Nine

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Caminaban con sigilo entre el verdoso bosque, aplastando pasto y alguna que otra flor bajo sus pies.

La rubia sostuvo con fuerza la espada entre sus manos, apretandola y tornando sus nudillos en un color blanco. La espada de 21 centímetros de anchura y 85 de altura estaba cubierta de colores dorados y plata brillantes, los cuales brillaban y relucían cuando algún pequeño rayo de sol chocaba contra ellos, también contaba con un poder mágico; siendo una espada antigua (aunque a simple vista no lo pareciera) pasada de generación en generación y portada solo por los más formidables guerreros. Treskek era una espada poderosa, capaz de atraer a los rayos hacia ella y usarlos a su favor, también podía, después de años de practica y dominación de parte del portador, tomar y usar la energía potente y caliente del sol, enviando un rayo de calor que podría eliminar a cualquier mortal a su paso, pero como bien, siendo una espada poderosa también era ambicionada, por eso también era acompañada por un objeto defensivo: un escudo de los mismos tonos de color, capaz de reducirse y expandirse a deseo del portador. Su armadura de las mismas gamas de colores hacia un constante pero pequeño ruido del repiqueteo de metal contra metal.

Un brazo la hizo detenerse en su caminata y dar un paso atrás. El castaño a su lado movía sus esponjosas orejas en busca del sonido que había escuchado antes, tratando de descifrar donde estaba y qué clase de peligro podría representar ya que se habían metido en un territorio qué para nada les pertenecía y la persecución había empezado momentos atrás, momentos en los que tuvieron que separarse de su grupo.

Sus orejas iniciaban en un tono blanco pulcro y terminaban en un negro intenso, al igual que su cola igualmente esponjosa que apenas se movía, con todo su cuerpo atento y alerta a los sonidos del bosque.
Un sonido entre las copas frondosas de los árboles le hizo subir su mirada bruscamente en esa dirección justo en el momento en que una chica pelirroja cayó de entre ellos, aterrizando perfectamente de rodillas y sin algún rasguño de por medio.
Sus ropas se basaban en un conjunto unido de color morado dejando libre la parte del abdomen, la parte inferior le quedaba 15 dedos arriba de las rodillas, y unas botas de cuero claro.
Ella les dirigió una rápida mirada, tomando con fuerza las dagas de plata entre sus manos y lanzandolas velozmente en su dirección a lo que la rubia reaccionó rápidamente; expandiendo el escudo y protegiendose a ella y su acompañante. Cuando las dagas cayeron en un sonido sordo del metal de su escudo le dirigió una mirada fiera con sus penetrantes ojos azules, a lo que la pelirroja le sonrió burlona comenzando a correr y siendo seguida casi de inmediato.

La chica delante esquivo ramas y troncos tirados en algunas zonas pero jamás reduciendo su velocidad y siguiendo la misma dirección fija; escuchando los pasos de los otros dos siguiéndole, casi pisandole los talones.
Cuando pasó junto a un árbol escuchando como la rubia era golpeada mientras ella seguía de largo, es que sonrió internamente y pronto esa sonrisa tomó lugar en sus labios.

La ojiazul soltó un quejido en el suelo, mientras que a su lado se encontraba el tipo que la había derribado, quien le sonrió burlonamente. Era del doble de tamaño que ella, de cabellos negros y ojos marrones con una cortada ya cicatrizada que se extendía desde su sien derecha hasta su mandíbula y en su boca había un diente de plata que relucio cuando le sonrió con burla y autosuficiencia. Levantó su pesada hacha afilada en las puntas, de unos 30 centímetros de anchura y 90 de largo, haciéndola brillar contra el sol y dejándola caer pesadamente sobre ella quien logró colocar el escudo sobre sí para evitar su muerte segura. Sorprendente y desafortunadamente el hacha logró atravesar el escudo lo suficiente para hacerla sangrar y abrir una herida grande en su abdomen, quedando en la inconsistencia unos segundos gracias a eso.
No muy lejos el castaño fue arrojado sin gentileza alguna al suelo mientras que el otro hombre se acercaba sosteniendo con fuerza su espada plateada. Sus cabellos eran rojos como la sangre que alguna vez derramó y la que futuramente derramara.

Awaken { Joshler } OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora