SATURNO

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Un día más comenzó para nuestro chico de las estrellas, un nuevo día en el que puedo tomar aire y decir: primero tomaré un café.
Desperté a eso de las seis de la mañana con los ojos apenas marcando líneas de luz a través de una cristalina capa que me protegía, la alarma sonaba al ritmo de una canción en coreano que me hacía sentir un poco positivo en el largo camino que se veía venir, mi cuerpo percibía totalmente el frío ambiente de tan temprano mientras que mis pies tocaban el piso sin protección alguna. Coloqué las prendas de mi uniforme escolar una a una procurando todo estuviese pulcro sobre sí y disolví mi cuerpo entre una enorme taza blanca para darme fuerzas, mis piernas temblaban de gusto por un día mas junto con aquella bebida de los dioses y así... inicié ese viaje al salvaje mundo llamado "Camino al colegio".

A través de mis audífonos podía percibir perfectamente una hermosa melodía titulada Scary Love, mis regordetes dedos se movían sin cesar de un lado a otro y una señora me observaba extrañada desde la acera. En cuanto obtuve un lugar en el autobús abrí la mochila y saqué un libro algo maltratado por los años, me recordaba a aquel chico roto que lloraba por amor hace solo un par de meses en su habitación, yo, tan abrumado por todo... era ese libro del que podías decir "Es por los años, no por el mal trato" así era; ántes de irme de casa había tomado un separador que compré hecho con florecitas deshidratadas, amarillo, lo coloqué en la primer hoja, para éste instante lo tenía nuevamente en mis manos, combinaba de manera perfecta con la portada... no les diré el título, pues alguien especial me lo prestó por menos de un año y soy envidioso, así que titulémoslo SATURNO, bonito nombre, oh si oh si. Pues que les contaré... sus letras son fantásticas, me envolvió tanto que por poco pierdo la bajada a tiempo, pero levanté la mirada en el momento exacto y todo salió bien.
Lo llevé entre mis ojos cuando caminaba por los pasillos de una algo grande construcción, hasta llegar a mi aula destinada, donde cerré sus páginas para poner algo de atención a mi rededor, pero es precioso, no puedo quitarle los ojos de encima, realmente lo quiero terminar.

El día fué simple comparado con extravagantes cuentos que suelo tener, vacilé entre sodas, bailé melodías que mamá dice no tienen coreografía, canté lo impensable en Italiano y por qué no? abracé con el mayor dulzor del universo una foto de aquel ser espacial que me tiene vuelto loco.

Que belleza, podría llenarle las mejillas de besos cada atardecer.
Que mente, quisiera leer más allá de todo lo que me ha llegado a escribir.
Que cabello, aunque no me lo crea, en cada forma y color existente, para mi brillaría tan hermoso como las estrellas.

Y brilla, porque está en su encantadora naturaleza.

Ni el desayuno es la parte mas importante de mi día si tengo el recuerdo de su voz siempre en mi cabeza, aún cuando intento ponerme serio enfrente suyo, que precioso es aquel acto en el cual veo como sus labios buscan los míos, o como nuestras miradas se cruzan.
A veces, y solo a veces, es bonito dejar de ser el mas dulce del momento para que se desenvuelva diciéndome sin palabras que me quiere, solo rozando mi mano, o colocando su cabeza en mi hombro.

Recargué el cuerpo en el respaldo de la silla.

-Que hermoso día...

Murmuré, pues aún si hoy, como muchos otros días no puedo verle, recuerdo la esencia de su ser y es mejor que la lavanda en mi ropa.

Con éstos cuentos si tengo deseos de ir a dormir, pues ahí también le podré ver.

Hermoso anhelo de verle una próxima vez. 

Cosmos: Pequeño NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora