Últimas notas.

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27 de Septiembre de 2014

Joaquín estaba sentado bajo la sombra de un árbol mientras leía una de sus historias favoritas, el fantasma de canterville.

El aire era fresco y al rededor se escuchaba el murmullo de las personas que estaban en la cafetería, ese lugar era perfecto para leer porque nadie lo molestaría.

—¡Hola!— Joaquín pegó un brinco en su lugar causando que el libro resbalar de sus manos, se quejó e hizo un puchero por perder la página en la que iba. —Ups, perdón, no quería asustarte— volvió a hablar el chico y Joaquín levantó la mirada para ver quién había interrumpido su increíble lectura.

Cabello rizado, mejillas sonrojadas, ojos brillantes y sonrisa perfecta. Un ángel, fue lo único que pudo pensar Joaquín al ver tremenda belleza.

—En serio, perdón, solo quería hablar contigo— el menor pareció volver en sí cuando el chico volvió a hablarle, entregándole el libro que se le había caído.

—No te preocupes, no fue tu culpa— sonrió levemente y tomó el libro de las manos del chico.

—Me llamo Emilio, Emilio Osorio— se presentó el chico de rulos.

Y es que Emilio no pudo resistir la tentación de acercarse a ese chico, era pequeño, con una piel suave, nariz perfecta y una inteligencia notoria. Ese pequeño había llamado su atención desde el primer día y por fin se había acercado, con el estómago revuelto y el rostro caliente, pero valió la pena cuando pudo ver su sonrisa.

La sonrisa más hermosa que haya visto.

—Joaquín Bondoni— fue lo que le respondió a Emilio.

—Y... ¿qué estás leyendo?— preguntó Emilio, no le gustaba mucho la lectura, pero quizá podría gustarle si Joaquín le contaba sobre libros con sus ojos brillantes y hermosa sonrisa.

Por Joaquín todo valía la pena.

Martes 29 de Enero

El menor no podía salir de su asombro, sus ojos comenzaron a cristalizarse y sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo.

Su madre entró a la habitación con una sonrisa cálida y se agachó para dejar frente a Joaquín, el cual estaba sentado en el piso, tres notas, las últimas tres notas.

—Es un gran chico, te apoyo en lo que decidas— fue lo que dijo su madre antes de salir y dejarlo solo de nuevo.

Tomó la nota que tenía 15 marcado y la leyó.

"Te prometí que volverías a saber de mí, Joaquín Bondoni, y que te conquistaría de nuevo si era necesario. Aquí estoy, pequeño ángel, cumpliendo mi promesa.

15/17"

Tomó aire y leyó la siguiente, lágrimas calientes rodaban por sus mejillas mientras una sonrisa adornaba sus labios.

"¿Recuerdas que en la segunda nota te dije que te haría una pregunta?, espero haber logrado ganarme el «sí».

Cada nota la hice con una sonrisa en mi rostro, porque siempre logras eso en mí, desde que te conocí fue así.

No puedo pedirte algo muy apresurado, pero tampoco quiero pasar más tiempo contigo como mi amigo.

16/17"

Una parte de él solo quería gritarle a Emilio que para el siempre sería un «sí», que le pidiera lo que sea sin importar que tan apresurado fuera, pero leyó la última carta...

"Joaquín Bondoni Gress, ¿te gustaría tener una cita conmigo?

17/17"

Se levantó con la nota en su mano y bajó las escaleras, esperaba encontrar a su madre para preguntarle si ella tenía alguna forma de contactar con Emilio o si esto era una broma.

Entonces lo vio, parado en medio de la sala con sus rizos en un intento de peinado y sus brazos ocupados por unas rosas de distintos colores.

—Veo que ya leíste la nota— comenzó a hablar Emilio, la misma voz semi-ronca que había escuchado ese día en clase. —¿Tienes una respuesta?

Y Joaquín no lo dudó, no se guardaría algo que, claramente, quería decir.

—Para ti siempre es un sí, Emilio.

Ambos sonrieron, sentían sus corazones en calma y por fin, después de tres años, se sentían plenamente felices.

—Así que... ¿rosas?— mencionó Joaquín con un rastro de burla en su voz.

—Yo también puedo ser detallista— respondió Emilio con un puchero, claro que de eso no había duda, Emilio era muy detallista.

—¿De colores?, ¿en serio?— el menor soltó una risa después de mencionar eso, estaba casi seguro de lo que contestaría el mayor.

—Llenaste mi vida de colores, es justo que te devuelva algunos— Emilio se acercó dejando las rosas en manos de Joaquín, el cual ya estaba hermosamente sonrojado.

—Haces que me sienta cruel por reírme— dijo bajito Joaquín.

—Nunca podrías ser cruel, solo tratas que te diga cosas bonitas— ambos rieron un poco con las ciertas palabras del mayor, se conocían más que nadie, tenían esa clase de conexión que pocas veces encuentras.

Si una persona te ama, siempre volverá a ti, porque están hechos para eso, para estar juntos.

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Mañana subo el epílogo y se termina el libro, omaigaaaa.

Espero que les haya gustado el capítulo final, es un poco más largo que los anteriores y disfruté mucho escribiendolo.

Si les gustan las historias Emiliaco, pueden ir a leer el libro de Betty_Bap porque se está poniendo bien kúl.

Los amo mucho, bai.

-Cam

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