Capítulo 1 - Caso aislado

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Viernes 22 de Enero del 2024, 7:45 P.M.
Estación de Policía, México, Distrito 3.

Era una noche como cualquier otra, hasta ahora había tenido una jornada tranquila y un silencio profundamente reflexivo calmaba el ambiente de mi pequeño cubículo, es viernes y el trabajo estaba por terminar, o eso era lo que creía hasta hace unos instantes, el jefe necesitaba verme. —García, a mí oficina, ahora...—Ordenó no muy contento después de haber leído ese documento que sostenía entre manos, así que me apresuré—, llegó esto hace un momento, un posible homicidio en el 206 de la calle Campo Rojo, el caso se comenzó a investigar hace dos horas, pero no han llegado a nada concreto, y ya no podemos seguir agregando nombres a la pizarra, así que hazme un gran favor y hazte cargo de la investigación—Dice al entregarme aquel informe—, ya sabes que hacer, no falles, cierra la puerta al salir.
Sin decir una sola palabra, pero lamentando que mi turno se extienda por el día de hoy, recibí aquella carpeta grisácea con los detalles del caso y salí de la oficina. Se trataba de un caso un tanto peculiar, era mi pan de cada día, algo digno de un agente del FBI, bueno, exagero un poco, aunque lo cierto es que soy el único disponible por el momento para llevar a cabo está investigación, por lo que rápidamente  me dirijo en mi moto hasta el lugar de los hechos.
El lugar se encontraba en una zona marginada de la ciudad, una colonia de seguridad cuestionable y de recursos limitados. El 206 en cuestión era una de las pocas viviendas qué podían presumir de un nivel económico moderadamente alto, pues la atención al detalle y el acabado de aquel hogar era destacable de los demás. Al llegar ahí encontré a algunas personas observando desde la distancia el recinto donde sucedió la escena del crimen y a varios de mis colegas, quienes ya habían precintado la zona y etiquetado la evidencia, lo cuál siempre me hace más fácil el trabajo. —¡García! Que bien que llegaste, pensé que tendrías la noche libre o algo, ¿Qué te trae por acá?—dijo uno de los policías que precintaba la zona al acercarme al recinto.
—Pues, ¿Qué te digo Marco? Yo también pensé lo mismo, ya estaba por irme a casa, pero Mendoza me ha dejado a cargo de este caso.
—Ya veo, y ¿Qué has pensado de lo qué te dije?—pregunta Marco de forma curiosa haciendo referencia a aquella oferta que me propuso tiempo atrás sobre un viaje vacacional que está organizando entre todos mis compañeros de trabajo—, ¿Te apuntas o no? Ya hicimos presupuesto y saldrá muy barato, iremos tres días a la playa, encontramos un buen hotel con vista al mar y lo mejor de todo es qué habrá barra libre durante la noche.
—Sobre eso... ¿Sabes? Lo estuve pensando y realmente no creo que sea conveniente para mí en estos momentos, ya sabes, por algunos proyectos que tengo pendientes, además, ya sabes que no bebo.
—Bueno, si cambias de opinión sólo dime, y tendrás tu lugar asegurado, aún tienes dos semanas más para pensarlo.
—Si, gracias Marco. En fin... —Miré al rededor por un momento—, esto se ve prometedor, ¿Sabes que fue lo que ocurrió?
—¿Porque no le preguntas a Erika? Ella llegó aquí primero y lleva un rato investigando.
—Espera, ¿Erika está aquí?—pregunté sorprendido por la noticia, pues son escasas las veces en las que Erika y yo coincidimos en una misión, además de que no la he visto en siete largos meses. 
—Si, creo que la vi en la sala principal.
—Esas si son buenas noticias. Gracias Marco, pues, voy para allá, platicamos luego.
Seguí mi camino a la sala principal sólo para darme cuenta de qué Erika no se encontraba ahí, pero de alguna forma me llamó la atención que el lugar estuviese tan desordenado, comenzando por el gran televisor de pantalla curva que había sido estrellado con algo, la pequeña mesa de cristal para el café frente al televisor qué estaba rota de igual forma y algunas gotas de sangre que guiaban hacia la cocina.
Ya en la cocina, la encontré, estaba de espaldas observando y escribiendo aquello que imaginaba cómo los posibles acontecimientos. Erika, al igual que yo, es una detective de alto rango, gracias a ella resolví casos importantes en pasado, sus predicciones eran acertadas la mayor parte del tiempo, su margen de error era diminuto, dado a qué aún se le escapan algunos pequeños pero relevantes detalles, pero por suerte siempre estoy ahí para descubrir de que se trata. —Tiempo sin verte, ¿Te pintaste el cabello?—dije tratando de llamar su atención sutilmente, cosa qué resultó porque volteó al escucharme—, te ves bien así Erika, el rojo te sienta bien.
—Detective García, llegó temprano esta vez, Mendoza me aviso de su llegada, lo estaba esperando—acomodó sus lentes y continuó—, sigame, le mostraré lo que llevo hasta el momento.
—Bien, te escucho.
Seguí a Erika hacia el comedor, el verdadero lugar del asesinato deduzco debido al cadáver que yace recargado entre el suelo y la pared, donde ella comenza su interesante relato.
—Aquí está el cuerpo, la víctima es Guillermo Zaragoza, 28 años, era pintor independiente, sin antecedentes penales, fue encontrado muerto hace no más de tres horas por su vecino, quien reportó haber escuchado los gritos de una mujer y momentos después de ir a revisar encontró la puerta principal abierta. Sin embargo, no hubo señales de que se haya forzado la cerradura. El vecino reportó  haber encontrado el cuerpo de la victima pero no hubo rastro de aquella mujer.
—El bastón clavado en su cráneo, es sin dudas el arma homicida, ¿No es así?
—En efecto, la víctima fue apuñalada en el cráneo con ese bastón, el cual se rompió antes de ser clavado y durante lo que pareció ser una especie de forcejeo, esta mitad del bastón fue analizada con el escaner de huellas dactilares, pero no presento resultado alguno, tal vez si encontramos la mitad faltante puede que encontremos la información faltante, y con ello al asesino—voltea la página y continua—, aún no sabemos dónde comenzó todo, pero lo que es seguro es que terminó aquí mismo en el comedor.
—¿Has considerado la sala principal? Está hecha un desastre.
—Es solo una parte de la evidencia, aún no he establecido relación entre lo ocurrido ahí y en la cocina. —dijo Erika de forma seria buscando más pistas en sus apuntes.
Basado en lo qué podía ver a simple vista y en la información de Erika, había formado una hipótesis que parecía tener sentido pero era fácilmente descartable por dos cosas totalmente opuestas, el avanzado estado de descomposición del cuerpo de la víctima y las recientes gotas de sangre que se extienden desde la cocina hasta la sala... Necesitaba más pistas.
—Disculpa Erika—dije al señalar aquellas gotas de sangre—, esa sangre, ¿Es de la víctima?
—Según los de departamento forense, no hay relación con la víctima, pero se llevaron una muestra para analizar su procedencia de forma convencional.
—Podrá ser de aquella mujer que mencionaste al principio, o de algún tercero involucrado—traté de hacer coincidir cada una de las pistas lógicamente—, bien, ¿Y qué me dices del cadáver? ¿Cuánto tiempo lleva ahí muerto?
—El departamento forense no pudo descifrarlo con exactitud, —verificó sus últimas notas y continuó leyendo—, pero haciendo uso del analizador de tejidos, creen que podría llevar muerto cerca de 20 días aproximadamente.
Aunque aparentemente ese dato coincide con ese hecho, aquello qué decía Erika me sonaba incoherente, el homicidio debió ser reciente, hay muchas cosas que se me están escapando, tendré qué investigar un poco más. —¿El vecino se encuentra en casa?—pregunté a Erika pensando cómo podría obtener la pieza faltante de éste enredado rompecabezas.
—Si, ya fue interrogado, no sabe cómo sucedió el incidente.
—Entiendo... Vuelvo en un momento, tengo unas preguntas que hacer—acomodé mi chaqueta de mezclilla azul y continúe—, tú sigue indagando más a fondo, cualquier información es vital para la investigación.
Con mi mente ocupada tratando de encontrar las preguntas que me conducirán a la verdad, salí de la residencia y me dirigí al 205. —Policía federal—llamé a la puerta con golpes moderadamente fuertes—, ¡Abra la puerta!
Segundos después el vecino abre la puerta, un hombre robusto de edad adulta en una bata de baño, se veía preocupado por el alboroto, bebía nervioso de una taza con algo caliente que pareciese ser café, misma qué trajo consigo al abrir la puerta. —Buenas noches, ¿Qué necesita?
—Detective García, homicidios—dije al sacar mi placa y mostrarla a aquel hombre—, si no le molesta, hay algunas preguntas que debo hacerle.
—Ya fui entrevistado hace un rato por otro oficial—bebe de su taza—, pero adelante, haga sus preguntas.
—Bien, ¿Cuando fue la última vez qué vio a Guillermo Zaragoza?
—Justamente ayer en la mañana, le devolví la pintura que me prestó para el cuarto de mi hija.
—¿Cuál era su relación con Guillermo?
—El era un buen vecino, siempre dispuesto a ayudar al prójimo, me caía bien.
—¿Sabe usted sí Guillermo vivía sólo?
—No, vivía en compañía de su prometida, Evelyn, una joven encantadora, un poco reservada.
—¿Sabe usted el paradero de Evelyn?
—Bueno, no la he visto salir desde ayer en la tarde, ¿No sé encuentra en casa?
—Solo identificamos a la víctima, no había nadie más.
—Entonces no sabría decirle oficial.
—¿Alguna persona de tercera edad que esté viviendo con usted?
—No, sólo estoy yo y mi hija. 
—¿Conoce a alguna persona en el vecindario que precise de un bastón para caminar?
—No, la mayoría de los residentes son adultos jóvenes. 
—Entiendo, ¿Sabrá usted sí Evelyn usaba algún bastón?
—No que yo sepa, la mujer está completamente sana, por lo que ha presumido Guillermo en el vecindario, ella ha participado en múltiples eventos de atletismo.
—Interesante... Eso es todo, gracias por su cooperación, qué tenga buena noche—dije y posteriormente me retiré de vuelta al 206.
A pesar de haber interrogado al vecino, aún habían muchas cosas qué no coincidían, como el paradero de aquella mujer, Evelyn; el origen del arma homicida y el avanzado estado de descomposición de la victima. La sala aún no había sido relacionada con lo sucedido, sin embargo, presiento que ahí se encuentran varias pistas.
Queriendo reiterar la información, me dispongo a revisar la sala de estar una segunda vez, siendo que tal vez pudiese encontrar algo que se me haya escapado. Comienzo por lo más notorio, la televisión estrellada, por el hueco hecho en la pantalla y el cristal desprendido deduzco que lo único que pudo haberlo causado es un golpe contundente con algún arma blanca, y la única que se me ocurre es aquel bastón que vi antes, o tal vez la victima fue azotada contra el televisor, no sabría deducirlo con exactitud, pero son opciones validas.
Debajo del gran televisor estaba un reproductor de VHS que aún seguía encendido, lo que me lleva a preguntarme: "¿Quién en pleno auge de películas en streaming sigue utilizando algo tan arcaico como los VHS?", en fin, por la caja encima del VHS puedo observar que lo que se estaba viendo es una antigua novela romántica, demasiado empalagosa para mi gusto, ¿Guillermo acostumbraba ver este genero? Esto me lleva a pensar que alguien pudo haber estado viendo una película antes del ataque.
En cuanto a la mesa rota, parece que pudieron haber lanzado a alguien contra ella,  pudo ser la victima al atacante o viceversa, el borde de ésta tiene pequeños rastros de sangre, como si alguien se hubiese rasguñado al caer, no lo descarto pero tampoco afirmo nada aún.
Me tomo un momento para apreciar los cuadros decorativos en la pared, me parecen intrigantes. Por el estilo podría decir que se trata de pintura abstracta, mientras que algunos muy escasos fueron hechos a partir del impresionismo, la mayoría son obras del mismo Guillermo, cada una más profunda que la anterior. Pero justo en medio de la pared hay un cuadro rectangular decorado que se confunde con las demás pinturas, pero cuyo propósito, más que contribuir al deleite visual, también cuenta con dos ganchos a los lados a modo de soporte... Aunque el objeto que debería estar sosteniendo ha desaparecido.

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