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No soy honesto. Y de un hombre que no es honesto, solo se puede esperar que no sea honesto. Honestamente, es con los honestos con los que hay que tener cuidado, porque nunca puedes prever cuando harán algo extraordinariamente absurdo.

– Capitán Jack Sparrow



Viernes, 11 de Octubre
4:58 AM

La pesadilla me despertó antes que la alarma tuviera la oportunidad.

Mi respiración era ahogada, lenta, ronca. El pánico se apoderaba de mi sangre, mis articulaciones, mis extremidades. El miedo estaba presente en la habitación.

Mi hermano estaba muerto.

Había vivido tanto tiempo, tantas semanas, en la etapa de negación, la ira, la negociación y la depresión, que la aceptación no había llegado.

Hasta ese momento.

Hasta ese momento que después de haber soñado con él, jugando ambos fútbol en el patio trasero de la casa, me di cuenta de que se fue.

De que nunca volveré a verlo.

Necesitaba superar esto.

Afrontar esto.

Abro una de las puertas de la habitación inhalando aire profundamente. La cierro con cuidado para no despertar a Cathy. Mis manos tiemblas y mis yemas retumban contra la madera blanca mientras que mi mano derecha intenta girar la perilla con suavidad.

La cocina queda a pocos pasos. Fui tambaleándome, casi cayendo de boca al piso, con un fuerte dolor de cabeza y un cansancio claro en mis pies.

Tenía el celular en la mano. Lo había traído para alumbrar el camino. Así que, ahí estaba yo, tirada en el piso de baldosas en la cocina, apoyada de las gavetas de madera negra.

Llamando...

¿Hola? —se escucha al otro lado de la línea—. ¿Eider? ¿Por qué mierda me llamas a las cinco de la mañana? No sé que hora sea en ese estúpido estado pero no porque tú tengas diferente hora significa que...

—Está muerto, Kenya —susurro débilmente, mirando el techo—. Está realmente muerto.

El silencio se crea entre nosotras. El único sonido que se escucha es el de nuestras respiraciones combinándose, mientras que por nuestras cabezas pasan miles de pensamientos y sensaciones.

¿Recuerdas cuando tenías diez y te comencé a gritar porque creías que One Direction era la mejor banda cuando claramente no lo era? ¿Y luego me enojé porque habías cambiado de opinión por la mía y te insistí en que tenías falta de personalidad porque cambiabas tu punto de vista por el de los otros? —Me quedó un rato en silencio, provocando que ella vuelva a hablar—. Gracias a eso y muchas cosas es que llegó un punto que creí que me odiarías por tener la personalidad que tengo. Y creí que cuando te pasara algo malo, no me lo dirías a mi ya que ibas a dejar de amarme. Y siento haber descargado toda mi ira en ti, y te digo esto debido a que estoy sorprendida que hayas decido llamarme a mí.

Juego con mis pies, analizando lo que me había dicho. Trago saliva, intentando contener las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos. Sí, recordaba ese momento, como miles de otros en los que mi hermana me había hecho sentir como una idiota, o como inservible ser humano. Como una hormiga. Y, por alguna razón que desconozco, seguía recurriendo a ella para todo. Porque todavía la amaba.

Era mi hermana.

—Solo cambié mi opinión debido a que tenía miedo que me siguieras criticando —confieso—. Kenya, te amo, pero, también te tengo miedo. A veces copio tus frases o tus gestos ya que no querías que te burlaras de los míos, y que si tú los hacías, tal vez significara que no me molestarías ya que después de todo tú los hacías y no podrías considerarlos estúpidos. Aunque en lo único en lo que terminaba era en que me regañaras por copiarte, lo que era cien veces mejor que escucharte burlarte de mí. Y solo cambié mi opinión para que terminaras de criticarme por lo que realmente pensaba. Dios, Kenya, tú eres mi relación tóxica.

HABITACIÓN 219Donde viven las historias. Descúbrelo ahora