Cap. 2

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El caos reinó en el Gran Comedor despues de tal declaración. Quien iba a pensar que su salvador había ocultado su verdadera identidad tras un poderoso glamour indetectable.

Ante la fija mirada de todos, Harriet se retiro del lugar con la cabeza en alto y una gran elegancia, sorprendiendo a los sangre pura de la mesa de las serpientes.

A la mañana siguiente, nadie la vio hasta que fue hora de abordar el tren, donde se encerró en un compartimento y no dejo entrar a nadie.

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Se sentía cansada, adolorida y traicionada, no podía creer que le estuvieron mintiendo todo el tiempo. Pero ya era suficiente, esto había sido el colmo, ya no iba a soportar que la manipularan, no los dejaría volver a utilizarla. Y para lograr todo eso, primero debía deshacerse de los Dursley. Y no, no se refería a matarlos.

Al menos, aún no era el momento.

Al llegar a Londres, encogió su baúl, logrando meterlo en el bolsillo de sus pantalones, y salio rápidamente de la estación King's Cross, dirigiéndose hacia el callejón Diagon. Las miradas dirigidas hacia su nueva figura no se hicieron esperar, cada paso que daba era observado por los transeúntes de aquel callejón. Las ignoro completamente, fijando su mirada en la gran estructura que se alzaba frente a ella, el banco de Gringotts.

Entró, dirigiéndose de inmediato hacia una de los mesones que se hallaba desocupado, dispuesta cambiar toda su situación.

- buenas tardes, mi nombre es Harriet Potter, deseo saber si es posible hablar con el director del Banco.

El goblin la miro sorprendido por la cortesía con la que hablaba la joven, no era común que los magos y brujas los trataran con educación.

- espere un momento.

Paso muy poco tiempo y el goblin ya se hallaba de regreso.

- el director la esta esperando -le dijo y la guió por unos intrincados pasillos hasta que llego a una oficina. Al entrar en ella, de inmediato se vio deslumbrada por las riquezas que declaraban el lugar, pero se mantuvo con una expresión seria y fría.

- ¿que puedo hacer por usted, señorita Potter? -preguntó el goblin a cargo con desconfianza.

- quisiera emanciparse económicamente, y hacerme acreedora de la herencia Potter.

Su declaración sorprendió en sobre manera al director del banco, quien era consciente de las riquezas que tenían los Potter.

- para eso será necesaria una prueba de herencia -dijo el goblin, extendiendole un pergamino en blanco y una daga mágica- necesito que derrame tres gotas de sangre sobre este pergamino.

Tomo el pergamino y la daga, he hizo todo lo que se le pedía, para luego entragarle el pergamino al contrario. Decir que el director del banco estaba sorprendido era poco, estaba totalmente estupefacto, no había visto tal tamaño de riqueza en todos sus años.

- ¿hay algún problema, señor? -pregunto algo curiosa Harriet.

- vealo usted misma, señor-, digo, Lady Potter -dijo el goblin, extendiendole de vuelta el documento. La joven leyó el papel ahogando un grito de asombro. Sus riquezas eran inmensas, y estaba casi completamente segura de que Malfoy no le llegaba ni a los talones. Era heredera de no una, si no que de siete grandes casas, tanto oscuras como de la luz, y estas eran:

- la noble y antigua casa de los Potter.
- la noble y antigua casa de los Black.
- la noble y antigua casa de los Peverell.
- la noble y antigua casa de Slytherin.
- la noble y antigua casa de Gryffindor.
- la noble y antigua casa de Ravenclaw.
- la noble y antigua casa de Hufflepuff.

You don't know meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora