voz

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Minho siempre fue de buen oír y sabía perfectamente bien que le desagradaban los sonidos fuertes, no era sorpresa que se asustara con tanta naturalidad ante ellos. Siendo sincero, él prefería mucho más los lugares silenciosos como la biblioteca, o el teatro cuando ya nadie se encontraba en el para ensayar solo.

Podía ser el líder del club de baile y no negaría que le encantaba ser el centro de atención cuando mostraba lo que realmente amaba hacer escuchando los gritos de la multitud encantada por su habilidad y pasión en el baile. Pero, a veces solo prefería perderse en el profundo silencio y despejar un poco su mente de los problemas del día. 

En esa ocasión fue igual, solo que, se había quedado dormido las dos últimas  de su horario de clases en el teatro al darse cuenta que tenia tiempo libre y cuando despertó casi grita -cosa que no hizo- del susto al percatarse en las oscuras del lugar la sombra extraña arriba del escenario de lo que parecía ser un chico.

Estaba a punto de preguntar del quien era él o que estaba haciendo ahí arriba hasta que lo oyó. Su voz.

Su voz era una dulce melodía. Tan relajante, suave y sutil, era grave sin llegar a serlo del todo y aguda sin ser irritable, le atraía demasiado. Una sensación cálida se instalo en su pecho, justo como cuando bailaba al momento de escucharla. Era, adictiva

Había perdido la noción del tiempo en el rato que ellos dos pasaron ahí. Solo  ellos y el dulce canto relajante junto a lo que parecía una improvisada coreografía de movimientos limpios y perfectos por parte del desconocido que Minho lograba percibir desde las oscuras y le hubiera gustado admirar. Sin gritos, sin voces escandalosas, solo esa voz junto una suave música de fondo tan bella siendo el foco de atención del mayor. Quería hacerle la invitación para entrar al club de canto, porque tenia talento y podía asegurar que nunca había escuchado esa voz en todas las veces que había acompañado a sus amigos al lugar de ensayo, al igual que hubiera preferido una luz en el centro para poder ver la figura del chico y no solo su silueta, pero el interruptor estaba tan malditamente lejos de su alcance y ademas prefería seguir en su asiento sin llamar la atención.

Con total discreción sacó su teléfono de su bolsillo y prendió con cuidado la pantalla de este - agradeciéndose internamente el hecho de que el prefería mil veces el brillo bajo de la pantalla- para ver la hora.

 4:37 p.m

Jodida Mierda, pensó. Chan iba a matarlo por llegar tan tarde.

Tratando de hacer el menor ruido posible y fracasando rotundamente al chocar su pie contra un asiento y soltar un quejido de dolor, pudo sentir sin siquiera verlo la sorpresa y posiblemente miedo al ser escuchado por parte del chico del escenario.

¡Oye, espera! ━ gritó al ver la silueta del chico salir corriendo del lugar yendo rumbo a la entrada dejándolo ahora si completamente solo en el teatro.

Suspiro y cansado aunque hubiera estado dormido por dos horas su mochila abandonando el teatro.

La voz de aquel chico había atrapado y cautivado su corazón.


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