Capítulo VIII

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-Ehh lo siento.-dije un poco incómoda ya que este no era el mejor momento de verle.

-Por lo que se ve es imposible que no choquemos ¿no?-y empezó a reírse mientras se pasaba la mano por su cabello.

Yo me quedé callada ya que no sabía que decir. Aunque también es porque en ese momento me quedé mirándolo y asimilando lo que estaba viendo. Ese tío tal y como dijo Amy estaba buenísimo, mejores vistas no podía tener.

Al ver que yo no decía nada Dylan rompió el silencio preguntándome que hacía aquí.

-Sólo vine a dar una vuelta y conocer un poco la ciudad pero ya me iba.

-¿Y por qué no te quedas un rato más? Podríamos ir a dar un paseo y de paso te enseñó algunos sitios de por aquí.

Miré la hora en el reloj que tenía en la muñeca. Nunca me quitaba ese reloj ya que era el que mi padre me había regalado poco antes de que muriera. Al tener ese reloj puesto sentía como si una parte de el aún estaba conmigo y me sentía seguro.

Al ver que aún era bastante temprano y no tenía nada que hacer en casa decidí aceptar su propuesta.

-Espero que valga la pena quedarme un rato más-dije mientras mis labios formaban una pequeña cuerva.

Dylan empezó a andar y yo le estaba siguiendo. Se paró enfrente de una moto e hizo una señal para que me subiera. Me quedé inmóvil, no podía creerme que a Dylan se le podía pasar por la cabeza que yo iba a subirme en una moto. JAMAS iba a subir, me daban demasiado miedo.

Como vio que yo no me movía me dijo-¿Qué pasa?- con el ceño fruncido.

-Pues que no voy a subir en la moto. Prefiero andar 100 kilómetros que subir.

-No me digas que a la pequeña le da miedo subirse en una moto.-dijo en un tono burlón.

¡Espera! Me acaba de decir pequeña. Eso no me lo dice nisiquiera mi madre. No me gusta que me digan pequeña en ninguno de los sentidos.

Para pequeña esta Katy que es también una de mis mejores amigas. Pero ella no estaba con nosotras porque sus padres le habían pagado una universidad privada bastante lejos de aquí. Siempre me metía con ella y su estatura. Aún así con 19 años casi seguía siendo mucho más baja que yo y eso que apenas soy alta. Katy se parecía muchísimo a un pitufo. Al recordar eso me empeze a reír en bajo intentando que Dylan no me escuche pero fue imposible conseguirlo.

-¿Qué es tan divertido?-preguntó mientras alzaba una ceja.

-Mmm nada sólo que no voy a subir.- era la verdad, no quería para nada subir.

-No seas nenaza. Venga sube, te aseguro que va a ser divertido.

No lo puedo creer. Me acaba de llamar nenaza y eso si que no se lo iba a permitir y tampoco le iba a dejar que se quede con la idea de que sea una "nenaza" así que acepté montar en la moto.

Acto seguido me pasó un casco negro con blanco y encima del color blanco tenía algo parecido a unos espirales en color azul metálico. Dylan se puso también su casco que era también negro pero tenía llamas.

Me monté en la moto, me agarré de su cintura y el empezó a conducir. Tenía mucho miedo pero esto empezaba a gustarme hasta que aceleró demasiado e iba muy deprisa. Me asusté tanto que lo agarré lo más fuerte posible de la cintura y este empezó a reír.

-¿Estás loco? Ve más despacio.-grité lo más fuerte que pude con la esperanza de que me hiciera caso pero no sirvió de nada. En vez de ir más despacio lo que hizo fue acelerar aún más a lo que yo respondí con un grito que se habrá escuchado hasta la otra punta de la ciudad. Estaba horrorizada, sentía como la adrenalina recorría mi cuerpo.

No aguantaba más, parecía que me iba a morir pero por suerte empezó a ir frenando poco a poco y aparcó la moto. Pegué un salto de la moto y ya sentía el suelo, pensé que no iba a salir viva. Dylan al verme tan asustada se rió de una manera que me ponía de los nervios y le quería pegar una tal bofetada que se le quitaría la risa en un segundo pero me contuve.

-¡Eres un imbécil! Te garantizo que no voy a volver a montar contigo en mi vida.-le dije con un tono que demonstraba lo enfadada que estaba.

El me abrazó y me acarició el pelo diciendo-vamos no fue para tanto. Y eso de que no volverás a montar conmigo lo dudo porque por lo que yo sepa tienes que ir a casa y desde aquí tu casa debe estar bastante lejos.Odio que tenga razón porque nisiquiera sabía donde me encontraba.

Dylan me cogió de la muñeca y me llevó casi arrastrando. Después de andar o mejor dicho casi correr se paró y me tapó los ojos con sus cálidas manos.

-¿Qué estas haciendo? ¿A donde me llevas?

-Tu sólo camina. Estoy seguro de que te va a gustar.

Como no tenía otra opción le hice caso. El me decía si tenía q ir a la izquierda, derecha o si tenía q subir algún escalón o algo por el estilo. A los dos o tres minutos de andar me dijo que pare y empezó a contar hasta tres y me quitó las manos de mis ojos.

Abrí los ojos y me quedé boquiabierta.

Cuando menos te lo esperas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora