2.
El cielo comienza a tornarse oscuro, se siente el aroma en el aire de una próxima lluvia inminente, y nosotros aqui afuera en medio de este frío gélido. ¿Porqué esta aquí? ¿Tendrá otra cosa que decirme, como el enrostrarme por la cara lo poco que soy ahora sin trabajo? El pensar esa posibilidad hace que mi mano arda de anticipación porque toque su mejilla. Cierro mi mano para controlarme un poco. Luego, miro el atisbo de una sonrisa que baila en sus labios, aprieto los mios y me separo con brusquedad de él. Pero, el tio da unos pasos hacia adelante, acorralándome contra la pared. Apoyo mi cabeza en la misma, tratando de huir de su rostro que, segundo a segundo, se aproxima a mi con lentitud. Mi respiración se agita y mi garganta se sella al mismo tiempo que mi piel se eriza con su cercania.
—Aléjate de mi.—murmuro con voz asfixiada.
—¿Piensas que lo haré porque me lo pides?—su voz suena aterciopelada, ronca, sensual. Otro escalofrío.—Ilusa.
—¿Quién te crees que eres para hablarme así?—digo en voz baja, sorprendida.
Sonríe lujuriosamente.
—Sólo alguien con un objetivo.
Ladea su cabeza un poco, me examina atentamente, con paciencia y fascinación. No puedo evitar mojarme al verlo con una mirada intensa, oscura y lujuriosa. Trago saliva, y él me muestra una sonrisa resplandeciente que me hace ahogar un suspiro. Oh, dios.
—Eres linda.—me dice.
—Tú eres horrible.—"Mentirosa", me susurra mi subconciente.
—¿Enserio?—Una sonrisa juguetona cruza su rostro. No, ni él se lo cree tampoco.—Si fuera feo, tú no estarías mojada.
Mi palma arde. Y comienza a temblar ante lo que dice. Le doy una cachetada. Su rostro queda ladeado hacia su derecha, veo un atisbo de ira en sus ojos, pero también otro que identifico como...¿placer?
—Me gusta más al revés.—murmura, entrecierra sus ojos cuando los pone sobre mi.
Jadeo horrorizada.
Intento gritar, pero de inmediato coloca su mano sobre mi boca. Sujeta mi brazo, instándome a caminar hacia el callejón a un lado del restaurante, pretendo zafarme y escapar, pero él me acorrala contra la pared más cercana, aprisionando mi cuerpo con el suyo. Me quedo estática, sin saber que hacer realmente, o chillar por ayuda y recibir un golpe de él, o callar y esperar que pase de mi. Estoy asustada.
—Mmm...—aprieta su mano que se halla en mi cintura, muerdo mi lengua para no soltar un pequeño jadeo.—Linda cintura.
Su mano comienza a bajar lentamente, mi respiración se agita y lo miro con ojos grandes y atónitos, mientras agarra mi culo y lo estruja. Muerde su labio inferior, lamentablemente eso lo hace más sexy de lo que ya es.
—Buen culo.—dice a centímetros de mi.
No se detiene allí, sino que continua bajando. Las puntas de sus dedos tocan mi pierna, me estremezco y enserio, trato con todas mis fuerzas rehuir de él, pero su tacto, tiene algo. No sé que, pero me adormece, me hace quedarme inmóvil mientras él entra al interior de mis muslos. Muy lentamente subiendo, mientras sus ojos azules se fijan en los mios. Se adentra por debajo de mi vestido, sube más hasta que lo siento tocar mi ropa interior.
—Oh, si.—sonrie obsceno.—Esta es mi parte favorita.
Antes de que pueda volver a pestañar, mete su mano en el interior, tomándome por sorpresa. Quiero decirle que pare, pero su movimiento circular y lento sobre mi clitoris, es tan hechizante y, joder, delicioso, que lo único que puedo llegar a hacer ahora, es dejar escapar un gemido.
—¿Te gusta, eh?—dice posando sus labios sobre mi cuello, su aliento me eriza la piel.
Jadeo con gozo. Él mueve sus dedos más rápido, oprime mi clitoris, suelto un pequeño grito. Muerdo mi labio inferior.
—Tu nombre.—dice con la voz ronca.
—B-bliss.
Sonrie con diversión.
—Vale.—asiente.—Soy Damon.
Damon.
Por fin sé quién es este hombre que me toca con tanta provocación y libertad. "¿Te das cuenta que estás en medio de un callejón y apenas sabes su nombre?" Trago saliva. Estoy perfectamente conciente de que podría ser un asesino serial y un violador, pero...
—Dime, Bliss.—su voz capta mi atención, lo miro agitada.—Alguna vez te habian propuesto ser una... ¿sumisa?
—¿Q-qué?
¿Sumisa? ¿Quiere decir una relación de esas donde te...? Me tenso al pensar esa probabilidad, aparto su mano rápidamente de mi. Mi respiración sigue agitada, pero trato de controlarla y alejarme de él. Reuno un poco de cordura, lo empujo unos metros de mi, y aprovecho ese momento para escabullirme y huir. Casi... casi dejo que... ¡Dios, soy una estúpida!
—¡Hey!
—¡Vete a la mierda, lunático!—le grito mientras corro.
Salgo del callejón oscuro, acomodo mi vestido y trato de aparentar tranquilidad, mientras me abro paso entre las personas. Siento mis mejillas rojas, y también totalmente avergonzada por lo sucedido. Cierro más mi impermeable con una especie de paranoia que comienza a invadirme y hacerme pensar que toda la gente sabe lo zorra que me convertí al no luchar contra él en ese pasadizo. Soy una idiota.
A pasos rápidos y con la vista baja, llego al distrito sur. Camino por las calles, aferrándome a mi ropa y todavía recordando lo que ese chico intentó hacer. Mi entrepierna se siente mojada, a pesar de estar ausente su mano, continuo estando caliente. Me siento una cualquiera.
Abro la puerta de mi edificio, me introduzco en el interior, subo las escaleras lo más rápido que mis piernas pueden ir y llego a la puerta de mi departamento. Busco entre las cosas de mi bolso la llave, al encontrarla, la pongo en el picaporte. Giro dos veces la llave hacia mi derecha y luego le doy unos golpes a la puerta para abrirla, una de las tantas razones de porqué el alquiler sea barato, es que la puerta está dañada y sólo se entreabre con empujoncitos. Resoplo con frustración y fatiga. Me meto cansadamente al interior, cierro la puerta y apoyo mi frente en ella unos segundos.
¿A qué clase de persona se le ocurre presentar una propuesta tan inmoral mientras...? Dios, siento la sangre viajar a mis mejillas con rápidez el sólo pensarlo. Otra vez. ¿Cómo se le ocurre? Y por todos los cielos, ¿cómo no se me pudo pasar por la cabeza el haber impedido que me tocara? Quiero decir, debo estar muy... distraída para no hacer algo en concreto. No sé, tal vez golpearle la entrepierna hubiera funcionado perfectamente.
Resoplo frustrada.
Me giro y me quedo helada al verlo parado al lado de la ventana abierta. Avanza hacia mi con mucha determinación y sin un menor atisbo de tímidez en él, vuelvo a apoyarme en la puerta para no caer al piso. Él llega a mi, inquebrantable y rostro impasible, me examina en detalle, ladea su cabeza. Los nervios y el miedo se apoderan de mi, trato de acordarme alguna maniobra de la clase de defensa personal, pero nada recuerdo.
¿Cómo es que está aquí? ¿Acaso me siguió?
—Me dijiste que me fuera a la mierda.—ruge en voz baja, trago saliva.—¿Sabes lo que les pasa a las personas que me faltan el respeto?
Sus ojos se oscurecen y me miran entrecerrados, cierro mis ojos con temor.
Lo siento aproximarse más a mí, escucho los golpes que ocacionan sus manos al colocarse sobre la puerta, a cada lado de mi cabeza. Respiro, segundo a segundo, más rápido, imaginándome las posibles atrocidades que me hará. Su aliento golpea una mejilla, es fresco y a la vez, excitante.
—Tienen un castigo.
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Non Grata
Romance—Dime lo que quieres, Bliss. —A ti. Golpea mi nalga con rudeza y enojo, ahogo un grito, porque sé que no le gusta que grite su nombre. —Repite, nuestro acuerdo.—musita. —Sólo sexo.—digo. —Exacto.—siento su sonrisa ladeada.—Yo sólo sirvo para eso.—mu...