1|Laura|

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5:31 am marcaba mi celular al momento que lo dejé en la mesita de noche

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5:31 am marcaba mi celular al momento que lo dejé en la mesita de noche.
La cama estaba realmente cómoda, pero no es eso lo que me ha llevado a no descansar.
Mi prometida llevaba más de seis horas en un agradable sueño y yo aún me encontraba nerviosa por el día que se avecinaba.
¿Qué desastre había causado en mi vida?

Esto se está tornando algo desconcertante, pero es que, aún no deja de serlo para mí.

Hace cinco años mi situación económica se basaba en un lindo bar a la esquina de una torre de apartamentos lujosos. Daba un pequeño concierto de una hora cada noche para alegrar a la gente que pasaba y, con suerte, el dinero llegaba a mis bolsillos.
Mi música era realmente complicada al parecer para la mayoría de la gente; cautivaba a varios pero al final del día seguía sintiéndome vacía y sola.
Vivía en un apartamento espacioso pero igual de triste que yo, en la ciudad de New York; el dinero no hacía falta debido a que contaba con otro trabajo de medio tiempo atendiendo personas en un lindo café con estilo rústico.
He de reconocer que el mandil que llevaba en las piernas me hacía lucir espectacular.
Después de un tiempo el karma se hizo cargo y me mostró a un ángel hecho humano; Rachel.
Rachel era una niña rica de diecisiete que podría arruinarme la vida y mandarme a prisión cuando así lo quisiese. Pero corrí con suerte al conocerla y saber que ella no era así.
Para ese entonces yo tenía veintitrés y cautivarla no fue nada complicado.

~***~

Una fría noche de enero me dedicaba a tener mi descanso después de tocar durante cincuenta minutos. El frágil cuerpo de Rachel se encontraba reposando cerca de la barra pidiendo piñas coladas. Su cabecita rubia con cabello lacio miraba fijamente al barman mientras él se ponía cada vez más nervioso. La escena me hacía reír desde el otro lado del bar, sentada en un sillón de cuero rojo que combinaba con todo el lugar dándome la tarea de contemplar a aquella chiquilla y su notable inocencia. Estaba sola, no tenía compañía ni amigos cercanos a mi locación así que decidí hacerme una nueva.
Pasé mis dedos por mi cabello rizado y me paré tratando de lucir segura de mi misma, mientras me daba el esfuerzo por sacudir mi camisa negra con decoraciones en rojo que lucían bastante bien con mi chaqueta, pantalón y zapatos negros. Desabroché a propósito mis tres primeros botones y me acerqué sin más.

—Lo de siempre, Ricky–Mencioné en alto mientras me acomodaba en un banco al lado de la chica y salvaba a mi amigo el barman de una mirada incómoda–sabes que a chicas con cara de bebé no les sirven alcohol, ¿verdad?

Aún puedo recordar su bochorno al escucharme decirlo, cómo perdió su mirada en la barra de granito marrón y dejó caer accidentalmente algunos mechones rubios sobre su cara, evitándome ver con detalle sus facciones.

—Y-yo...

—Tranquila, podría invitarte una ronda con ron si así lo prefieres–reí por lo bajo y ella también lo hizo, pero con nerviosismo–.

—Soy muy pequeña, no sé lo que hago aquí–volteó la cabeza y me permitió ver una piel fuera de imperfecciones, ojos esmeralda muy vivos y labios delgados pero boca grande color rosa natural con un poco de rímel en sus largas pestañas. Era realmente angelical–Me llamo Rachel Anderson, un gusto.

El entusiasmo que usó al pronunciar esas palabras más el estirar su mano hacía mí para saludarla, derritió mi corazón.
Era demasiado dulce.

—Laura–tomé su mano y le dediqué una sonrisa, aunque no pude evitar que fuera un tanto burlesca–Pergolizzi.

—¿Laura?–cuando su expresión cambió, ahora yo era la cuál se encontraba avergonzada–.

Y para evitar preguntas incómodas, mi buen amigo Ricky me entregó mi Bloody Mary que en vez de dos shots de vodka, me ponía cuatro. Él me conocía bastante bien.

—Toma, va por mí. Y a la señorita tráele algo bueno–saqué unos dólares de mi bolsillo.

—No debiste hacerlo, yo tengo suficiente dinero.

—Sino pago yo, no dejaran que te diviertas, Rachel.

El resto de la noche reímos y ella me contaba todas sus penas.
La mayoría familiares y realmente tristes, puesto que nunca la habían dejado tomar decisiones por su cuenta.
Esa noche recuerdo bien la razón por la cuál había terminado en el bar.
La mamá de Rachel, Emma, había complicado su vida al no dejarla marcharse a la universidad que deseaba; prefería una y mil veces que se quedase a estudiar en New York cualquier carrera que prefiriese antes de irse fuera. Discutieron muy acaloradamente y eso fue la gota que derramó el vaso.
El pequeño ángel salió de su caro apartamento y se embriagó de piñas sin alcohol en el más próximo bar, y eso que hablamos de un local que se encuentra al lado.
Me conmovió por completo su manera de ver las cosas, cómo nunca le habían permitido ver más allá de un mundo de apariencias y cómo le cerraron la puerta a miles de experiencias únicas que debió haber tenido durante sus cortos diecisiete. Aunque después de sus descontentos, comenté mis raras historias sobre cómo iba a fiestas con amigos y terminaba en el estacionamiento de un supermercado tirada en el asfalto.
Su melódica risa invadía mis oídos y causaba un increíble agrado de mi parte.

~***~

Ahora, comparado con lo que estamos viviendo después de cinco años, no puedo creer que Rachel sea la misma persona.
Sacudí mi cabeza para evitar más pensamientos de las primeras veces que nos vimos, y me paré de la cama con sólo mi ropa interior azul para así dirigirme a los enormes ventanales de la habitación con decoración victoriana en verde y blanco que dejaban a la vista una luna preciosa.
Miré a mi alrededor y sólo vi un mundo vacío.
No es que el apartamento no fuera suficiente, no es que los colores o los muebles no me gustasen. No se trataba de que los trajes caros me parecieran tontos.

No, nada de eso. Esto se trataba de ella y yo, de cómo las dos habíamos cambiado para causarnos daño.

Abrí las puertas del balcón y salí para ver las estrellas más detalladas. Ahora una tristeza gigantesca invadía mi ser y las lágrimas tentaban a derramar.
Sacudí mi cabello con mi mano izquierda a modo de desesperación y con la derecha sequé mis mejillas.
Imploré mientras veía el increíble cielo estrellado que esto terminara.

Nuestra relación no me dejaba mostrarme como en verdad era y tampoco me quedaban ganas de vivir una falsedad.

•••

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Los capítulos son cortitos al principio pero ya verán cómo van cambiando y volviéndose más largos.
Gracias por leer ❤️

Soulmates | LPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora