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"El color que más me gusta,
es el de su voz al pronunciar
mi nombre."
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Ya había pasado una semana desde que el moreno regresaba cada tarde al parque, cruzando por el mismo sitio de aquella tarde con la esperanza de encontrar a Jisoo; sin éxito, claro. Parecía que la tierra se hubiese tragado al muchachito.

Esa tarde estaba dispuesto a intentarlo una vez más, siendo sus planes frustrados por Minhao quien lo llevó casi a rastras hasta un pequeño (pero acogedor) café casi al otro lado de la ciudad.

El pie del más alto se movía con insistencia, dejando ver su inquietud. Por otro lado, el delgado chico era la descripción personificada de serenidad.

—Tu pie saldrá volando si sigues así.—

Volviendo la cabeza para observar a su hyung beber tranquilamente de su minúscula taza un poco de expreso, resopló deshaciendo sus brazos cruzados para recargarlos en la mesa.

—Lo siento, es que- —

—Tienes prisa. Se te nota.—interrumpió con una ceja alzada y una sonrisa leve. Dejó salir un suspiro, bajando la tacita blanca para mirarlo con interés.—¿De verdad no me vas a decir qué te trae corriendo cada tarde hacia la salida? Vamos, Kim.—dijo recargándose nuevamente en el respaldo del asiento.

El moreno sonrió al instante al recordar la razón. No era un "qué", sino un "quién". Rascando su mejilla, evitó la mirada del mayor como un niño tímido.

—No me digas... ¿Es una chica? ¿Un chico?—preguntó señalándolo.—Estoy seguro que es alguien, no algo. Y dudo que sea tu mamá.—

El comentario fue suficiente para hacerlo soltar una carcajada. Tendría que decirle al mayor de quién se trataba antes de que se inventara una exagerada historia en su mente. O bueno, antes de que le tirase café humeante en los pantalones para hacerlo hablar.

—Conocí a un chico- —

—¡Lo sabía!—acusó orgulloso de sí.—Continúa.—

—Sí... como decía, conocí a un chico en el parque el viernes pasado. Es el chico más lindo que he visto en mi vida, Hao. ¡Como un ángel!—explicó mirando hacia cualquier parte del techo mientras recordaba las delicadas facciones del muchachito. Finalmente, recargó el mentón en su mano, al mismo tiempo su codo reposaba en la mesa y en su rostro mantuvo una boba sonrisa.—Fui al parque al final de clases todos los días a partir de ahí sólo para verlo. Incluso el sábado y domingo.—

—Vaya, ahora tengo curiosidad por conocerlo.—comentó el joven chino, volviendo a tomar un sorbo de su taza.—¿Y qué más? ¿Le pediste una cita?—

Suspirando, negó remplazando su sonrisa por una mueca.—Ah, no. No lo he vuelto a ver desde entonces.—

—Lástima... ¿Al menos sabes cómo se llama?—

Bueno, por lo menos no había tenido mala suerte con eso.

—Sí, me sé su nombre. Le queda.—comentó. El mayor rodó los ojos y luego lo miró con insistencia. Casi diciéndole: "Ya, suéltalo". Pero aquello cambió cuando el moreno notó que ya no tenía su mirada asesina en él, sino que se encontraba mirando atrás con una sonrisa leve.

•Masterpiece;. «Minshua/Gyushua»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora