Acto I, No. 3: Las calles se despiertan

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Una de las muchas cosas que diferenciaban Seúl Central de los suburbios del norte era la ausencia de los enormes carteles de neón que iluminaban y decoraban las calles. Como norma general, los suburbios consistían en enormes bloques de hormigón, bares clandestinos, calles estrechas, suciedad y oscuridad. Las farolas solían estar averiadas y lo único que alumbraba las calles era el reflejo de las lámparas que la gente tenía en sus casas. Pasada la medianoche, nadie se atrevía a abandonar sus hogares, apartamentos de, como mucho, dos habitaciones; todos tenían miedo a toparse con algún ladrón o, peor aún, algún guardia. La policía solía rondar por los suburbios en busca de criminales, pero normalmente siempre terminaban llevándose a algún inocente que servía de cabeza de turco y avivaba el odio que las personas de Seúl Central sentían por quienes vivían a las afueras. Por eso, las calles siempre estaban desiertas.

A pesar de no haber ni un solo alma caminando por la acera en aquella húmeda noche de verano, Yoongi sentía que un murmullo les perseguía. Miró el reloj de su muñeca: las doce menos cinco. Aceleró el paso. A medianoche, la gente volvía a sus casas, así que los verdaderos delincuentes salían a las calles. Eran comunes las reyertas, los borrachos, los robos, los asaltos y las carreras ilegales. Yoongi no quería encontrarse con alguna de aquellas opciones y por eso prefirió irse de allí cuanto antes, aunque le hubiera gustado quedarse más tiempo en aquel bar improvisado, en ese sótano mugriento. Yoongi pensó que ir vestido con una camisa blanca impoluta, llevar un teléfono de última generación y unos zapatos de vestir al concierto de una banda de rock al más puro estilo grunge de los 90 le haría ser un blanco fácil, pero se mimetizó. La gente no reparó en él en ningún momento del concierto; ni siquiera al camarero que le sirvió una cerveza pareció importarle que uno de esos ''niños bien'' -como decían los habitantes de las afueras- hubiera acudido a un club lleno de personas totalmente contrarias a él. De alguna manera, aquello resultó reconfortante a Yoongi. Se sintió libre de miradas y juicios... al menos hasta que el chico que tocaba la batería se fijó en él.

Bueno, en realidad Yoongi se había fijado primero. Le llamó la atención la forma en la que se dejó llevar por la música. No parecía muy experimentado, tampoco demasiado profesional, pero sentía la música. Y eso era algo que Yoongi llevaba años sin hacer. Se quedó tan embelesado observándole que ni siquiera se enteró de cómo las letras de las canciones cargaban contra gente como él, que había nacido en el seno de una familia adinerada y que siempre había contado con miles de privilegios como poder estudiar en una prestigiosa escuela de música.

El resplandor de un rayo sorprendió a Yoongi, que se paró en seco justo antes de escuchar un trueno. Al instante sintió cómo caían gruesas gotas de agua. Era una típica tormenta de verano.

Yoongi extendió el brazo y agarró la delicada mano de su amiga Yuri, la persona que le había convencido para ir desde Seúl Central hasta aquel concierto. 

—Vamos. — dijo el joven a su amiga, que parecía algo cansada. No podía seguir el ritmo de los pasos largos y rápidos de Yoongi.

—Nos vamos a calar... — protestó ella, mirando al cielo. 

—No podemos quedarnos aquí. — Yoongi no se lo pensó dos veces y tiró de ella.

No, no podían quedarse en los suburbios. Al menos tendrían que llegar a la zona de la frontera entre Seúl-N (que respondía a Seúl Norte) y Seúl Central para sentirse seguros. No estaban en su territorio. Jugaban en plena desventaja y, para más colmo, estaba lloviendo como nunca. A Yoongi y a Yuri no les importaba mucho llegar a sus respectivas casas empapados hasta los huesos por el hecho de poder enfermar; podían costearse los antibióticos y medicamentos, al contrario que una gran parte de la población coreana. El problema era llegar a casa con la ropa mojada y responder a preguntas incómodas cómo el típico ''¿dónde has estado?'' porque, para los adinerados, huir de la lluvia era tan fácil como llamar a un taxi o quedarse a pasar la noche en uno de los hoteles de Seúl Central. 

Romeo and July » YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora