El viejo

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¿Creen que no me canso, pequeños hipócritas?- Chilló un viejo hombre desde su ventana apedreando un par de niños. Su cabello negro te podía mostrar que le pedía mostrara  tendría unos veinte años apenas, pero su espíritu pintaba la muerte a los ochenta. Mientras tánto, los menores corrían sin más suplicándole no se amargara otro poco la vida. 

Felicidad solo quería regar las flores de su jardín. 

Goce, le pedía mostrara una mínima sonrisa. 

Tolerancia, que intentara no arruinar cada cosa con sus impulsos. 

Y amor, que no se rindiera  como siempre. 

Mientras tanto nuestro señor, con un bastón en el ser apenas podía subir un par de escalones hacía su habitación, tenía los ojos cansados y la mandíbula casi por romperse, pues al final con sus propias piedras se arrolló, quien diría que ese mismo día un cirujano tocaría a su puerta, para arreglar lo que algún día el amor le contó. Una última sonrisa se produjo en sus semblante, luego de verle arreglar su interior, sabía que era lo perfecto en su vida, pero no como pagar por remediarle del dolor. 

Aquel viejo un alma joven se volvió, teniendo la edad que su rostro siempre reflejó. Besos repartía por el rostro entero del cirujano y sin más, su historia en un papel voló. 

-Cuentos de medio día con sabor a media noche-


Cosmos: Pequeño NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora