Por donde comenzar. La vida es rutina, sentir es un ciclo.
Intentar complacer a los demás es como tomar café una mañana.
Querer agradarles a todos es como la segunda mañana que despiertas y vuelves a seguir tu rutina, tomando una taza de café.
Una vez experimentas lo dulce y ligero de ese rico calor ingresar a tu sistema lo amas. Bueno lo amas solo si soportas lo amargo que trae consigo en el fondo.
Cuando eres querido o por lo menos sientes que te necesitan es como una taza humeante de delicioso café. Entre más lo tomas más superas lo amargo de su sabor, más lo necesitas.
Te vuelves adicto al café así mismo funciona con querer que te quieran. Entre más te quieren más te preguntas hasta cuando durará ¿Sí es infinito? o ¿sí es real?
Por ello al desayunar le huía al café, las personas que conozco que toman café al final cuando lo dejaban o intentaban no tomarlo sufrían de dolores de cabezas. Termine temiéndole al café tanto como le temía al querer.
Querer a tu familia es algo que llena algo que te une y sabes que está ahí es un vínculo inquebrantable que no se ve pero se siente y pase lo que pase ese vínculo seguirá en pie, pero con los amigos es distinto a veces por más que uno los quiera nadie asegura el futuro ni mucho menos que ese vínculo no logre romperse. No los une la naturaleza ni la sangre los une la confianza de quererse pero cuando esa confianza se daña, es como un plato rajado seguirá siendo un plato pero hagas lo que hagas al final del día esa porcelana tendrá una rajadura.
El amor me aterraba tanto que solo clasificaba a las personas de tres maneras: mi familia, mis amigos y conocidos.
Ósea como huía del café huía del amor.
Lo cual era tonto es imposible vivir sin amar, sin darnos cuenta amamos la brisa suave que pasa y nos recuerda por alguna razón un momento lindo en el verano.
Ame tanto sin darme cuenta.
Atten: Alguien que ama con la panza.
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