Cuando nací, lloré como todos los bebés, guardé silencio cuando sentí el calor de mi madre, y bebí leche de su seno. Pero to lo fingí.
Cuando crecí, jugaba riendo a carcajadas como un niño normal. Pero todo lo fingí.
Cuando entré a la escuela, me juntaba con mis compañeros, y me hice de muchos amigos. Pero todo lo fingí.
Cuando tuve mi primera cita, me besé con aquella chica, y le dije que la llevaría a casa. Pero todo lo fingí.
Cuando mi madre murió, dije un discurso muy emotivo en su funeral, y derramé unas lágrimas. Pero todo lo fingí.
Cuando pasé el filo del cuchillo por el cuello de ese hombre, vi con agrado cómo salía la sangre a borbotones mientras emitía ese típico sonido de ahogo que siempre hacen. Me gustaba ese momento, porque no tenía que fingir.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.