El ambiente húmedo de la sala no molestaba del todo a las jóvenes bailarinas de la Escuela Nacional de Ballet que, gráciles, continuaban calentando su musculatura antes de comenzar a ensayar la pieza del día.
Yuri se agarraba a la barra de madera con suavidad, intentando no acaparar más sitio del que debía. Con el cuello y la espalda bien estirados, siguiendo el ritmo de un viejísimo metrónomo mientras estiraba, miró hacia la enorme puerta de metal de la sala. No tardaría mucho en abrirse; entonces llegaría su peor pesadilla junto a su gran alivio.
La señora Kim siempre llevaba un maillot negro como el carbón y unos calentadores del mismo color. Era delgada, alta y estilizada: ninguna de las bailarinas la había visto encorvarse en ningún momento. A pesar de parecer afable, quizá por su sonrisa constante, la señora Kim era el demonio en persona. Yuri le tenía auténtico pavor. Había visto cómo hacía llorar a sus compañeras, cómo las ridiculizaba e incluso cómo las tiraba del pelo cuando no llevaban un recogido perfecto. Cuando Yuri vio que la mujer cruzaba la sala, se irguió aun más y se colocó en primera posición, al igual que el resto de sus compañeras.
La señora Kim, que llevaba el cabello suelto en señal de poder, como diciendo ''yo puedo, pero vosotras no'', dio unas sonoras palmadas y se colocó en el centro de la sala.
—Espero que hayáis calentado bien las puntas, porque vamos directamente al entrée. — clamó. —¡Vamos!
Todas las bailarinas, de la forma más ligera imaginable, corretearon para posicionarse a ambos lados de la enorme sala grisácea y esperaron, en la posición correcta, a que el joven pianista que había entrado en la sala extendiera las partituras sobre el atril del piano.
Yuri dedicó una sonrisa de lo más leve al chico de cabello negro y camisa blanca, que respondió al gesto con un ligero movimiento de cabeza. Ver a Yoongi sentado en la banqueta del piano transmitía calma a Yuri, nerviosa por efectuar bien el primer movimiento de un largo ballet. Quizá era así porque Yoongi, acostumbrado y un tanto harto de tener que repetir una y otra vez los mismos compases durante años, era la tranquilidad en persona. Desganado y encorvado sobre el teclado, Yoongi esperó a que la señora Kim le diera la entrada.
Inspiró cuando vio que la mujer le hacía una seña con la cabeza y suspiró al tocar los primeros acordes. Siguió con la mirada las notas de la partitura, sin siquiera tener que ir cantándolas en la cabeza, como solía hacer de niño. Para Yoongi, el piano había dejado de ser una pasión. Era una trabajo, insulso, monótono, aburrido. Se sabía miles de piezas de memoria, pero extender las partituras era parte de su rutina. Pulsaba las teclas y levantaba el pie del pedal casi sin darse cuenta, automáticamente, cual robot en una cadena de montaje.
Pronto, los gritos de la señora Kim empezaron a oírse por encima de la rítmica melodía del piano, pero no se detuvo. Nunca lo hacía; no debía. Su naturaleza le obligaba a adaptarse al ritmo más lento de las bailarinas, incapaces de continuar al tempo original, pero su cabeza no le dejaba. En un sistema tan rígido, nada debía parar. Quienes se rezagaban, debían quedarse fuera, y eso era algo que se aplicaba en todos los sentidos: la orquesta, la Escuela Nacional, Seúl Central...
Cuando Yoongi alcanzó la doble barra del final del entreé, giró la cabeza hacia las bailarinas. Estaban impasibles, como si fueran muñecas de pocelana; ni siquiera pesteñeaban ante la enorme reprimenda de la señora Kim. Si Yoongi fuera el instructor, aplaudiría a las chicas. No sabía nada de ballet, pero tenía la impresión de que habían bordado el movimiento.
—¡Vamos a repetirlo, desde el inicio! ¡El pobre Min debe estar harto de estar aquí y sólo llevamos cinco minutos de ensayo!
Con un suspiro, devolvió la mirada a la partitura. Tocó un par de compases con la vista fija en las notas, pero luego algo captó su atención: de reojo, pudo ver cómo algo se movía al otro lado de la ventana. Yoongi giró la cabeza, entre curioso y molesto, y cruzó una mirada con unos grandes y redondeados ojos que, sin duda, le resultaron familiares.
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Romeo and July » Yoonkook
Fiksi PenggemarA pesar de las conflictos y prejuicios, los mundos de Jungkook y Yoongi colisionan una noche de verano. ✨ Escrita 200% por @thatsmyego ✨✨Prohibidas las copias y/o adaptaciones