La criada

40 4 0
                                    

La habitación huele a sangre y deja un regusto a metal en la boca. Hay mucha entre las sábanas y las criadas se afanan en cambiarlas y que su señora esté lo más cómoda posible. El parto ha sido difícil y se siente débil pero después de un largo día ya todo ha acabado. Aunque están en la misma habitación, oye el llanto del niño muy lejos.

Su niño. Tiene el pelo negro y unos pulmones que hacen que sus gritos resuenen por toda la casa. Abajo, en la sala el marido y ahora padre, recibe palmaditas de felicitación. Todo ha ido bien y es un chico, les anuncia la matrona. Con una sonrisa en los labios el recién estrenado padre, saca unos puros y los reparte entre los invitados. Una criada sirve más coñac, mientras los hombres comentan las novedades políticas. Ese nuevo presidente nombrado por el rey no durará mucho. Sagasta es un hombre de honor pero prefieren a Cánovas, él si que entiende de estos tiempos, los obreros no deberían votar, es más no pueden, no entienden de política. Y hablando de eso, cómo van las cosas por la fábrica, preguntan. El capataz de la industria de seda da una larga chamada al puro, se rasca nerviosamente las patillas y resopla. Podrían ir mejor.

Arriba, el niño ha dejado de llorar, está mamando ya. La madre debe incorporarse para que el niño se coja mejor pero siente que las fuerzas la abandonan y solo quiere dormir. Aun así, le insisten, el niño debe mamar en seguida, ya habrá tiempo para descansar más tarde.

La criada que le pone el cojín tras la espalda es una chica muy joven, aún no ha tenido el período pero ya es toda una mujer y los pechos le duelen bajo el corpiño ceñido. Su madre ya le ha dicho varias veces que deberá ir pensando en trabajar en la fábrica y no en casa de los señores. Ella no entiende por qué si allí está muy bien pero su hermana mayor ya lo hizo así; antes de que pasaran "cosas". No tiene ni idea de qué son esas "cosas" de las que hablan pero también ha oído comentar en el mercado a otras mujeres que "eso" es algo muy normal que ocurra entre señores y criadas pero no sabe que es "eso" ni qué "cosas" pasan. Lo que si sabe es que algún día le gustaría poder tener a un niño entre sus brazos como ahora hace su señora que lo mira con los ojos entrecerrados aunque sin verlo.

Ella los mira con sus grandes ojos verdes y suspira mientras sale de puntillas de la habitación. Aún tiene que acercarse al mercado a comprar fruta para mañana. Es tarde, está a punto de caer la noche y tiene un trecho por delante; así que debe darse prisa si no quiere encontrar los puestos cerrados. Procurando no hacer ruido, su señora ya duerme, entorna con cuidado la puerta y echa una última mirada al recién nacido que sigue mamando ajeno a todo lo que pasa a su alrededor. No sabe que es la última vez que lo verá.

El ciego de PatraixOnde histórias criam vida. Descubra agora