-¡Viajar, seguro que es emocionante!- gritó Siesta, empujando sus grandes pechos contra el brazo de Saito.
En lugar de "viajar" Me dicen que es "tocar".
Con una cara llena de nervios, Saito hizo una breve alusión.
Dentro de un carruaje, sentados uno al lado del otro, se encontraban Saito y Siesta. Siesta llevaba un vestido de color verde oscuro de una pieza con botas altas. Además, llevaba un pequeño sombrero de paja, el cual, con el resto del vestido, le daba una bonita apariencia.
Con su pelo negro y su apariencia dulce e inocente, Siesta parecía muy linda en general. Más por lo lindo que fuese aquello, era muy difícil poder celebrar nada.
Maldición, mira que ponerme en este estado.
Y la peor parte es que al mismo tiempo, extrañamente, ese audaz movimiento de la linda Siesta seguía irradiando una dulce, inocente atmósfera.
Ya que ella se sentó junto a Saito, abrazó uno de sus brazos y lo apretó contra sus pechos.
-S-S-S-Siesta, cuando estás tan cerca de mí... tus pechos están tocando mi brazo...y...- dijo Saito entre balbuceos que cada vez eran más incomprensibles
-¡Ah, no te preocupes, yo sé lo que hago!- dijo una Siesta totalmente despreocupada y con un rostro sonriente.
-M-Me gusta, a propósito, esto... Que en éste lugar hay una persona, al igual que, oye, tú...
Saito, que no podía dejar de hablar, con el fin de tranquilizar su propia conciencia, protestó.
-No tienes de qué preocuparte por el conductor. Él es un golem.
La persona sentada al frente del carruaje era un golem, una marioneta que se convocó con el uso de poder mágico.
Ahora que lo mencionaba, sus ojos eran como perlas de cristal que emiten luz.
En consecuencia, esto incluso hizo más audaz a Siesta. Ella colocó su mejilla sobre el hombro de Saito y su boca cerca de su oído, mezclando su voz con suspiros.
-... Hacer cosas como ésta, sólo nosotros dos... ¿tenemos mucho tiempo, no lo crees?
-S-Sí...
-Creo que he oído rumores en algún momento, pero durante las vacaciones de verano, ¿qué hiciste con la señorita Vallière?
No puedo decirle eso.
No puedo decirle que Henrietta nos encomendó una misión secreta a nosotros.
A pesar de que estuve la mayor parte del tiempo lavando platos y esas cosas, es un secreto.
-Uh, Umm, es decir... yo trabajé en un bar. Louise trabajó en el castillo, así que... lo que hizo ella, yo no lo sé.- mintió Saito acerca de Louise. Decir la verdad sobre sí mismo estaba probablemente bien, decidió.
-¡Oh! ¡Un bar! ¿Saito hizo eso? ¿Por qué?
-Eh, eh, es que... no tengo nada de dinero.
-¡Si se trata de algo así, una cosa de dinero, sólo me tienes que decir y yo estaría feliz de ayudarte!
-¿Lo harías?
-¡Sí, no es mucho, pero he ahorrado mi salario!
Eso era de esperar de una fiable chica de pueblo. En lugar de malgastar el dinero, ella es muy cuidadosa.
Siesta le hizo la propuesta a Saito alegremente.
-Está bien. De alguna manera, ¡conseguí algo!