Episodio V - Capítulo 3

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El almacén de armas se encontraba en el 4º sector de la ciudad, que comprendía unos diez niveles. Se encontraba por tanto a partir de la mitad superior de la ciudad, en la zona baja del área respetable. Paradójicamente, su propio alojamiento se encontraba un sector más arriba. El establecimiento, de cara al cliente no era más que una sala con un muestrario de armas. La parte trasera en cambio, era una inmensa fortaleza con centenares de armas de todos los tipos y calibres debidamente embaladas y guardadas por sistemas de alta tecnología.

—Mi querida Eysenna. No sabes lo que me alegra que estés disponible para este trabajo.

—Has vuelto a desactivar a mi droide a la entrada. Sabes bien cuanto me enoja eso.

—¿Vas a criticar a un anciano por protegerse a sí mismo? Sabes que se lo hago a todo el mundo.

—Si —se acodó en el mostrador apartando unos cargadores— pero yo no soy todo el mundo.

—Me caes bien Senna, pero a mí no me ablandarás con tus trucos de hembra humana.

—Eres un viejo cascarrabias —rió recuperando la verticalidad—. ¿De qué se trata esta vez?

—El negocio del siglo un envío de más de 1000 rifles a Dantooine.

Aunque intentó evitarlo su expresión mudó mostrando fugazmente su desagrado.

—¿Algún problema?

—En mi nave no cabe tanto material —intentó disimular.

—Por eso tendrás que realizar varios viajes.

—Está bien —aceptó dándose cuenta que una vez cobrado el dinero tendría que matarlos a todos una vez más.

—¿Pago a la entrega como siempre?

—No, esta vez el cliente está aquí en Nar Shaddaa y ha pagado ya el 70%, nos irá dando un 10% por cada entrega confirmada. En realidad, el gran bobo ha pagado por el doble solo con la entrada.

—Tantas armas solo pueden ser para la Alianza rebelde. Te saldrá caro F'Tyeren...

—¿Desde cuándo te preocupa para quien trabajamos?

—Por contrabando normal puedes ir a Kessel, por favorecer la insurrección te ejecutan amigo mío.

—Por ser tú te concedo un bono, digamos ¿un 5%? Al acabar el trabajo.

—15.

—Lo dejamos en 7 y medio.

—10, viejo tramposo.

—¡Hecho! —le alargó su mano para cerrar el trato—. ¿Puedo enviar a mi gente ya a cargar tu nave?

—Muelle 8. Saldré en cuanto hayas terminado.


En un camarote oscuro de un destructor imperial un joven capitán apuraba las últimas gotas de licor de una botella. Un gran dolor le impulsaba a querer levantarse a recoger otra que aguardaba entera en el armario frente a él. En su interior pugnaba por perdurar su responsabilidad como comandante de aquella nave y su necesidad de mantenerse sobrio. Una videollamada desde el espacio aplazó su batalla.

—Senna —sonrió ligeramente achispado—. ¿Cómo está nuestra prima favorita?

—Tengo malas noticias. La alianza me ha contratado para llevar armas a Dantooine.

—Dame las coordenadas de la entrega y los haré pedazos desde la órbita.

—No es tan fácil Flaian. Tengo que llevarlas en tres viajes o se descubrirá mi tapadera.

—¿Qué es lo que quieres de mí entonces?

—Quiero que estés sereno para cuando te pida intervenir. Sigues sin noticias de Aylli y la niña, ¿verdad?

—¿Crees que estaría borracho de tenerlas?

—No me gusta verte así.

—A mí tampoco Senna... te lo prometo.

—Te volveré a llamar.

—Cuídate preciosa.

La Esperanza Imperial. Episodio V: LealtadesWhere stories live. Discover now