla.

Poco después, Noriko y Sango se quedaron embarazadas casi al mismo tiempo, y la dicha no podía ser más grande para los tres.

¡Gemelos! -exclamó Noriko emocionada la tarde en que Sango fue a su casa para darle la noticia de que llevaba dos bebés en su vientre- ¡Es fantástico!

Las dos amigas estaban tomando un te en el salón de la casa.

No sé, estoy un poco asustada -dijo Sango con una risa nerviosa.

¡No digas eso! ¡Van a ser unos bebés muy buenos y preciosos como tú, seguro! ¿Te han dicho el sexo?

Oh, mi ginecólogo me ha dicho que no lo ha podido ver todavía...

El mío será un varón- Noriko se acarició el vientre con delicadeza y semblante apacible. Su embarazo estaba en un estado más avanzado que el de su amiga- ¿Te imaginas que uno de los tuyos es chica y acaban casados? -ambas amigas rieron- ¡Sería estupendo! Así las dos famílias estaríamos unidas.

¿Por qué no? -dijo Sango seriamente- Eres alguien muy especial para mí, Noriko. Siempre has formado parte de mi vida -Sango le ofreció a su amiga el dedo meñique de la mano derecha- Prométeme que si tengo una hija comprometeremos a nuestros hijos para que en un futuro se casen, y así estaremos unidas para siempre.

Noriko miró reflexiva a su amiga. Realmente lo había planteado como una broma, pero Sango parecía decirlo en serio, de modo que encajó su meñique izquierdo.

¡Te lo prometo!

Así, la promesa quedó sellada. 

Para tiWhere stories live. Discover now