CAPITULO V

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Día 15

Todos hemos perdido a alguien desde la desgracia ocurrida hace dos semanas. Quien pueda decir que no ha perdido a ningún ser querido, que se sienta afortunado, pues es la envidia de todos los que estamos aquí.

Niños huérfanos, esposas viudas, ancianos solitarios, un hombre que llora la muerte de su hija...

A mi no me queda nadie, excepto Ted, que sepa que aún sigue con vida, no tengo más familiares cercanos a parte de mi madre.

He sido medio huérfana desde los nueve años y puede que ahora lo sea totalmente y esa sensación de vacío vuelve a mí después de mucho tiempo.

Mi padre era un militar destinado a Irak.

Según mi madre, y varios de los que fueron compañeros de mi padre, me dicen que falleció por defender a su país, decirle eso a una niña de nueve años hacía sentirse orgullosa, pero con el paso del tiempo, no sé qué pensar al respecto.

Mientras nosotros vivíamos tranquilos en nuestras casas, haciendo una vida normal, otros países convivían con guerras. El mundo no es vida, es guerra, siempre ha sido así, no es un mundo limpio, es un mundo cruel y desgarrado, donde abunda la codicia y la clase social en la que ocupes es lo que más debe importarte.

Ahora todos formamos parte de una guerra de verdad, donde el enemigo son unos seres que no se podrían considerar humanos, pero que a la vez, son nuestros propios vecinos.

Estoy en la fila para recoger ropa limpia de abrigo. Ted dice que hace más frío aquí que fuera.

El hombre que tengo delante coge su ropa y me toca a mí, me dan un jersey, más grueso del que llevo ahora, color crema bien doblado y una camiseta simple negra. Voy al aseo y me cambio. El jersey me queda olgado y un poco largo de mangas. Lo que daría porque fuera una sudadera con bolsillos, tengo las manos heladas. Estiro las mangas del jersey y me cubro las manos.

Antes de salir me miro al espejo. Tengo un par de arañazos pequeños en los pómulos causados por el reciente ataque de la "mujer inestable" (Ted dice que está mal que la llame Señora Loca.). Mi piel está más blanca que de costumbre haciendo que las disimuladas pecas que tengo en la nariz se noten más de lo habitual. En circustancias normales diría que llevo unas pintas de zombie, pero no sería el adjetivo más apropiado después de haber visto zombies de verdad.

Me pongo el pelo detrás de las orejas y salgo del aseo dejando el jersey fino que llevaba antes en un cesto donde hay otras prendas de ropa.

Me fijo en el perfecto orden que llevamos todos, cada uno sabe lo que debe hacer y se realiza sin complicaciones.

Las personas nos adaptamos rápido...

Miro el reloj de la pared y son las doce menos cuarto, tengo que ir a la enfermería.

En vez de ser una revisión normal se ha convertido en una agradable cita con el Dr.Kipons. Llevo yendo a la enfermería desde que desperté ahí para examinar el golpe que me dí en la cabeza y ponerme gasas nuevas en los brazos. El Dr.Kipons es un hombre de puede unos cuarenta y pocos años que estudió psicología y auxiliar de enfermería. Fue una suerte que le rescataran, pues el soldado que se suponía que era el médico del búnker, no llegó vivo.

Bajo a la tercera planta por unas escaleras de metal que crujen demasiado al pisarlas.Voy a la puerta donde se distingue un pequeño letrero que pone "sala de curas".

Y ahí está Kipons ordenando gasas en unos estantes.

-Buenos días Kipons.- digo cerrando la puerta tras de mi,.- ¿te ayudo con eso?

-Hola bonita, no hace falta ya lo termino yo gracias. Ve sentandote.

Me siento en una camilla y miro el dibujo que hay en la pared, parece un árbol y figuras raras que supongo serán personitas, está firmado por Olivia. Esta niña se ha ganado en cariño de toda la gente.

-Vamos a quitarte los vendajes, yo creo que será mejor que le de un poco... el aire.

Sí, "aire".

Levanto mi brazo y él con unas tijeras corta las gasas, su tono de piel oscura destaca sobre la mía blanca. Acaba con el otro brazo y noto la piel sensible.

-No estan mal, un poco de desinfectante por las heridas y ya, a lo mejor te escuece un poco.- La voz de Kipons es relajada y segura, supongo que como cualquier otro buen psicólogo.

El coge un botecito blanco de plástico y pone un poco de ese líquido transparente de fuerte olor en un trozo de algodón y lo pasa por las heridas que ya han formado cicatriz.

-No escuece tanto.- digo mintiendo intentando sonar despreocupada, esta mierda escuece un montón.

Kipons se rie entre dientes y sacude la cabeza.- ahora miremos tus reflejos.

-¿Es necesario hacerlo otra vez?, yo creo que quedó bastante claro la tercera vez.

Kipons se limita a sonreir y levantarse de hombros.-Yo solo sigo instrucciones bonita.

Resoplo y dejo que me apunte con una linterna en las pupilas, darme golpecitos en la rodilla, caminar en línea recta... Al final lo termino haciendo todo sin quejarme más.

-Olivia parece que te ha cogido cariño.

-Sí, me recuerda mucho a mi hija.- Kipons agacha un poco la cabeza mirando al suelo pero tiene una pequeña sonrisa en los labios.

Vaya es la primera vez que sé algo más de él aparte de su nombre, normalmente siempre me pregunta él por mi vida, me daba vergüenza preguntar por la suya (algo bastante estúpido, pero ahora puedo aprovechar el momento).

-No... ¿No llegó... al búnker?.- Tema delicado, intenta no fastidiarla.

-No, murió hace dos años.

-Oh... lo siento mucho, ¿cómo falleció?.- Al preguntar eso último lo lamento al instante, por qué tengo que ser tan directa.

-Cayó de un caballo golpeándose en la cabeza con una barra de hierro.- Kipons ya no mira al suelo sino al frente pero su sonrisa no desaparece, pero se nota la tristeza en sus ojos.- Desde entonces me gusta ir a Baja California a ver caballos y pensar que ella está con ellos.

Le miro con tristeza, y le cojo de las manos en señal de empatía. Kipons me responde mirando con su sonrisa aún en sus labios.

-Todos perdemos a alguien de alguna forma una vez en nuestra vida, pero no por ello debemos olvidar lo que fue, y son para nosotros.- Responde Kipons al silencio traumático que se habia formado.- Pero tengo una esposa maravillosa esperandome en algun otro búnker del Condado, como tu madre.- termina diciendo.

Asiento ante sus sabias palabrasy le apreto más las manos entre las mias.

Creo que Kipons es el que mejor me entiende en respecto a todo esto.

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Como siempre un me gusta o un comentario para continuar con esta historia ^^

Muchos besos de azúcar, Beca.

¿Han visto a un Zombie?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora