Capítulo 5

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"La ciencia es como construir una novela. Hay lógica, pero tienes que encontrarla."

El reloj marcaba las siete de la mañana, y como siempre, Harmony despertó. Se revolcó de nuevo en las mismas sábanas rosadas, que aveces sentía que la atrapaban, y al mismo tiempo la acogían, salvandola de un peligro inexistente, al menos, en su conciencia.

Decidida, se frotó los ojos y fue a su habitación. Vistiéndose con su uniforme y un calzado de color marrón, cogió su Mochila, su móvil y se fue de casa.

Llegó al instituto, y se sentó en su pupitre, situado en la penúltima fila al lado de la ventana, para ignorar al viejo cascarrabias de los lunes.

Dejó su mochila en el colgador de su mesa, y cuando todos los alumnos dejaron de hablar, supo que el Sr. Smith, el profesor, había llegado para quedarse.

Harmony esperó a que empezara su aburrida clase, que el profesor empezara a hablar de los ejercicios pendientes y el próximo examen, que aterrorizaba a los demás alumnos, mayormente por la enorme cantidad de preguntas y la resta de puntuación si se contestaban de forma errónea.

Pero no lo hizo.

En cambio, el Sr. Smith dijo:

-Buenos días, hoy me congratula decirles que ha llegado un alumno nuevo a nuestra clase, y quien estará con nosotros todo el año.

El instituto Heinzbrith era un centro centenario alejado de la ciudad, el cual raramente tenía las puertas abiertas a extranjeros. Que fuese público no era gran excusa, cuando el director tenía tal poder, que los profesores, en su hora de descanso, no podían evitar asomarse a la gran puerta y escuchar los acelerados latidos del corazón de algún padre mendigando la admisión de su hijo en aquel centro, hacia el entonces directivo, el cual falleció más tarde, quizá debido a su avanzad edad, o a su genio.

Pronto no hubo estudiante que, cuando faltase un profesor, no repitiera cierto rumor en las clases, con ansia de ganar algo de reputación, espetando que quienes se quedasen después de las cinco a recuperar los exámenes suspendidos, escucharían los latidos del difunto director, quien mataría aquél adolescente que se tomase más de una hora en irse.

La gran imaginación de Harmony, gracias a estar en la penúltima fila, se desvaneció, por la ronca y apagada voz del profesor.

-Meller, preséntate.

-Meller... ese apellido...-Pensó ella.

-...rmony, ¡Harmony!-Dijo en un hilo de voz Elisa, tres pupitres lejos, en la última fila, quien le tiró una bola de papel

-¿Qué?-Ésta, giró su cabeza de forma que al verla alguien, se le causaría una tortícolis imaginaria, y le echó una mirada al objeto encima de su mesa llena de ralladuras, las cuales hizo algún alumno aburrido años atrás.

Entonces Harmony Evans miró hacia el frente.

-...Por eso notaréis mi acento francés. Espero que nos llevemos bien.

Y el exagerado sonido del timbre invadió la sala.

-No, no puede ser...Con el mismo pelo, la misma estatura, los mismos ojos... Esos ojos...-murmuró para sí misma, con rostro incrédulo.

Repentinamente, otra bola de papel, que chocó con su cabeza, la sacó de pensamientos que no le gustaban nada. <<Vaya ojos de loca tienes.>> Su mirada se tornó fría y la dirigió a su amiga.

-Elisa, ¡la que pondrá ojos de loca serás tú como no te calles! -susurró en tono alto, con cara de disgusto hacia su amiga, quien inmediatamente le dedicó una mirada confusa.

Delirios De SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora