1-Gente rara-

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Capítulo 1-

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Capítulo 1-

Miraba fijamente el reloj que con cada segundo avanzaba un poco más hasta dar una vuelta completa y repetir el proceso, estaba sobre la pared verde moco de esta carcel en la que me tenían.

Unos inmensos ventanales de un tercer piso iluminaban toda la habitación y sobre el escritorio frente a mi un muñequito de metal se movía de una lado a otro sostenido por un arco; Interesante...

—Y con eso cerramos el tema del internado— ¿Qué cosa? —Ira— volvió a hablar y llamó mi atención. Cuando notó que no lo miraba volvió a escribir en su libreta, apuesto cinco dólares a mi misma que escribió déficit de atención entre otros trastornos.

Que gente rara...

Una enfermera entró a la oficina, del médico que trataba mi "caso" y miró al doctor esperando una respuesta.

—No ha hablado y parece estar en otro lugar, no presta atención y puedo notar varios desórdenes psicológicos— Dijo aún anotando en su libreta otras cosas, disculpame doctor no sé cuanto pero estoy más aquí que tú, y yo también puedo notar varios tratornos psicológicos en tu comportamiento.

Por ejemplo, lo impulisivo que eres con el orden ¿cuántas pelusas hay aquí? No one, ninguna.

Te escondes detrás de esos títulos en la pared verde moco y tras una sonrisa que es obvio borras cuando llegas a casa por la noche y te das cuenta de la vida de mierda que llevas, de como le tendrías que haber hecho caso a tu madre de seguir con la empresa familiar y no ser un psiquiatra que no llegará a ser nadie.

Pero oh, casualidad, llega una chica psicopata que mató a su novio y a sus padres, por supuesto que te resolvió la vida, ahora con este caso tendrás como pagar comida ilimitada para tu gato... ¿cómo es que se llamaba? Ah si, michifusi.

Extraño nombre para mi gusto, pero acá en esta parte del mundo es necesario ponerle de nombre a tu mascota algo ridículo, por que si no, es aburrido.

—Ira— Volvió a hablar, estaba tan adentrada en mis pensamientos que no noté cuando los dos me miraban extrañados, ya habían dejado de hablar, y hasta una nueva persona estaba dentro de la perfectamente organizada oficina. No se lo esperaba, pero lo miré, tan intensamente que comencé a intimidarlo, o a quitarle el aire...

Lo miraba, la enfermera me miraba, yo le robaba su oxígeno y ella no se daba cuenta.

—Creo que tenemos un avance— la antes mencionada habló y ensanchó una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja, ridícula.

Dejé que respirara.

—Muy bien Ira, suficiente por hoy, mañana empezará tu nueva vida en el internado, hay chicos de tu edad con los que podrás hablar y hacer amigos— me seguía sonriendo.

¿Gente de mi edad, o asesinos y psicópatas?

Me levanté y comencé a caminar hacia el elevador, la tercera persona que nos acompañaba era un guardia, que en sus manos traía una campera blanca.

El ascensor es muy lindo, aunque me gustaría que tuviese espejos, solo tiene una baranda del lado derecho y las paredes acolchonaditas.

Antes de llegar al subsuelo entendí mis brazos hacia adelante y el guardia que no había dicho una palabra colocó una camisa de fuerza sobre mi cuerpo.

¿Por qué? Estoy en el pabellón A57, peligrosos.

Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron comenzamos a caminar por un largo pasillo lleno de puertas, se escuchan voces y algunos gritos, también golpes.

A mí ya me parece normal, hace 4 meses estoy en este lugar y aún no decidieron que hacer conmigo hasta que, hace unas semanas me aceptaron en un internado que queda en Alemania, al que me llevarán mañana por la mañana.

En la oficina el reloj indicaba las seis y cuarto cuando lo vi por última vez, y cuando vi el sol hace tres minutos arriba este me indicaba que ya serían como y media.

Genial, faltan quince minutos para la cena.

Llegamos a mi puerta, c4.

—Abre la boca— me negué —Que abras la puta boca mierda— me tomó de la mandíbula y apretó mis cachetes hasta que doliera, entonces abrí la boca y metió tres pastillas ahí, para después tomar de una botella con agua que acercó a mi boca para que bebiera, sin objeción bebí y tragué bajo su atenta mirada.

Me sonrió nuevamente, cerró la puerta y luego la ventanita por la que me dan comida.

Rapidamente escupí las pastillas y comencé a limarlas contra el piso arrastrándolas con los pies, así se deshacen, no tengo donde tirarlas.

                        ⋆  ⋆  ⋆  ⋆  ⋆

Un fuerte golpe en la puerta me despertó, las luces de mi habitación comenzaron a prenderse y me cegaron por unos segundos.

La puerta se abrió dejándome ver al psiquiatra y a dos hombres con él.

—Bien niña, llegó tu hora de irte de aquí, agarra tus pertenencias— Se rió junto a los dos hombres, intentaba hacerme sentir mal por no tener nada.

Agarré mi cepillo de dientras y lo sacudí frente a mi cara con una sonrisa, cosa que le sorprendió, no le había dirigido la mirada en seis meses hasta ayer, y una sonrisa de mi parte es un avance.

Ayer por la noche me habían sacado la camisa de fuerza para poder dormir y comer. Me pareció raro que para salir no me la pusieran, pero no me quejé

Nuevamente comencé a caminar por el pasillo, y ahora, después de tanto tiempo no solo lo veo como un pasillo gris, si no como una salida de este horrible lugar.

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Primer capítulo, espero que te guste y votes.

Se extendió más de lo que quería esta parte, pero planeé darle una entrada mejor.

~Coss~

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