«La vida es como el helado: hay que tomarla a pequeños lametazos»
-El diario de KellyJennie pensó que nunca mejor entonces para haber seguido el consejo de su abuela y haberse mirado al espejo antes de abrir la puerta.
El timbre de la puerta la había sorprendido arrodillada en el suelo, con los guantes de goma y empapada de agua y jabón, por lo que ni siquiera se había detenido un segundo a arreglarse un poco el pelo. Claro que tampoco habría podido hacer mucho en un segundo para disimular el aspecto acalorado que tenía después de llevar todo el día inmersa en las tareas de la casa.
Estaba haciendo la tabla de ejercicios de Cenicienta.
No podía permitirse pagar la cuota de un buen gimnasio y, como solía decirles a sus hermanas, limpiar era mucho más productivo que caminar sobre una cinta.
Hasta con la ropa sudada del gimnasio habría tenido mejor aspecto que con aquella camisa vieja anudada a la cintura y con esos vaqueros empapados.
Para ser sincera, el tipo que había al otro lado de la puerta tampoco parecía haber prestado demasiada atención a su imagen. Tenía el pelo y como si acabara de levantarse y su expresión facial parecía confirmarlo.
Al igual que ella, llevaba unos vaqueros viejos, pero él los había combinado con una camiseta que debería haber tirado a la basura ya hacía algún tiempo. La diferencia era que su aspecto era deliciosamente bueno. Tan bueno que Jennie ni siquiera se había dado cuenta de que se había referido a ella con un nombre que llevaba intentando mantener en secreto desde la infancia.
Se quitó rápidamente los guantes de goma con los que había abierto la puerta para parecer muy atareada, por si era algún vecino que quería echar un vistazo a la casa para después comentar el mal estado en el que se encontraba.
-¿Quién pregunta por ella? -preguntó Jennie.
Tenía las hormonas tan disparadas que en cualquier momento podría olvidarse del sentido común y hacer alguna locura. No era de extrañar, eran las hormonas de las Kim. Pero Jennie las tenía bajo control.
-Min Yoongi.
Su voz era tan sexy como su imagen. Una voz grave y con un ligero acento desconocido para ella que le revolucionaron aún más las hormonas a la vez que aceptaba la mano que él le había tendido.
Una mano ligeramente suave y grande que envolvió la suya mientras ella lo saludaba con el tipo de voz que utilizaba su abuela cuando conocía a un hombre guapo. Una voz que anunciaba problemas.
-Muy bien, gracias -respondió él con una sonrisa en los labios.
Al ver aquella sonrisa Jennie llegó a olvidarse de la pinta que llevaba con el pelo despeinado, la falta de maquillaje y los pantalones mojados en las rodillas. Una sonrisa que hizo que se le formaran arruguitas alrededor de aquellos increíbles ojos.
Jennie había empezado a creer que no había heredado ese gen que hacía que las mujeres de la familia Kim se derritieran delante de un hombre guapo. Ahora sabía que había sido una ingenua por creerlo.
Lo que ocurría era que hasta ese momento nunca se había encontrado con un hombre que tuviera los ojos de ese color tan intenso. Un hombre con los hombros lo bastante anchos como para cargar con los problemas del mundo y tan alto que incluso ella no se sentía incómoda con su propia altura, algo que la acomplejaba, no le importaría ponerse de puntillas para besar esos tentadores labios. Un hombre con una voz que parecía susurrarle al oído.
Tenía ese aspecto desenfadado y peligroso de los viajeros que, desde hacía siglos, llegaban al pueblo la primera semana de junio para asistir a la feria anual y se marchaban unos días después dejando a su paso un montón de corazones rotos y algún que otro hijo sin padre.
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Un Amor Persuasivo ✦ Yoonnie/Yonnie ✦ Adaptación
FanfictionJennie era una auténtica luchadora, la fama de su difunta madre de sentir debilidad por los chicos malos no era precisamente algo que quisiera heredar. Por eso cuando apareció en su casa el guapísimo Min Yoongi y le dijo que aquella camioneta llamad...