Hacía un mes que todos los días repetía la misma rutina; despertar, desayunar, ducharme, preparame, ir al hospital y luego a la Universidad, pero ese día fue distinto, para empezar mi despertador no sonó y por ende tuve que cambiar toda mi rutina. Siempre odié los cambios más aún cuando son de imprevistos, tuve que ir directo a la universidad puesto que tenía una clase teórica muy importante y además al hospital podría ir luego de cursar.
Mientras me dirigía al salón pude oír a alguien gritar mi nombre.— ¡Abigail!— me dispuse a voltear para encontrarme con una morocha de ojos claros y piernas larguísimas, era Verónica, una de mis mejores amigas.
— Ey Vero ¿Cómo estás?— Dije mientras ella se acercaba a mí.
— Bien, amiga ¿y tú?
— Pues bien supongo.— suspiré mientras encogía mis hombros.
— ¿Sabes cómo esta Miranda?— Su voz denotaba cierta preocupación.
— Hoy no la vi, quizás más tarde.
— Hace bastante no la veo, ya sabes, por los problemas con su mamá.— Bajó su mirada, probablemente porque se sentía culpable.
— Sí, creo que exageró un poco, todos tuvimos la culpa de lo que pasó.— Dije poniendo mi brazo sobre su hombro en señal se aliento.
— Gracias.— Sonrió de lado.
— ¿Sabes? A veces me siento más culpable que nadie, no entiendo como es que la señora Susan no me odia — suspiré— yo me odiaría, más aún si fuese Miranda— sentí como mí cuerpo entraba en calor, como poco a poco mis ojos se ponian brillosos y el nudo en mi garganta me impedía producir palabra, Verónica me abrazó y lloró también, hace mucho tiempo no llorabamos juntas y para ser sinceros no recordaba haber visto llorar a mi amiga desde ese día. Decidí romper el abrazo y dedicarle una sonrisa de lado a Vero. — ¿Si mejor vamos al baño?— Ella solo asintió con la cabeza.
¿Recuerdas la clase importantísima que nombre al comienzo? La perdí, sí, me la perdí por estar en el baño llorando, de hecho pasamos allí un par de horas consolandomos mutuamente y repitiendo cosas como "No fue tú culpa" aúnque también habían algunos "Todos fuimos responsables". Fue una mañana bastante gris, es más solo pensaba en volver a casa y a pesar de que continuaba allí sentada en aquel pupitre, no podía parar de observar el reloj, como si en mi mente ese funcionase para adelantar las horas.— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? — Dijo Martín sacudiendo su mano frente a mi rostro, con el afan de llamar mí atención. El era alto de pelo oscuro, ojos color café y una sonrisa de comercial, el chico más guapo de toda la facultad de Abogacía, al menos para mis ojos. En realidad era de lo mas común y fue mi compañero en varias materias.
— Eres un bobo. — Dije mordiendo mi labio inferior y quitando su mano de mi rostro.
— Estas rara, es decir ya eres rara pero hoy te superaste.— Se sentó a mi lado, yo solo lo miré y reí irónicamente. — De todas formas hablo en serio ¿Estás triste?. — Levantó mi mentón con su mano para mirarme a los ojos, luego de un par de segundos aparté mí mirada.
— No quiero hablar de eso ¿Sí?.
Al oír esas palabras dejó ver una mueca me frustración, pero de todas fromas me dio un pequeño abrazo.
— Bueno, entonces vayamos por un Café, yo invito y no hace falta que me cuentes nada— Me miró de reojo— A no ser que quieras hacerlo, en ese caso soy todo oídos.— Dijo poniendo su mano en su oreja.
Fingi una pose pensativa— Dejame pensarlo... Em... Sí, creo que esta bien. — El sacudió su puño en forma de victoria.
Esa tarde me olvidé de todo, de haber estado triste, de haberme quedado dormida y hasta olvidé ir al hospital. Martín me tenía tan atontada que olvidé la única obligación que tenía, ir al bendito hospital y era importante que fuera, nunca había faltado pero no por eso podría darme el lujo de hacerlo ¿Quién sabe lo que podría pasar? Así que me prometí a mí misma no volver a hacerlo jamás.
Esa noche le escribí a Vero contandole lo maravilloso que era Martín y lo mucho que me encantaba, no paré de decir que me hacía felíz, que sentía que me había enamorado. Realmente olvidé todos mis problemas y creo que también Verónica olvidó los suyos ya que solo hablamos de eso por horas. Comencé a prepararme para el otro día, sabía que cursaría un poco más tarde y eso me vino de maravilla ya que podría mas tiempo en el hospital y compensar mi falta. Esa vez me asegure de poner correctamente la alarma, era importante que sonara, luego de dejar todo listo fui a dormir.
*Desperté por el ruido de mi celular, pero no precisamente por la alarma, era en cambio una llamada.
— ¿Hola?- pregunté con voz cansada, pero del otro lado llegó una notícia que me despertó de inmediato y me quitó el sueño por el resto de la noche. Fue esa llamada el inicio de mis miserias.
Bienvenidos lectores! En un inicio siento que me corresponde aclarar que no tengo conocimientos reales acerca de drogas o drogadicción, enfermedades tales como la depresión, ansiedad ni tampoco otro tipo de adicciones, lo que se relata de ahora en adelante es producto de una busqueda de información e imaginación propia. A su vez debo aclarar que no se busca influenciar a nadie a realizar ninguna de las acciones que figuran en el relato.
Los hechos y/o personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. (siempre quise hacer eso)Finalmente quiero agradecerles por clickear y espero que disfruten la historia.
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Abismo
JugendliteraturAbismo relata la historia de Abigail una joven de 20 años quien luego de un evento trágico, debe enfrentarse a sus peores miedos para salir adelante. Para olvidar lo ocurrido se adentrara en un mundo de adicciones y excesos ¿Será ese el camino a su...