Capítulo 1 || Ojos negros.

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—Mi cabello es un asco —me quejé.

Suspiro profundamente observando el reloj que marca las nueve de la mañana.

—Eso te pasa por seguir las ideas de Amira. No sé en qué momento dejaste que una puberta te manipulara. —Puse los ojos en blanco. Dentro de unas horas es mi graduación, estaba completamente retrasada y Alexandra prefería reñirme por mi actitud, que acelerar sus manos.

Vuelvo a suspirar recordando lo sucedido días atrás. Acepté la idea de mis padres de regresar a Manhattan para una cena entre familia y amigos por mi graduación, que al final fue mejor de lo que esperaba. Extrañaba compartir esos momentos con ellos: reír como loca, bailar hasta sentir que los pies dolían y, por qué no, beber hasta que el cuerpo lo soportara.

Fue tanta la emoción, que, al culminar la cena, mi hermana pequeña planificó una salida nocturna, y aunque va en contra de mis gustos, acepté por petición de Adrien, mi mejor amigo desde que me mude a Estados Unidos.

Una copa llevó a otra haciendo que olvidara mi compromiso, que debía estar de regreso al día siguiente a Cambridge para la ceremonia de graduación.

Perdí la noción del tiempo y lugar, bebí tanto que terminé con mi cabello cargado con residuos de alcohol, un aroma dulce y pequeñas rebanadas de limón que no sé de dónde salieron.

Desperté con Alexa y Amira frente a mí. Alexa me aniquilaba con la mirada, en cambio Amira se carcajeaba sin reparo. Me detallaron todo lo que hice sin poder creerlo. Tampoco pienso recordarlo y es que la vergüenza no puede conmigo.

Jamás volveré a beber.

Horas después estaba en mi apartamento, un amplio piso que compartía con mi compañera de universidad, Cathy. Dormí desde la tarde de ayer sin pensar en que necesitaba limpiar mi cabello que había perdido su habitual tono negro brillante, y todavía tenía ese olor a alcohol que me provocaba arcadas, inducidas por la resaca.

Parecía un zombi.

—No volveré a beber jamás —digo mi fiel pensamiento en voz alta.

Mis labios se fruncen en un puchero que hace negar a mi hermana. Sus ojos intimidantes me miran a través del espejo reprobatoriamente.

—¿Sabes cuántos borrachos dicen lo mismo? —Encogí mis hombros. —No importa. Lo importante es que nuestra hermana pequeña se ha vuelto una mala influencia, igual que siempre la ha sido Adrien. —Podía notar su amargura al mencionar el nombre de mi amigo.

—Adrien no es ninguna mala influencia. —Con bases lo defendía. —Por lo que veo no has superado el pasado. —Siento como una hebra de mi cabello es templado. —¡Mierda, Alexandra! —grito masajeando con mis dedos el lugar afectado.

Cock ©Where stories live. Discover now