1.
Protestar no iba servir de nada. Mis padres habían tomado una decisión y no iban a cambiarla, aunque yo estará atada a un árbol gritando como una loca desquiciada.
El árbol estaba a pocos metros de mi casa, así qué el vecindario podía verme con una expresión natural, ya que siempre creaba escenas.
-No a la mudanza. No a la mudanza. -dije agitando el cartel qué tenía entre mis manos
-Alice, no seas dramática...vas a acostumbrarte, tendrás nuevas amistades, tal vez... -Mi madre, Elizabeth, trato de convencerme.
Ella tenía ojos celestes, algo qué había heredado de ella. También tenía una cabellera morocha y su piel era pálida, tal como la mía. Siempre me decían que lucía igual a ella; era cierto.
-¿Yo, dramática? Mamá, pienso seriamente que no deberías de usar ''Alice'' y ''Dramática'' en la misma frase. -la interrumpí- además, creo que si fuera dramática, prendería fuego el auto para no ir a la nueva ciudad...una idea que no suena tan mal.
Ella se giro, dándome la espalda y aunque no podía ver su rostro estaba segura de que estaba poniendo los ojos en blanco. Mi padre, Thomas, se dirigía al auto para dejar algunas cajas, en él.
-¡Papá! Borra esa sonrisa, la mudanza no es buena. -me cruce de brazos, dejando que el cartel se cayera al piso, me reí inocentemente y miré a papá- ¿Podrías alcanzarme mí cartel? -estire ambos brazos tratando de tener el cartel en mis manos algo que era imposible porque no tenía unos brazos tan largos.
Papá agarro el cartel y se acerco al automóvil para asomar su cabeza y dejar el cartel que con bonitas letras decía 'La mudanza: el terror de cualquier adolescente'
-Solo serán unos días...
-¡Eso mismo es lo que dijeron cuando nos mudamos para aquí! Papá, yo sé que haz conseguido un buen trabajo allí, pero yo aquí he conseguido amistades y demás ¿Acaso no importa?
-Alice, eso funciona con tu mamá.
-Me rehusó a cambiar de casa ¡ME REHUSÓ!
Mi mamá se unió a la discusión interminable. Había que ser realista; no conseguiría nada. Pero valía el intento. Muchas veces pasaba estás cosas, debería de estar acostumbrada; pero no. Cada vez que me mudaba a un lugar en menos de un mes conseguía buenas amigas y calificaciones perfectas. Pero cada vez que me adaptaba mi madre me daba la noticia de que nos mudaríamos. Y eso ha sido siempre así.
Tal vez si no me adapto; viva en aquel lugar para siempre. En el auto estaba todo lo que debíamos llevar; el camión de mudanzas se encargaba del resto.
Pero yo no quería dejar el lugar; mi papá se subió de copiloto al auto y le sonrió a mamá, quien estaba cerca de la entrada de nuestra ex-casa. Se acerco al árbol para tratar de convencerme, me dije a mí misma que debía evadir las ofertas tentadoras que me ofreciera, aunque ella pensaba que me encantaba la ropa, y los chicos; algo que era realmente lo contrario. Me iba más al lado de la música y la comida.
-Tal vez halles más tiendas de ropa.
-No me gusta ir de compras. -dije cruzándome de brazos, y desviando la vista hacía el césped recién cortado.
-Está bien, pero espero que los vecinos tengan piedad como para alimentarte una vez al mes.
Vaya... a eso no lo veía venir.
-¿Me podrías desatar? -le miro con ojos suplicantes. Mi plan A no había funcionado, no me malinterpreten no es que tuviera un plan B.
Me subí al auto y miré a mi mamá luego a mi hermano que estaba con una sonrisa porque él sabia que yo me volvería loca en cualquier momento y se quedaría con mi habitación.. le dedique el dedo del medio y él me sonrió , si, a veces peleábamos como hermanos normales, pero después de todo yo sabía que él me quería y él sabía que yo lo quería a él.
-¿A donde iremos? -digo de mala gana.
-A San Francisco, tenemos una sorpresa para tí -sonreí con algo de ilusión- cuando lleguemos. -borré mi sonrisa.
Con cara de pocos amigos, me puse los auriculares en mis oídos. En todo el viaje escuché música, mis ganas de ir a esa nueva ciudad era como mis ánimos en las horas de matemáticas
*
Vi la casa que estaba frente a mis ojos, debía admitir que era hermosa, un poco pequeña, era de color blanco, la pintura estaba algo desgastada pero aún seguía siendo hermosa. Me acerque a la puerta color azul baje la vista viendo una alfombra que decía claramente; ''bienvenidos'' y entré. Fui a la cocina, me rugía el estomago pero recién nos habíamos mudado, no creía que hubiera comida en la nevera, pero de todos modos la abrí; y no había algo sorprendente porque no había nada. Vi una ventana y me acerque a ella, los rayos del sol iluminaban las flores que había fuera de la casa.
Quise saber como sería mi habitación, bueno, era muy obvio que no quería ver como sería el lugar; solamente quería ver cuanto iba tardar en llenar las paredes de posters, al limite de que no se vea su pintura.
Pensaba que la mudanza no iba mal, pero ese fue el único momento donde lo pensé, porque mamá llegó con una caja, y tenía un mal presentimiento, porque eso siempre pasaba. Si no era ropa que había elegido ella, eran los suéteres incómodos que tejía la abuela, supuse que era la ''gran'' sorpresa planeada.
Mamá dejo la caja en el piso y se fue con una pequeña sonrisa, en mí parte ví la caja que se..movía, y pensé que estaba actuando en una película de terror, ya podía escuchar la canción que siempre ponen cuándo se acerca el asesino, abrí la caja con ambas manos, imaginándome, ahora, una canción de suspenso.
Había confirmado mis sospechas; era un animal, un lindo perro, me gustaban, pero no me gustaba la parte en dónde debería limpiar sus necesidades, y la mayoría del tiempo, para mí suerte, mis mascotas hacían el numero dos.
Mi hermano, Max, paso por mí habitación y largo una carcajada, fruncí el ceño, y miré al perro quién estaba haciendo mí alfombra nueva, su baño, y además ¡EL MALDITO PERRO HACÍA EL NUMERO DOS!
n/a; hola, soy nueva en esto, lel, pronto aparecerán los demás personajes :D
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friends
Teen Fiction❝Cambiar de personalidad no fue una buena idea, pero hacer amigos sí. creo..❞