Introducción

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Eso era todo, estaba más cansada de la que nunca había estado en todo mi vida. Me apoyé en el tronco de un árbol y traté de regular mi respiración. Me solté el cabello y me senté en el piso, una suave brisa cubrió mi cuerpo, me sentí agradecida por eso. Me volví a parar dispuesta a irme de regreso a mi casa, pero un ruido me distrajo.

Caminé con lentitud hacía donde provenía aquel ruido, con cautela me escondí entre los arbustos y me dispuse a ver. Vi a un niño, creo que de mi misma edad, con sus ojos cansados y su semblante flojo, sus cabellos en punta de color plata y su rostro cubierto por un tipo de máscara que solo le cubre la mitad, parece tan pacífico y relajado. Voltié en dirección contraria a la de él.

-No te han dicho que espiar es de mala educación? - escuché de una voz apagada, y él dueño de aquella voz estaba detrás mio.

-Si es así te ruego que me perdones - le respondí con sorna.

Él se quedó callado y simplemente volvió a caminar, yo por mi parte volité a verlo. Él estaba usando una bufanda color verde y creo que se podían distinguir unas cuantas hojas dibujadas en ella, su rostro no era serio, era algo mucho más relajado. Paró de caminar me dirigió la mirada, sus manos estaban en su bolsillo y su bufanda, al igual que su cabello, se movian con el aire.

-Se te ha perdido algo? - me preguntó. Indiferente.

-A mi no se me ha perdido nada, a diferencia de ti. - le contesté y me puse a caminar.

Caminé hasta que escuché como las hojas caídas de los árboles se rompían bajo el correr de una persona, supongo que el chico este. De pronto el estuvo en frente mio, mirándome, de hecho evaluando me, con esa frío color de ojos casi gris. Se acercó poco a poco, quería hablar pero algo me detenía.

-Y ¿Se puede saber qué he perdido? - preguntó él.

-Se te perdieron tus modales. Pero bueno, ese ya no es mi problema. Busca los tu solito - le respondí con sorna.

-Entonces tendré que pasar más tiempo de lo que esperaba aquí - me sigue el juego - ¿Dónde olvidaste los tuyos?

-Yo nunca dije que los tuviera, pero probablemente están en mi casa.

Él comenzó a reír, pero no de manera exagerada o muy ruidosa. Muy al contrario. Su risa, al igual que su voz, es modulada y de alguna manera totalmente extraña logra transmitir paz y relajación, no es chillona pero tampoco es grave, algo así como un equilibrio totalmente exacto. Su risa duró menos de cinco segundos.

-Kakashi Hatake - se presentó.

-Un gusto. - le dije y comencé a caminar en dirección contraria a la de él.

-Espera! - me agarró del brazo - aún no me has dicho tu nombre.

-Confío que no. Tal vez algún día. Adiós Kakashi Hatake.

Sin más comencé a irme a mi casa, quería descansar, no tenía ganas de hacer nada. Escucho como los pasos de Kakashi se alejan, al igual que los míos. Pronto y casi sin notarlo llegué a mí casa. Entré y, como era de esperarse, estaba vacía. No había nadie y la única compañía que tenía en ese momento eran los muebles y el viento que golpeaba con suavidad.

¿Quién lo diría? Que ese momento fue el primer eslabón para una cadena de sucesos caóticamente buenos. Y ahora estoy aquí, viendo al chico de cabello plateado, él está indiferente a lo que pasa al rededor. Hoy es el día, hoy comienza la verdadera historia.

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Hola! Este es mi primer fan fic y pues espero que les guste.

PD: La portada esta hecha por MissCumberCollective, si quieren una buena portada les aconsejo que le pidan a ella.

Bye! :3

No more sorrow [PAUSADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora