(5)

180 20 18
                                    

El sonido de la máquina de tatuajes retumbaba por las paredes más el quejido de alguien y el lloriqueo de algún otro.

Eran las 3:55 de la tarde, habían pasado 5 horas de su jornada laboral y aún les faltaba 4. Sin embargo a esa hora una cabellera rubia ya debería estar deambulando de ahí para allá sin cesar pero esta no había hecho acto de apareción en todo ese tiempo.

Después de terminar el tatuaje y limpiarlo, le informo al cliente los cuidados necesarios para la sanación de el tatuaje para así luego recibir el dinero y un nuevo cliente satisfecho. Se quito los guantes y subió a su estudio donde sacó su celular y marcó. Un tono, dos tonos, tres y desistió. Normalmente al tercer tono la línea contraria respondía, decidió volver a llamar pero pasó lo mismo.

En ese punto se empezó a preocupar, reviso los chats de whassap creyendo que quizás tenía un mensaje que no vio en notificaciones, pero al abrir la conversación se dio cuenta que estaba igual a cómo la había dejado antes de empezar a trabajar. No había ni un mensaje borrado. Respiro profundo, quizás sólo estaba exagerando y no era nada solo un retraso momentaneo y quizás se le acabó la carga al celular por no haberlo cargado bien. Habían explicaciones si, pero esas se fueron perdiendo cuando fue pasando dos horas y aún nada.

– Nam —llamó al moreno el cual sólo dejó salir un "mm" dándole a entender que lo estaba escuchando— ¿Jimin no te ha llamado o al local de casualidad?

—el moreno levantó la vista de lo que estaba haciendo y observó al mayor— No, la verdad es que no. De hecho te iba a preguntar si hoy no iba a venir, es raro que no esté por aquí.

El pelinegro está vez comenzó a alterarse. Jimin siempre le avisaba cuando no iba a poder llegar, no importaba cuan ocupado se encontraba el menor siempre encontraba una forma de avisarle a su novio que no iba a estar con él, así que al no tener señales de él por horas decidió que no iba a dejar pasar más tiempo.

– Nam, te dejo a cargo en lo que falta de la jornada —dijo mientras subía a su estudio— Dile a Jungkook que cierre él.

Llegó a su estudio y tomó su mochila y celular rápidamente, revisando si en ese lapso el rubio había mandado señal de vida pero no había ninguna notificación. Sintió un mal sabor de boca.

– Yoongi —lo llamó el Moreno desde el mostrador— Llevate mi camioneta, me la devuelves después.

Le lanzó las llaves y el pelinegro solo asintió en modo de agradecimiento para luego salir del local e ir en busca de su pequeño novio.

Ya había pasado dos horas y media desde que lo estaba buscando y no aparecía. Tampoco le contestaba el teléfono y Yoongi sentía que se le iba el alma del cuerpo. Lo había buscado en el departamento pero nada, lo fue a buscar a la universidad e incluso entró hasta la facultad del chico pero le dijeron que en cuanto terminó la última clase del día el rubio se había ido con rapidez. Lo busco en los parques a los que ambos acostumbraban a ir cuando paseaban, en el árbol donde a veces se sientan a platicar, en las heladeras cercanas incluso fue donde su amigo Jin pero no lo encontró. Por último fue a la pequeña montaña que el rubio le enseñó la vez pasada que no pudieron entrar a su departamento, pero no estaba ahí y entonces Yoongi se desespero.

No sabía a dónde ir más, buscaba en su memoria algún lugar que él rubio pudiese acudir pero no encontraba otro. Y no quería pensar lo peor, estaba aterrado de dejar que esos pensamientos lo invadieran.

Se encontraba sentado a la orilla de la acera de alguna calle que ya no conocía, con la cabeza hundida en sus manos tratando de relajarse. El sol ya se había ido y solo quedaba un cielo lleno de grises nubes. Parecía que iba a llover en cualquier momento. Pero entonces sintió su bolsillo vibrar, sacó su celular de este rápidamente pensando que quizás era su novio, pero en lugar de leer el apodo con el que había guardado el contacto de este se encontraba un número desconocido. Con algo de duda atendió la llamada.

Sábanas [Myg & Pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora