16

28 1 0
                                    




Sabía que estábamos en los
Juegos del Hambre

Aún así me parece raro ver a
Caperucita sedienta de sangre


Lunes, 7 de Octubre
5:30 AM
Segundo Día de Entrenamiento Estilo Rocky Balboa

La alarma suena a las cinco y media, pero para mi sorpresa yo ya estaba despierta.

El plan "Rocky" seguía en marcha y se suponía que para Halloween, Jake / Hijo de Puta tenía que estar pudriéndose en el infierno, siendo castigado por el diablo por haber asesinado a mi hermano.

Ok, sentimientos muy oscuros para tan temprano en el día.

Le doy una mordida a mi manzana antes de partir con el nuevo ejercicio matutino que tendré que hacer todos los días. Dicen que la primera vez qué haces estas cosas te sientes emocionado, luego de los diez días te da flojera,  pero tienes que seguir ya que si lo haces durante un mes, se vuelve costumbre.

Tenía que entrenar lo más que pueda para poder vengar a mi hermano y matar a ese enfermo de una vez por todas.

Siguen siendo pensamientos oscuros, Eider, relájate.

Bueno, relajarme es difícil ya que afuera hace demasiado frío. Las calles del campus están vacías y lo único que se escucha es el viento entre las hojas.

La música me acompaña sonando por mis oídos. Hace años que no salgo a correr y realmente mis piernas añoran el descanso y me suplican detenerme, pero me prometí no reposar hasta cumplir con todo el ciclo de entrenamiento.

Manteniendo el ritmo, entro al campo de fútbol en donde decido subir y bajar las gradas como ejercicio, lo cual me ahorraría algunos minutos de trote común. Tal vez es mala idea subir y bajar escaleras con mi poca resistencia física, pero aún así lo intentaría.

Comienzo a subir las escaleras del estadio con dedicación y rapidez, tomando profundos respiros y botando el aire. Cada vez intento que mis pasos sean más grandes para que logre más distancia en menos tiempo, aunque mi rutina se ve detenida por una figura en el campo.

—Will... —susurro.

El chico rubio se encuentra empujando una de esas colchonetas que actúan como defensas. Se le nota furioso y, con aquella rabia, trata de golpear cada vez más fuerte el artefacto para intentar moverlo.

Dando un brinco a la cerca que separan las gradas del campo, corro hasta él, dudando de que sea una buena idea.

—¿Will? —pregunto estúpidamente al estar cerca de él, quitándome los audífonos.

El chico se voltea asustado hacia mi, como si no hubiera previsto mi presencia. Me mira incrédulo, sin creer lo que está observando y lo único que puedo hacer es soltarme el pelo.

—Hola Eider —me saluda en voz baja, acercándose lentamente a mi—. ¿Cómo has estado? Me enteré de lo de...

—No es necesario que lo menciones —lo detengo antes que pronuncie el nombre de mi hermano, provocando que él murmure una disculpa. Sé que cuando lo escuche, me entrará una rabia incontrolable—. Lamento no haber podido hacer nada por sacarte antes.

HABITACIÓN 219Donde viven las historias. Descúbrelo ahora