Pensando en Julio

Deconstrucción

En una sociedad que cada vez pretende ser aún más igual, nos diferenciamos de ella al ser un caos controlado. El conjunto de nuestras acciones y pensamientos encajan, de manera imperfecta, con los de los demás. Esta interesante relación nos orienta en el viaje de convivencia cotidiana.

Así como el arte deconstructivo fragmenta sus obras para hacerlas resaltar; nosotros nos fragmentamos en el diario aprendizaje. Rompemos nuestra percepción sobre diversos aspectos, para rellenarlo con un mejor entendimiento de la circunstancia. Construimos sobre imperfecciones para darle una nueva tonalidad u orientación a los pensamientos. De igual forma que un edificio moderno resalte en un barrio antiguo: nosotros nos haremos notar al adaptarnos y mejorar sobre lo hecho anteriormente.

El mundo esta repleto de simetrías, tanto en sus instituciones como relaciones. Pero estas han pasado a segundo plano. Ultimamente, lo que notamos, es aquel individuo que es asimétrico; el que no se compone y conforma como todos los demás; el que se dobla y adapta una nueva forma, en vez de quebrarse ante las presiones externas. Este, consideramos, es el ideal de nuestra esencia. Al crecer y aprender construimos una perspectiva y orientación hacia el mundo; sin embargo, es momento que la deconstruyamos y tomemos fragmentos de los demás para crear una mejor.

La simetría podrá ser bella hacia el exterior, pero no aporta nada al interior. En cambio, la asimetría, permite constituirnos de la manera deseada y aportar a lo externo lo que creemos óptimo.

Por los aspectos y valores que presenta el deconstructivismo a la sociedad, es que lo valoramos de esta forma. No solo nos aporta una forma de apreciar más la construcción final, sino que nos dirige a cuestionar lo que está detrás de la misma. ¿Será una estructura tradicional, o mas bien, una nueva forma? ¿Seremos, nosotros como individuos, firmes y tradicionales, o abriremos la puerta a lo maleable y moderno?