Capítulo 5 || Persistente.

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Me observa fijamente, incluso podría afirmar que no parpadea.

Cada centímetro de mi cuerpo se encuentra tenso. Su presencia impone sensaciones contradictorias. Una mezcla entre fascinación y temor. Quiero quedarme y descubrir el misterio que guarda su presencia, pero a la misma vez quiero correr, escuchar esa voz que me pide huir asegurando que no es donde debo estar.

Trago saliva al sentir mi garganta seca. Mi corazón late acelerado, he intentado controlarlo sin conseguirlo. Aarón altera todo en mí y me preocupa.

—¿Por qué estaba tan seguro? —pregunto, intentando sonar firme, segura, sin dejar ver mi ansiedad.

Guarda silencio conservando su estado impávido que me pone sumamente nerviosa.

—Lo intuí —dice con simpleza. Ladea levemente la cabeza—. Dígame usted porqué está aquí, señorita Siderova.

La forma en que pronuncia mi apellido es extraña, como si analizara el mismo antes de pronunciarlo.

Busco la caja en mi bolso, me inclino colocándola sobre el cristal que deja ver sus finos zapatos.

—No puedo aceparlo —arquea una ceja. Por primera vez veo un gesto en su rostro—. No me mal interprete. Es hermoso y aprecio mucho el detalle, pero no me sentiría bien recibiendo de un desconocido un regalo tan costoso.

Maldición, mi corazón ha incrementado su repicar al ver como sus ojos negros me miran nuevamente con una intensidad asfixiante, realmente abrumadora.

Asiente levemente.

Se inclina hacia adelante recargando sus brazos sobre su escritorio. Mi estómago se revoluciona al verlo mucho más cerca, como si esperara una señal para saltarme encima.

—¿Debes conocerme para aceptarlo? ¿Por qué no simplemente aceptarlo y ya? —Niego con vehemencia.

—No busco eso, simplemente... no lo acepto, no puedo. —Me pongo de pie rápidamente. —Eso era todo. Gracias por recibirme, señor Cock.

Le tiendo la mano de manera educada. Se pone de pie sin quitar sus ojos de mí.

En el fondo eso es lo que me inquieta. Que me mire fijamente, que centre su mirada en mi rostro como si fuese un misterio a descubrir; He convivido a diario con personas que me observan, pero ninguno así, con... ¿cómo explicarlo?

—Toma asiento, por favor. Escuche pacientemente porque estás aquí, ahora soy yo quien quiere hablar. —Me señala la silla dejando mi mano en el aire. Intento hablar, pero me detiene rápidamente. —Seré breve si así lo quieres, pero te aseguro que valdrá la pena que me escuches.

Me insta con la mano a sentarme nuevamente. Me debato entre hacerlo o simplemente irme sin mirar atrás.

Estoy intentando ser precavida, haciéndole caso a mi instinto que me avisa que nada bueno saldrá de mi presencia en este lugar.

Cock ©Where stories live. Discover now