Los puentes son el ícono de la tragedia desde siempre. Día tras día, me paseo por el mismo lugar, caminando de un extremo a otro.
Casi nunca viene nadie por estos lugares. Uno que otro automóvil pasa junto a mí cada un par de horas mientras yo sigo mi recorrido diario.
Me apoyo en uno de los barandales y miro el vacío. Realmente es una larga caída. Aunque no estoy seguro si mueres antes o después de tocar el suelo.
Me habría gustado que mi vida fuera diferente. Haber estudiado lo que quería, estar con la persona que yo quería, trabajar en lo que yo quería. Pero en fin. Al menos ahora tengo mucho tiempo libre y lo puedo usar en lo que yo quiera.
Me detengo de golpe al ver a un hombre sentado en el barandal. me acerco a él relativamente rápido.
— ¿Estás bien, amigo? — El hombre se sobre salta.
Me siento algo emocionado, pero intento disimularlo para no parecer un raro.
— ¡Cielos! no te vi llegar. Me asustaste — dijo mirándome, aún sentado.
— ¿Y bien? — me acomodo junto a el del otro lado.
— Estoy harto de tener una vida sin sentido.
— Comprendo ¿qué tienes en mente?
— ¿No es obvio? — dijo casi riéndo.
Miré hacia abajo.
— El suicidio no te abre las puertas al cielo ¿sabes? — dije levantando una ceja — eso es blasfemia para dios...
— No creo en esas cosas. Si no puedes verlo ni tocarlo, no existe.
— Pareces un buen sujeto. Y parece que no importa lo que te digan, no cambiarás de idea — el hombre me miró algo confundido — bien, supongo que al menos puedo salvar tu alma.
— Así que eres uno de esos santurrones ¿eh? — di unos pasos atrás y le sonreí.
— No precisamente...
Exhalé profundamente mientras miraba al hombre.
Su expresión era la misma que ponían todos; y eso lo volvía muy divertido para mí. Primero abren bien sus ojos, luego la boca intentando gritar pero no pueden. Todo mientras que a mi persona comienza a escurrir chorros de sangre desde la cabeza a medida que ésta se parte en dos.
— Ay... Dios mío.
— Te hice cree. Pero aun así no creo que lo veas. — doy unos pasos hacia él y presiono levemente su espalda haciendo que caiga. — a pesar de estar cumpliendo con mi castigo... nunca me canso de este momento. — digo apoyado en el barandal viendo caer a aquel sujeto al vacío.
Fue divertido. Ahora a esperar al próximo.
Al fin y al cabo. Tanta espera tiene sus frutos.
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50 historias que te erizarán la piel
Mystery / Thriller50 historias tenebrosas para leer bajo la luz de un linterna mientras la oscuridad te rodea