La luz que emitía la chimenea era suficiente para que aquel joven de ojos verdes aún no se percatara lo muy avanzada que ya era la noche. Inmerso se hallaba en su lectura que el sueño pasaba a segundo plano. Y es que aquel libro nunca dejaba de fascinarle, sin importar las muchas veces que ya ha leído la "Crónica Celestial" su corazón se emocionaba como la primera vez. Realmente Sorey fue muy afortunado en encontrarla hace unos años. Y es que desde que leyó la primera línea su mundo cambió por completo, la forma de ver las cosas tomó un sentido completamente diferente.
El joven con sus propios ojos era capaz de comprobar lo que había escrito en ese libro, por lo tanto, no dudaba de lo que allí enseñaba y deseaba que el mundo fuera tan perfecto como detallaba. Un mundo donde los serafines; seres divinos que fueron venerados por los humanos, que existían junto a ellos y los cuales únicamente Sorey podía ver y conocer lo maravillosos que son... No obstante, su abuelo se había encargado de explicarle que las cosas actualmente no eran tan asombrosas, de hecho, era uno de los pocos humanos que tenía el don de la resonancia incluso puede que el único...
Tras ese último pensamiento dejó su lectura, se giró en el piso recostándose de espaldas y fijando su vista al techo. La resonancia... ¿Como un humano podía adquirirla... o, mejor dicho, porque los humanos la perdieron con el paso de los años? Cuestionamientos como estos llevaban al castaño a preguntarse cómo es posible que sea el único afortunado de poder ver a los serafines. Gracias a esa resonancia tenía al abuelo y Mikleo, también a sus amigos de Elysia, ... Sino hubiera nacido con ella estaría completamente solo, hasta puede que incluso haya perdido su vida hace ya mucho. Nunca le pregunto al abuelo por su procedencia, jamás le ha sido una necesidad saber aquello. Pero, no tenía que ser un genio para llegar a una respuesta, la palabra abandono podía perfectamente resumirlo todo. Y aun así estaba más que agradecido con ese hecho, porque al final era muy feliz así, no podía imaginar una vida diferente. Todo lo que quería estaba en Elysia.
Si él podía vivir entre serafines, ¿Porque el resto de las personas no podían tener este privilegio? Y por ingenuo que suene, estaba tan seguro de que si los humanos y los serafines convivieran entre ellos los días de paz llegarían en menos de lo pensado... Verlo de esa forma era muy fácil, ¿Pero, como lograría algo como eso? El castaño no es como el pastor que describe la Crónica Celestial, no es fuerte ni poderoso, tampoco conocía tanto el mundo, nunca ha salido de Izuchi para empezar...
-¡Sorey! ¿Estás despierto? - la voz de su amigo se hizo presente al otro lado de la puerta.
El castaño sonrió para sí al oír la voz de Mikleo y luego inmediatamente se levantó a abrir la puerta. No era su costumbre dejar al serafín esperando afuera, pero este se negaba a entrar por su cuenta pese a que ya se lo había mencionado con anterioridad. A lo que el albino se negaba argumentando que es una costumbre humana que no debía dejar pasar por alto, ya que es un cimiento fundamental en el comportamiento de la sociedad y aunque viva entre criaturas divinas, debe arraigarse a las tradiciones terrenales.
-Mikleo, ya deberías solo entrar, aunque el abuelo diga que es mi casa, al final es como si fuera de ambos. - acotó nada más el peliblanco cruzó la puerta.
-Aunque lo pongas de ese modo, ya sabes cuál es mi punto de vista ¿No? Aunque vivas con nosotros debes comportarte como un humano, para el día en que te integres a la sociedad.
-Pero, yo estoy bien aquí.
-...Esta bien, para la próxima vez lo tendré en cuenta. - accedió, aunque seguramente lo volvería a pasar por alto, pues ese chico por más que tenga una apariencia dulce no era muy apegado a ella- ¿No me digas que no has dormido nada? - inquirió, acertando completamente. - ¿Te pasaste la noche leyendo la Crónica Celestial? - acertó otra vez.
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Sormik Week 2019 [Fanfic]
Random"Florecer" La historia de un Humano y un Serafín de agua, que sin darse cuenta se enamoraron de forma pura e inocente. Fanfic de Sorey y Mikleo. Celebrando la Sormik Week 2019