Capítulo 1.

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   —¡Basta Fred! He dicho que no vamos a salir.
   —¿Ni siquiera por el cumpleaños de Chica? Van a estar esperándote.
   —Lo siento, pero no iré. Le inventaré una excusa pero no planeo ir contigo a mi lado.
   —¿Qué quieres que haga? No me puedo alejar de ti. Creeme que si pudiera lo haría para ya no "molestarte".
   —A también me gustaría que te alejaras.
   El pelicastaño se recostó en su cama mientras hacía a un lado el obsequio que con tanto esfuerzo había hecho para su amiga, se arropó y se quedó mirando el techo. De repente su mirada se posó en el cielo nocturno que podía ver por la ventana de su habitación, pudo ver que las estrellas brillaban bastante.
   Fred.
   —¿Qué?
   —Desearía que te alejaras de mí.
   —Y yo desearía tener cuerpo propio para ser más molestia.
   Por debajo de las estrellas se empezaba a ver como diminutas estrellas caían, era cómo una lluvia de estrellas, solo que las que originalmente estaban ahí no se movían para nada. Ese hermoso espectáculo provocó que al chico le causara demasiado sueño que al instante se quedó dormido.

   Los rayos del sol entraban por la ventana del chico de ojos azules, éstos lastimaban sus ojos a pesar de que estaban cerrados así que decidió taparse de pies a cabeza para que nadie interrumpiera su sueño.
   Freddy...
   —Calla Fred.
   —Freddy, abre los ojos.
   Éste hizo oídos sordos a las palabras de Fred, tomó la almohada y se la puso en la cara.
   —¡Freddy!
   A Freddy le quitaron las sabanas y la almohada de la cara. Éste se sorprendió ya que no había nadie más en la casa. Abrió los ojos y se encontró con un muchacho de cabello castaño obscuro, piel blanca y ojos negros brillantes.
   Qui... ¿¡Quién eres tú!? —el pelicastaño bajó de la cama de un salto.
   —Freddy calmate...
   —¿¡Cómo sabes mi nombre!? ¿¡Cómo entraste a mi casa!? ¡Voy a llamar a la policía!
   El chico misterioso golpeó a Freddy en el rostro para que se callará y calmara. Éste lo miró mientras sostenía la mejilla en la que fue golpeado.
   —Así no se podía hablar contigo.
   —¿Fred?
   —Felicidades, has adivinado, te ganaste un aplauso.
   —¿Cómo... Es posible eso? ¿Tienes un cuerpo?
   —Al parecer.
   —Eso es increíble.
   —Bueno, ahora que soy libre puedo hacer lo que yo quiera. Y elijo no ir a la escuela.
   —Tu vas a ir a la... ¡La escuela! Lo olvidé por completo.
   Freddy corrió hacia el armario para sacar su uniforme escolar, mientras que Fred se sentaba en el borde de la cama mientras miraba sus piernas.
   —Voy a extrañar flotar y ser invisible para todos.
   La visión del pelinegro se obscureció por una camisa de cuello que Freddy le lanzó.
   —¿Qué es esto?
   —Una camisa, ya te dije que vas a ir a la escuela. Supongo que eres de mi talla ¿no?
   —Eso creo. —Fred examinó la camisa mientras ponía una expresión de desagrado.
   —Aquí hay un pantalón, corbata y tenis. —el castaño dejó la ropa sobre la cama.
   —Freddy.
   —¿Qué pasa?
   —Si ya no soy el parásito que vive en tu mente y se apodera de tu cuerpo... Entonces ¿Qué se supone que soy ahora? ¿Una persona más?
   —No sabría responderte eso, ahora eres tú el que decide que es lo que quieres ser. Un parásito, una persona o un inadaptado.
   El pelinegro no dijo nada al respecto, solo se desvistió y se puso la ropa que Freddy le había dado.
   —Pero... —habló de nuevo el castaño. —Para eres como un hermano, el hermano menor irritante.
   —No soy el menor, ni mucho menos irritante.
   —Entonces eres el gemelo malo. —sonrió Freddy.
   Fred solo suspiró molesto y siguió cambiándose de ropa al igual que Freddy.

La noche de las estrellas lloronas. (Fred x Freddy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora