Cosas que deben mantenerse en silencio.

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¿Sabés qué es lo mejor de un muerto? No hablan, ¡No hablan! No pueden decir nada malo o bueno, tal vez por eso murieron ¿no lo creés? Trataron de ser buenos contando algo malo, ¿Quieres ser bueno con ellos o bueno conmigo? No eres el único que esta en peligro, así que decide.” — No eres lo que busco. R.Carrot

Hace tiempo que una discusión en el restaurante se llevaba a cabo por dos chicos, uno con el cabello rosa teñido, ojos de un increíble rojo y rosa mezclados, piel blanca y un traje negro, además de dos arracadas en una de sus orejas. El otro era un chico rubio con las puntas de su cabello teñidas de negro, piel bronceada y ojos miel.

— Es algo especial, Bill, no creo que lo entiendas — Murmura Tom apenas el otro termina de recriminar por no ayudarle en su plan.

— No entiendo que tan especial puede ser, ¡es solo un chico! ¡Un humano! No podemos implicarnos con ellos, tú lo sabes mejor que nadie, tantos años de enseñanza con tus padres tuvo que ayudarte en algo — Insistió. No le convenía que él se negara a ayudarle, menos con lo cerca de descubrir lo que tramaban los tres chicos se paseaban entre ellos y sus asuntos.

— No, él es especial, él y lo que tenemos. Es como si algo raro me conectará a él — Y por más que tratara de decirse a si mismo que su amigo tenía razón, simplemente no podía con la idea.

— Por amor a Hades, a Zeus, Poseidón o cualquier otro Dios en particular, ¡No puedes hacer esto! ¡Estoy cerca de recuperar mis poderes!

— ¿¡Y qué ganó yo!? ¡Yo tengo un poder asegurado, en cuanto suba al trono nada me podrá detener!

Bill azotó una de sus manos en la mesa frente a él, llamando la atención de los demás comensales. — Sebes que necesitas de mí para manipular a Zeus sin que tu querido primo y las dos raras se metan en esto — El recordar la historia de Tom le ponía tan emotivo que era tan extraño — solo es cuestión de tiempo. ¡Pero no lograremos nada si dos estúpidos humanos están siempre metiendo sus narices. Dipper no deja de preguntar sobre cada cosa, se que me tiene vigilado todo el tiempo — sus dedos se movieron en un tic nervioso sobre la mesa — ¿Sabés de quién es la maldita culpa? ¡Tuya y de Marco, si Dipper no se preocupara tanto por él, quizá hubiera olvidado lo que pasó en el bosque!

Uno de los meseros se acercó a su mesa — Disculpen, caballeros, pero están inquietando a los demás, así que se les pide consideración en sus palabras o de lo contrario los sacaremos.

— Esta bien, nos callaremos — Tom aceptó. El camarero dió la vuelta para comenzar a alejarse.

Bill parecía perdido, pensando muy seriamente todo, hasta que hizo aparecer en su mano su pistola dorada, apuntando en dirección al camarero — Nadie nos trata así — luego un disparo sonó, todos los comensales comenzaron a gritar y escapar del restaurante — Menos unos humanos, ellos nunca nos entenderán, Tom. Tienes que aprender a decidir y elegir bien o alguien te podría quitar el trono. — Tomó su vino, se limpio la boca con una servilleta y salió alisando su traje. Los demás camareros lo miraron en shock, Tom solamente negó, no quería pensar que su amistad peligraba, mucho menos cuando se trataba de alguien como Bill.

Porque Bill era un demonio viejo, anticuado, no aceptaba nada nuevo, mucho menos mancillar su sangre con alguna débil. Implicarse con un humano era aún más complicado de lo que se pensaba, los demonios eran muy cotillosos con lo que implicaba no manchar su sangre con especies inferiores. Bill era uno de los primeros demonios en la tierra, no debía olvidar eso, mucho menos después de que haya sido encerrado durante mucho tiempo y con sus poderes limitados, eso ponía de malas a cualquiera.

También se levantó de la mesa y salió como si nada hubiera pasado. Los camareros o el dueño llamarían a la policía pero él ya no estaría ahí para lidiar con tal problema. Cuanto comenzaba a molestarle la forma en que el demonio más viejo se portaba, ¿Acaso ya se comportaba así desde que se conocían y no lo había notado? No estaba seguro.

No Quiero enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora