Dura y cruel fue la despedida de Bilbo y Thorin tras haber obtenido la montaña y librado la batalla de los cinco ejércitos de forma limpia; el hobbit dio la espalda al amor de su vida mientras que Thorin se quedó en sus tierras con el corazón apesadumbrado.
Eran dos vidas las cuales se amaban, se deseaban, pero a la vez se veían obligados a volver a lo que sus obligaciones les exigían; Thorin debía gobernar a un puñado de enanos, y no podría perder demasiado tiempo amando a un mediano, en cuanto al Hobbit, la vida en una montaña no era para él, lo sabía, y por eso volvió a la comarca. Bilbo volvió a su tierra con las lágrimas resbalando por sus tiernas y rosadas mejillas y caminó junto a Gandalf, no sin antes haberse despedido de su amado y hacerle prometer que no se dejaría llevar por la avaricia.
Thorin, escudo de roble y legítimo rey al trono de Erebor, no sólo le prometió a ese rechoncho hobbit que no sucumbiría a sus bajos y tontos instintos, sino que también una vez cada dos años, le iría a visitar y pasarían un tiempo corto juntos.
Ya iba poco más de un año, sino es que dos exactamente, desde la promesa del enano y no sucedía nada. Ese día un Bilbo con un par de años encima, más una obligación, le esperó casi tras la redonda puerta con un pequeño hobbit, su sobrino, cuestionándose internamente sí de verdad Bilbo estaba cuerdo. No era normal ver a su tío demasiado ansioso y molesto con la puerta verde.
—¿Pasa algo Bilbo? —le preguntó Frodo mordiendo su pulgar—. ¿A quién esperas?
Bilbo bajó la mirada, con un pie golpeando el piso como si tuviera prisa y de sólo ver lo que hacía el de rizos morochos lanzó un bufido. Ahora más molesto que nunca tomó la mano de Frodo para que no se mordiera más el dedo.
—Ya te he dicho que no me gusta que muerdas tus dedos —refunfuñó soltándolo y luego llevó la mirada a la puerta.
Tan solo habían pasado dos años y Bilbo no parecía tan viejo como cualquier otro mediano de su misma edad, pero comenzaba a sentirse extraño; como sí echara de menos una voz, un rostro y, sobre todo, ciertas caricias en su cuerpo.
—Pero Pippin ha dicho que sí logro comerme un dedo el mismo vuelve a crecer.
—¿Pippin? —dijo Bilbo sin bajar la mirada esta vez. ¿Cuántas tonterías no se decían últimamente en la comarca? Y para colmo Frodo era sumamente inocente. Suspiró—. ¿Peregrin Tuk? También te he dicho que él no parece ser buena influencia... Es un poco bobo.
—¿Bobo? ¿Qué es bobo, Bilbo?
Por un lado, Bilbo deseaba preservar la inocencia del menor. Esos ojos celestes de Frodo eran tan lindos y profundos como el firmamento en pleno verano, sin duda los amaba. Pero había una razón por la que decidió acogerlo; muy en el fondo Bilbo sentía que Frodo era igual a él y de ser así, le ayudaría en su camino, en su propia aventura, aún si la edad la tiene encima.
—Bobo, bobo... Bobo... —repetía el mayor cada vez más ansioso, pero por fuera en la comarca, el sol ya se ocultaba sin ni un sólo enano bajo el umbral de Bolsón Cerrado—. Es algo así como Peregrin, no tienes mucho qué pensar —dijo restándole importancia, al momento que una pregunta invadía su mente—. ¡No! De hecho, dime ¿Para qué quisieras tener un dedo fuera de su lugar y que crezca?
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Aniversario en Bolsón Cerrado ━ Thilbo
FantasyLa montaña solitaria es recuperada y Thorin sale vivo de la guerra de los cinco ejércitos. Tantas aventuras vivieron el enano y el hobbit como para enamorarse y prometerse amor eterno. Pero las responsabilidades no les dejaban descansar, y fue enton...