El pueblo de Löwen siempre fue muy tranquilo, la gente vivía una vida simple y relativamente sencilla, el lugar no era muy grande. Eran diez o doce casas ubicadas alrededor de un gran y antiguo ayuntamiento. En las periferias se encontraba la iglesia, el segundo edificio mas grande del pueblo (después del ayuntamiento) y el único que era completamente de piedra.
A un lado del pueblo había una extensa llanura con un camino principal que dirigía directamente a la capital y, alrededor de este, enormes campos de cultivo de trigo, maíz y cebada. Del otro un extenso bosque lleno de leyendas he historias que aún no fueron contadas en la lengua común.
La luna estaba reluciente en la cima del cielo nocturno y la campana anunciaba las 20:00 horas, la misa del domingo ya iba a comenzar. El padre Luden se estaba preparando en la sacristía y los feligreses entraban a la iglesia persignándose y haciendo callar a los mas pequeños con golpes en la cabeza o bruscos "¡SHH!".
Todos asistían a la misa los domingos, todos menos un pequeño grupo de jóvenes revoltosos que, esa noche, estaban intentando acceder al almacén subterráneo del ayuntamiento para robar un poco de vino que había llegado hace unos días de la capital.
-Rápido, los guardias pasarán por aquí en un instante - dijo Roderick temeroso de que los descubran.
El pueblo contaba con solo tres guardias, tres hermanos que habían sido traslados de la academia de la capital a Löwen, a pedido del alcalde, para "darle al pueblo la seguridad necesaria".
-No pasará nada, uno de ellos está en la misa y seguro que los otros dos estarán cuchicheando recostados en alguna pared -Aseguró Hansel ansioso por probar el vino.
La misa ya había empezado. El padre Luden explicaba la lectura que se había hecho hace unos instantes mientras miraba con ojos acusadores a una madre que no podía hacer callar a su pequeño.
-Un golpe mas y se abre -Afirmó Remo mientras se preparaba para darle la ultima patada a la palanca que estaba cruzada con las cadenas que trababan la puerta que los iba a llevar al sabroso botín.
Fue un golpe seco, la cadena se partió en dos y la palanca voló a unos metros de ellos. Abrieron la puerta, la luz de la luna ingresó primero y dejó ver la escalera que bajaba al almacén. Se podían distinguir, debajo de un gran cuero empolvado, los tres barriles de vino Hildriano.
La temperatura dentro era fría; las gruesas paredes de piedra y el techo de madera dura aislaban muy bien el lugar. Era muy amplio; lleno de estanterías donde se almacenaba comida y bebida para el invierno y los festejos.
Hansel y Remo entraron sin pensarlo dos veces pero Roderick tenia un mal presentimiento.
-Vamos ¿A qué esperas? -Le dijo Hansel a Roderick parándose en el anteúltimo escalón.
-No creo que sea una buena idea, el alcalde se dará cuenta que fuimos nosotros. Somos los únicos que no asistimos a la misa.
-¡Ayúdenme a llevar este barril! -Grito Remo intentando, inútilmente, levantar su sagrada recompensa-
Hansel fue a ayudar a Remo y Roderick se quedó afuera vigilando que no llegara nadie.
La luna se reflejaba en la armadura plateada de Brahamar haciendo que esta emane una luz blanquecina. Era ya su último turno nocturno y estaba dando una última vuelta al pueblo antes de que Igor, su hermano, salga de la misa para relevarlo. Cuando se acercaba a la casa de Firentis, el cazador del pueblo, un ruido hizo que se pare en seco. Desenvainó su espada y fue hacia el ayuntamiento, de donde había provenido el estruendo. Se recostó en la esquina y de reojo vió a Roderick Stendal con una expresión nerviosa mirando para todos lados. Más lejos, escondido detrás de una de las casas, distinguió la armadura de Grimock, su otro hermano.
Mediante gestos decidieron emboscar a los ladrones dentro del almacén.Brahmar y Grimock salieron, a la vez, corriendo hacia la puerta del almacén. Grimock agarró del brazo a Roderick mientras Brahamar entraba al almacén donde acorraló a los otros dos ladronzuelos que, al darse cuenta de la emboscada, dejaron caer el barril de vino esparciendo el liquido violeta por todo el suelo. Brahamar le puso la espada al cuello a Hansel y tomo a Remo por la ropa, el chico sacó un cuchillo de hueso que clavó en el brazo del guardia. Vino y sangre se mezclaban mientras Remo corría hacia al bosque habiendo esquivado, por poco, una estocada de Grimock que le dejó un corte en el costado.
El guardia lanzó a Roderick dentro del almacén diciéndole a Brahamar que los vigile mientras él iba a perseguir al que se escapó al bosque.El gran bosque que estaba al lado de Lowen proveía al pueblo de buena madera, dulces bayas y grandes animales. De día era un hermoso lugar para pasear o ir de cacería pero de noche las penumbras consumían todo rayo de luz que ingresaba en él.
Remo sangraba por su costado izquierdo, la herida no era grave pero si dolía mucho. Todo hubiera sido más fácil si Hansel y Roderick se hubieran animado a usar sus dagas.
Ya estaba bastante adentrado en el bosque. Todo era oscuridad y se oían ruidos que no parecían provenir de ningún animal conocido. Se escuchaba el dulce tintineo de varias campanillas mezclado con el constante cantar de los grillos. Cuando Remo dejó de pensar en lo sucedido vió la inmensa oscuridad, el miedo lo empezó a consumir. Le llegaban a la cabeza las historias de bestias y brujas que su abuela Matilde le contaba las tardes de lluvia. Se acurrucó en un hueco entre las raíces de un árbol que parecía tener milenios.
Los cantos y las alabanzas provenientes de la iglesia se elevaban en el oscuro cielo nocturno.
Grimock se acercó a la entrada del bosque con una antorcha que había sacado de la puerta de unas de las casas mientras corría. la encendió con su pedernal y se dispuso a entrar. Las sombras que se proyectaban por la luz parecían rostros retorcidos, algunos con sonrisas malévolas y otros con muecas agonizantes. Se oía el dulce tintineo de varias campanillas mezclado con el constante cantar de los grillos.
Grimock vió en el suelo huellas de botas que, cada tanto, al lado de ellas, dejaban ver una o dos gotas de sangre. Los grillos cantaban mas fuerte, las campanillas se escuchaban más cerca. Grimock seguía las huellas. El canto de los grillos empezó a parecerse mas a gritos de agonía y las campanas se sentían a unos metros. de repente Grimock se encontraba frente a un árbol milenario y escuchaba el jadeo de alguien. El viento sopló, la antorcha se apagó, los grillos callaron, las campanas dejaron de sonar, el jadeo se detuvo.
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Fueron Doce
FantasyLöwen, un pueblo antiguo y rico que delimita con un lúgubre bosque lleno de mitos y leyendas. Las campanas dictaban el fin de la misa. Los fieles se iban felices a sus casas con la bendición recibida mientras en el bosque sangre y tierra se mezclaba...