Capítulo 5~ La visita

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-¿Qué haces? -Un niño algo mas pequeño que yo, de unos doce años, rubio y con los ojos verdes(A ese niño lo acogerían pronto),se me juntó en el recreo un día.

-Cuento las piedras que hay en este cuadrado del suelo. -Dije señalando un cuadrado marcado en el suelo con un palo.

-¿Por qué?

-Pues, para hacer algo y no aburrirme.

-Ya, ¿pero por qué?

-Emm, porque no tengo nada mejor que hacer.

-Ah, vale.

Y se fue.

No volví a verle mas en el orfanato. Se lo llevaron, una familia creo que alemana, buscando el hijo perfecto.

Mi vida allí, en el orfanato, era una mierda.

Pasaron los años, y yo cada vez con mas miedo en el cuerpo; los niños se escapaban y no volvían, otros simplemente desaparecían de un día para otro. Hasta que me tocó a mí.

Era la hora de la cena, y vi a la directora con un hombre que iba de negro entero. Estaban en un rincón de la sala. Al fijarme en ellos, no me di cuenta,  y me pusieron la zancadilla; había sido Tomás, uno de los cabecillas que lideraba un grupo de robo de comida.

No solía caer bien a nadie....

Me tropecé con su pie, y mi bandeja se fue cayendo a la vez que yo.

Caí, todos me miraron, se rieron de mí, cuchichearon, y volvieron a reírse. Miré a donde estaba la directora, a ella no le gusta los problemas ni los escándalos; y ahí, fijamente, estaba el hombre sonriéndome de una manera bastante horrible. Le faltaban unas dos o tres piezas dentales

Le dijo algo a la directora. Ella me miró y asintió.

Desearía haber desearía haber escapado antes. Quizás podría haber aguantado ene l internado hasta los dieciocho y luego haberme buscado la vida, pero no, yo me quedé ahí un rato más. Hasta que llegó el momento. La Directora me llamó. Ojalá no me hubiese fijado en con quien estaba ese día, ojalá no me hubiera tropezado, ojalá hubiese tenido más amigos, ojalá Tomás hubiese sido acogido. Ojalá hubiera visto su pie. ... Ojalá, mi madre no hubiera desaparecido....

Al final, todo llega. Y mi hora llegó. Después de que la Directora me llamó, me dijo que acompañara a ese señor a su camioneta para ayudarle. Yo ya sabía que no era para eso. No podía hacer más.

El señor me dejó en los asientos de atrás, cerrando con pestillo las puertas y ventanas, y sin ningún objeto afilado con el que atacar.

Estaba oscuro, no había mas que el ruido del motor viejo de la camioneta.

El traquteo tel camino y una deportiva del número 36. Un pie pequeño. ¿Sería de otro niño del orfanato?

Tenía miedo.

No sabía que me iba a pasar. No sabía ya nada...

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2015 ⏰

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