XI

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Si solo pudieras ver, lo mucho que te amo, si creyeras de nuevo en mi, te cuidaría, toda la eternidad y me asusta...
- No puedo dejarte, me asusta que ahora seas tu la que no pueda seguir - Sus orbes verdes estaban fijos en los míos. Algo había cambiado, ya no me miraba con asco, ni miedo, con mis atenciones y mi buen comportamiento ella había logrado sonreirrme, a mí, a la chica que juro odiar. Tengo miedo, de que no pueda apartarme de ella, como todos estos días al anochecer. Me quedo con ella, tirada en aquella cama en el ático, mirando hacia la ventana, mirando el cielo nocturno, pero es hora. Le he dejado las puertas abiertas.
- Puedes irte ...- Le dije de repente y ella siguió a verme.
- ¿Lo dices enserio?- Amplio los ojos
- Claro que si...


《Había pasado tanto tiempo en la oscuridad que no me había dado cuenta de lo hermosa que es la luz de la luna》

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- No quiero que pienses que ahora no tienes escapatoria - No la tenía, me habia quitado esas esposas, ya no estaba sujeta a ese diseño de cabecera de la cama, ya no tenia la venda puesta, claro estaba, después de pasar la noche junto a su cálido cuerpo me encontré con la visión de ella, resaltando la blancura de sus dientes, el cuerpo relajado y con las manos ocupadas, con una charola entre sus manos que me imaginaba contenía el desayuno.
- Necesito el baño - No me atrevía a mirarla, pero debía de ser amble.
- Eres libre de moverte cuanto quieras - Dejo la pequeña tabla a un lado de la cama y asentí. Me tapé con la sábana y miré alrededor.
- Hay ropa en estos cajones, es ... tuya - Carraspeo - Gracias - Dije algo amble.
- Si, allí está tu desayuno, buenas días por cierto. - Salió de la habitación tímida y cerró la puerta tras de si.
Ni siquiera en mi época de tormento intentaba ser amble como lo era ahora, de todos modos no daba crédito, no quería cometer el error de confiar en ella de nuevo, podía no ser correcto ni la mejor idea. Entonces tras darme una ducha, en si mi higiene personal completa, vestir unos pants y una camiseta gris, baje, en calcetines, el ambiente tal vez sea soleado pero la cabaña era de ambiente fresco.
La vi, en un taburete desayunado sola, con una calma absoluta, mirando un programa de televisión antiguo que yo solía ver, sonreía, y se veía a mi pesar bastante tierna y concentrada sin que me presencia la dejara indiferente.

- Puedes cambiar de canal si quieres - Me ofreció y por unos intentes si pensé en hacerlo para ver las noticias, pero entonces la imagen de unas angustiadas chicas se me venían a la mente. ¿Cómo habrá dormido Taylor y Vero? Como no podía saberlo me deprimía a mí. Pensar que entre menos caso y poco le hiciera el intento de fingir lo "Enamorada que estoy de ella" menos tiempo me quedaré aquí.
- Esta bien así, gracias, solo que, te quería agradecer por el desayuno, ha sido un gesto muy bonito. - Se lo dije sonriendo.

"- ¡No puedo! No puedo hacerlo Verónica. Es mucho para mí y no veo otra salida, no puedo. ¡Perdón!
- No Lauren no me digas eso, por favor, si que puedes, no estas pensando, no lo hagas.
- Me abandonó, no sabes como fue, no ha podido quedarse conmigo...
- No llores, tranquila, por favor cálmate, dime donde estas.
- Vero ella se fue, me ha dejado ... "

Verónica nunca entendió aquella dependencia tan enfermiza de la que siempre trataba de mantener para sentir algo. Los días pasan tan rápido, no es como un secuestro normal, ella no me deja salir claro, pero me mantiene móvil y libre por la extensión de la cabaña.
Yo pasé días humillando mi credibilidad, mi mente entera para poder encontrar el "fallo" pero no había tal cosa, yo estaba muerta en vida, tan vacía, solo necesitaba que todo estuviera a mi favor, pero eso nunca pasaría, eso era tan triste y patético. Algo que debí de entender en aquellos años era que Camila tenía un ego enorme, una auténtica familia y una belleza impresionante. Por lo tanto una autoestima elevada, y yo, también lo tenia, y nunca me di cuenta de eso.
De verdad traté de quitarme la vida no solo por ella, su poco amor, sino el recurrente intento de la aprobación de personas horribles, egoístas y toxicas. Nadie iba ayudarme, solo yo podía, yo lo sabía pero no quería creerlo.

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