꒰ O5 ꒱

9.8K 1K 124
                                    

Sus pies se movían al ritmo de la música, brincando de un lado a otro y jugueteando con su falso micrófono. Después de que Jeongyeon se fuera para dar las lecciones, la castaña se aseguró de pasarla bien mientras estaba ella sola en la casa.

Ella y casa sola, lo mejor de todo.

Su tío JiMin había salido para hacer unas vueltas, su hermano estaba trabajando y la única compañía que tenía antes era Jeongyeon, que ya se fue como hace treinta minutos.

La casa era solo suya en ese momento, se sentía tan libre y a veces se sentía como una reina, bailando y cantando de un lado a otro. Cuando la canción paró, fue a la cocina, próximamente sonaría otra; abrió el refrigerador buscando qué tipo de bocadillo podría comer, también que fuera decente, eran como las cinco de la tarde y no faltaba poco para la cena.

De imprevisto comenzó a sonar una de sus canciones favoritas, su cuerpo reaccionó enseguida al ritmo lento y sensual de la canción, dando pasos que si su hermano la viera, sabía que se podría a morir allí mismo.

Lo mejor de estar sola en casa era que podía hacer lo que quisiera, nadie la estaba viendo, solo estaba allí bailando alocadamente, disfrutando de esas pocas veces que se quedaba sola en casa.

Cerro el refrigerador, después de haber encontrado un chocolate completo, que ni le interesaba de quién fuera se lo comería, igual después culpa a su hermano. En la parte del coro, salto al sillón quedando de pie, moviéndose al ritmo de la música, sus caderas se perdían y su cuerpo reaccionaba.

Sus quince años debía disfrutarlos, aunque no lo hacía como sus amigas, prefería hacerlo de ese modo.

La música paró, cuando el sonido del timbre se escuchó. Apagó rápido el equipo y se acomodó para recibir a quien sea que sea, estaba un poco molesta por la interrupción de su tiempo.

¡Justo cuando estaba moviendo su colita de un lado a otro!

Bufó y abrió rápidamente la puerta, sus ojos saltaron y trago duro, no esperaba que ella estuviera allí. Jeongyeon, tenía sus manos en sus bolsillos, su risa era nerviosa y golpeaba el suelo con su pie, mordió su labio y su mirada se hacía en el pecho de la castaña. Nayeon se sonrojo y cruzó sus brazos.

— Hola yeonnie — saludo Nayeon impaciente, pero con una sonrisa — ¿Qué te trae por aquí? — Su voz salió amablemente. La peliazul solo intentaba no mirar a Nayeon.

— Venía a buscar mi cargador — dijo un tanto nerviosa. Nayeon regalo una sonrisa, sin dejar de cruzar sus brazos.

— Bueno ¿Dónde lo dejaste? — la castaña alzó su ceja, intimidando a la mayor.

Jeongyeon trago y señaló el mueble cerca del televisor, justo el mismo mueble donde Nayeon se movía como una quién sabe qué. La castaña no pudo evitar sonrojarse.

— Ya lo busco — Dijo haciendo que Jeongyeon esperara. La peliazul no muy confiada alzó su mirada para buscar a Nayeon y claramente lamentó haberlo hecho.

La castaña no era una persona de mucho pensar, se dobló por el mueble sin buscar una comodidad para buscar el objeto, dejando a la vista su trasero, que se resaltaba por sus diminutos shorts.

Jeongyeon apartó la mirada sonrojada por lo que acaba de ver, y cuando Nayeon se reincorporo, todo empeoró aún más. Su blusa se había corrido enseñando sus clavículas, y esa blanquecina piel, su torso resaltaba, la blusa que antes estaba abajo tapando cualquier parte, ahora estaba alzada mostrando el abdomen de la chica.

Al parecer Nayeon fue la única que no se dio cuenta de nada; claro, ya que pasó sus dedos por la mirada perdida de su compañera; Jeongyeon reaccionó enseguida, con total nerviosismo, sus mejillas pintadas de rojo y con dedos temblorosos.

un novio para Kook¹ | taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora