El rocío de la luna

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Tú duermes esperando un amanecer

o tal vez una noche sin fin;

observando con los ojos cerrados

una luna hermosa,

y un tanto celosa por tu dulzura

y hasta tu postura.

Y con celos o sin ellos;

surcando tus cielos ella se encuentra,

alumbrando tus temores,

y cumpliendo tus deseos.

Protegiéndote se encuentra

cumpliendo mi labor,

y eso se lo agradezco,

aunque con una pizca de desdén;

pues mientras ella te acaricia con su rocío

y aquí, yo muero de frío.

Sé que por años la has cuidado,

hermosa luna celosa.

Pero esa dama, con alma como armadura,

hoy la protejo yo;

y frente a este escrito,

te prometo una lucha cada noche

por cuidar su corazón,

y acompañarla en su tormento.

Aconséjala como un amigo, bésala como un amante,

Abrázala como un padre.

Las hojas... entre verano y otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora