Capítulo 1

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Dios, como amaba volver a casa.

Serena sintió tanta paz al llegar a la gran casa donde creció, sus tíos la esperaban parados en el porche de la casa, cada uno con una gran sonrisa en el rostro. Viendo a su tía Beatrice con el delantal puesto supo que estuvo haciendo pastelillos de durazno para ellos, esos eran los favoritos de Max y ese niño adoraba toda la comida que su adorada abuela preparaba. Beatrice amaba a ese niño y lo consentía mucho, y nunca le reprochó a Serena el hecho de que Max le llamaba abuela, cuando en realidad no lo era. Pero su tío, Roger, le había dicho que ni se le ocurrirá decirle al niño que no eran sus abuelos, para Roger, Serena era su hija, él la había criado desde que su irresponsable hermano menor, Peter, la abandonó allí en su casa, a los 5 años y Serena había cambiado las vidas de Beatrice y Roger, dándoles alegría, ella era la hija de ellos y Max era su nieto.

En el momento en que salieron del taxi y puso a Max sobre sus pies el pequeño niño salió corriendo hacia la casa riendo.

¡Abuela! – exclamó lleno de alegría, Beatrice recibió al niño con los brazos abiertos.

¡Oh Dios! Pero qué bello estas mi niño – dijo Beatrice sonriendo y arrullando a Max. Roger sobó la cabeza del niño.

Todo un hombrecito ¿Has cuidado muy bien a tu mamá pequeño? – preguntó Roger, el niño asintió efusivamente.

¡Sí! Yo lo hago siempre – respondió Max. Serena se acercó hacia ellos y su tío la atrajo hacia un gran abrazo de oso.

Mi niña ¿Cómo has estado? Los esperábamos mañana pero es una alegría tenerlos aquí ya – dijo Roger.

Muy bien tío, bueno Max tenía muchas ganas de conocer su nueva casa – dijo Serena sonriendo.

¿En serio? Pues vamos mi pequeño, conoce tu nueva habitación también – Beatrice sonriendo y aun con el niño en sus brazos entró en la casa para que Max conociera todo. Roger miraba a Serena con una sonrisa.

Ella aun está muy contenta de que vinieron a quedarse – dijo él refiriéndose a su emocionada esposa.

¿Sí? Yo tuve dudas al principio, esta es su casa y venir con mi hijo…no quiero que piensen que me entrometo en sus vidas… - Dijo ella apenada.

¿Entrometerse? Serena McVain si tuvieras cinco años de nuevo te pondría sobre mi rodillas y golpearía tu trasero – dijo él un poco enfadado – Nunca Serena, escúchame muy bien, nunca dudes en volver a casa, esta es tu casa también mi niña – Serena podía sentir las lagrimas en los ojos.

Como los extrañé – dijo ella y se lanzó de nuevo a los brazos de Roger, él le devolvió el abrazo y acariciaba su espalda.

Mi niña, nosotros también, pero ya estás aquí, es lo mejor, tener a ese niño aquí y que aprenda a dirigir el rancho será mi alegría – Serena comenzó a reír.

Desde que le dijiste meses atrás que le enseñarías a montar a caballo no ha dejado de hablar de ello – dijo ella mientras comenzaban a entrar a la casa. Un olor espectacular le llegó a ella, era el olor de madera, de flores y de la exquisita comida que su adorada tía estaba preparando. Serena cerró los ojos y suspiró – Dios extrañé esto – dijo abriendo sus ojos y mirando a su alrededor, la gran chimenea  a un lado de la sala, las escaleras de madera que llegaban hacia las habitaciones, una gran puerta de cristal que daba hacia la más hermosa biblioteca que ella había visto, un arco que te llevaba hacia la gran cocina y mas allá otro arco que daba hacia el comedor.

Bienvenida a casa mi niña – Susurró Roger y se fue escaleras arriba donde se escuchaba a Max gritar de emoción, de seguro le habrían mostrado su habitación. Serena se quedó un tiempo más parada allí, solo viendo y disfrutando. Como se arrepentía de no haber venido mas para acá, pero las circunstancias eran diferentes en aquel entonces. Solo estaría aquí un año mientras arreglaba unos papeles importantes para buscar trabajo. Ella iba a dejar a Max con unos primos, realmente no quería traerlo aquí y arrepentirse de algo, pero sus tíos le dijeron que ni se le ocurriera hacer eso, que debía traerlo a casa y que además ellos ya lo habían inscrito en el preescolar del pueblo, después de ello no pudo hacer otra cosa que traer a su hijo. Pero pensando en eso ahorita fue la mejor decisión, Max sería feliz aquí. 

Ámame de NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora