Caleb

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Perdonen las faltas de ortografía

Abro los ojos pero la luz me ciega e instantáneamente los cierro, intento de nuevo y esta vez veo una habitación con paredes de color azul celeste la puerta dice enfermería y lo único que quiero es salir del lugar, me levanto de la cama me pongo mis pantuflas y muevo la cortina —lo único que quiero es irme— veo una chaqueta de alguien no me importa saber a quién pertenece solo que me tape más que lo que traigo, me llega hasta un poco más arriba de las rodillas, cuando me acerco a la puerta para salir esta se abre por alguien, me quedo estática en mi lugar la persona al cerrar la puerta me ve y gran sorpresa que me llevo.

—Caleb necesitas ayudarme por favor —no le suplicaria si no fuera importante.

El me observa por unos segundos y me dice que me ayudara si me recuesto de nuevo en la camilla, yo niego pero termino de nuevo en la camilla impaciente por querer salir

—Tranquila Alexis —acaricia mi mano para tranquilizarme logrando que me calme un poco—todo estará...

—No me digas que todo estará bien —lo interrumpó— no me gusta esas típicas frases reconfortantes

Sonrie Caleb y puedo asegurar que se ve hermoso haciéndolo, debería de hacerlo más seguido, es la primera vez que lo veo sonreir.

—Debo de tener algo en la cabeza ¿no? —pregunto y el asiente—por que duele como el infierno  —le sonrió— ¿Qué fue lo que te pasó en los nudillos?

Pregunto al ver sus nudillos con cortadas y sangre seca.

—El doctor no debe tardar en llegar —observa la puerta evadiendo mi pregunta— Los chicos están con la directora, no quiero molestar pero lo tengo que hacer ¿recuerdas quien fue el que te ataco?

—Recuerdo oír algunas risas y uno que otro rostro pero  demasiado distoricionados —bajo la cabeza— no podría identificarlos

—No te preocupes pequeña —me sonrie

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Al salir de la enfermería mis piernas tenian algunas cortadas pero las cubria un pantalón que saco de mi maleta Ian para traerlo además al subir la manga de la chaqueta mi brazo tiene una marca morada en forma de mano.

Ian no paraba de pedirme disculpas desde que llegó de la enfermería y para callarlo le dije que fuera mi esclavo por una semana lo que acepto sin negar —realmente se sentía culpable— mencionaba que fue su culpa que me pasara eso pero no lo creo así, siempre pienso que aunque te pasen las cosas mas estúpidas todo mejorará después.

Desde ese día —hace casi tres semanas — los chicos me han estado apoyando y cuidando.

¿Mis padres? Le pedí a dirección que no los llamará, al principio se negaron rotundamente pero después de explicarles un par de cosas entendieron la razón.

Ahora estamos en la cafetería, por mi parte espero mi turno en la fila para tomar comida cuando Andrew toma mi charola y se la pasa a Winstond  para llenarla de  comida

—Aqui tienes —me devuelve mi charola con grandes porciones de alimentos, más de las que soy posible ingerir en estos momentos y el resto de mi vida— De nada rubia.

Camino a la mesa donde están los demás con dos charolas de comida para cada quien —cada día me sorprendo más con ellos— Ian le intenta probar a Richard y Caleb que es capaz de meterse a la boca 45 papas fritas sin vomitar

—¿De nuevo lo mismo? —le pregunto a Caleb susurrando.

—De nuevo lo mismo —afirma para después morder su hamburguesa.

Maldito internado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora