Capítulo 5

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Narra T/n:
Me encontraba sola en aquel frío parque. Estaba sola y confundida. ¿Qué acababa de ocurrir? Adexe me acababa de besar y yo le seguí el beso. Los chicos llevaban razón. Pero...¿qué debía hacer? Adexe salió corriendo....¿Qué haría? Volví a mi casa caminando y sintiendo la suave brisa otoñal que acariciaba mi piel. Llegué y mi padre estaba en su cama durmiendo. Corrí sigilosamente a mi habitación y me encerré en ella. Continúe llorando durante toda la noche sin dejar de pensar en lo que acababa de pasar y en mi pasado. Me tiré en mi cama y me derrumbé. Las lágrimas rodaban por mis mejillas y empapaban la funda de mi almohada. Si no dejaba de llorar mi habitación se convertiría en un mar de lágrimas. Sentía un dolor punzante en mi pecho. Dicho dolor aumentaba poco a poco y me iba carcomiendo poco a poco. Mis lágrimas se agotaron a las 3 de la madrugada y me quedé dormida sobre las 4 y media. Agradecí que al día siguiente fuese sábado.
A la mañana siguiente me desperté con los primeros rayos de sol que entraban por mi ventana, ya que la noche anterior no cerré la persiana. Estaba muy cansada, pero sabía que no volvería a conciliar el sueño. Salí de mi cama de mala gana. Tenía los ojos rojos e inchados. Bajé a desayunar. En la cocina había una nota. Decía que mi padre iba a estar todo el día fuera. Lo suponía. Era algo normal. Decidí ir al gimnasio, ya que hacía ya mucho que no iba. Me puse mi ropa deportiva y fui al gimnasio. Fue interesante, y me olvidé en algunos instantes del dolor que sentía. ¿Cómo podían haberse olvidado de mí tan rápido? Iba a por mis cosas, cuando en una sala escuché una sevillana. Me acerqué y vi a un grupo de chicas bailando flamenco. Entonces regresó ese dolor punzante a mi pecho. Antes iba a clases de flamenco. Añoraba a mis migas y los buenos tiempos bailando. De repente una chica de unos 7 años se acercó a mí.
X: Hola, ¿bailas?
Tú: Hola, guapa. ¿Qué quieres que baile contigo la sevillana?
X: Sí, por favor. Es que no tengo pareja.
Tú: Claro. Yo bailo contigo. ¿Cómo te llamas, linda?
X: Me llamo Luz. -dijo sonriendo.- ¿Y tú?
Tú: Yo T/N. Vamos, que ya empieza.
La niña me llevó al tablado con ella y nos pusimos a bailar. Su profesora de baile me miraba, yo solo sonreía y me divertía como antaño. Al terminar, la chica corrió con sus amigas y yo me disponía a retomar mi camino. Entonces la profesora de baile se acercó a mí.
X: Hola. Me llamo Ana.
Tú: Encantada, Ana. Yo soy T/n.
Ana: Igualmente. Tienes buena técnica. ¿Dónde aprendiste a bailar flamenco?
Tú: Aprendí de mi madre junto con mi hermana.
Ana: ¿Podría conocerlas también?
Tú: Lo siento, pero ellas viven en otro país.
Ana: Ah, vale. ¿Quieres venir a mis clases algún día?
Tú: Ok. Qué día y a qué hora.
Ana: Solo damos clases los sábados a las 6 de la tarde.
Tú: Aquí estaré el próximo sábado.
Ana: Nos vemos.
Tú: Adiós.
Continué mi camino y, de repente, alguien me tapó los ojos.
Tú: Quien sea que me suelte ya.
Nau: Tranqui, solo soy yo. -dijo destapando mis ojos.-
Tú: Dime qué quieres. -dije cortante.-
Nau: ¿Cómo estás?
Tú: Bien.
Nau: ¿Qué te pasa con Nano?
Tú: Nada. ¿Por qué preguntas? -pregunté curiosa.-
Nau: Es que te miraba mientras bailabas. -me sonrojé.- y luego, cuando me di cuenta y le dije que fuéramos a saludarte salió corriendo.
Tú: No sé. ¿Qué hacíais vosotros aquí? -dije recordando el beso.-
Nau: Vinimos al gimnasio.
Tú: Entonces igual que yo.
Nau: Oye, ¿desde cuándo bailas flamenco? Nunca lo habría imaginado.
Tú: Desde que tenía 2 años. Pero siempre vi a mi madre bailar flamenco.
Nau: Qué guay. -salimos del gimnasio.- ¿Quieres que volvamos juntos a casa? Mis padres vinieron a recogernos.
Tú: Está bien.
Nau: Las damas primero. -dijo abriendo la puerta. Los dos reimos.- Papá, vamos a llevar también a T/n a casa, ¿Te parece bien?
Aarón: Vale. Hola T/n.
Tú: Hola Aarón y hola Adexe. -Adexe despegó la mirada del móvil y me vio sorprendido.-
Adexe: Ho-hola, T/n. -tartamudeó.-
Me senté en el asiento del medio, entre Adexe y Nau. Nau iba hablándome sobre cosas que no me importaban. Yo solo asentía de vez en cuando. Y Adexe iba mirando su celular lo más alejado de mí posible. En cuanto llegamos me despedí de todos y corrí a mi casa. Entré en mi habitación y me desmoroné. Llevaba queriendo llorar desde que escuché la sevillana. Decidí limpiar mis lágrimas y hacer una videollamada con mi madre.
*En la videollamada.*
Tú: Hola, mamá. ,-dije muy contenta.-
Mamá: Hola, hija. -dijo feliz de verme.-
Tú: Os echo mucho de menos, mamá.
Mamá: Y nosotros a ti, mi niña.
Tú: Está mañana fui al gimnasio y vi a unas niñas pequeñas bailar flamenco. Me acerqué para ver mejor y una pequeña me sacó a bailar con ella la sevillana. Su profesora me dijo que tenía buena técnica y que quería que bailara con ella.
Mamá: !Qué bien! -dijo feliz por mí.
Tú:¿ Y Lore (mi hermanita pequeña)?
Mamá: Ella no está aquí. Vuelve esta tarde. Te mandará un mensaje por mi móvil y haceis videollamada.
Tú: Ok, mami. Hasta después.
Mamá: Adiós, mi pequeña flamenca. -reimos y cortamos la videollamada.-
*Fin de la videollamada*.
Después de la videollamada me encontraba mejor. Salí de mi casa y fui a la casa de mis vecinos. Llamé al timbre y me abrió Nare.
Nare: Hola. Qué sorpresa verte aquí.
Tú: Hola. ¿Puedo ir a hablar con los chicos?
Nare: Claro. Creo que están en la habitación de Nau viendo una peli.
Tú: Ok. Voy con ellos.
Subí las escaleras y llamé a la puerta de la habitación de Nau.
Nau: ¡Pase! -gritó para que lo pudiera escuchar. Entré.-
Tú: Hola, chicos. -sonreí amistosamente.-
Nau: Hola.
Adexe: Hola. -dijo sin mirarme.-
Nau: No sabíamos que ibas a venir.
Tú: Es cierto. Yo no iba a venir, pero tengo una hermana pequeña que se llama Loreto. Ella es muy fan vuestra y esta tarde voy a hacer videollamada con ella. ¿Os importa estar presentes para que os conozca?
Nau: Claro. Cualquier cosa por nuestras naudexers.
Tú: Muchas gracias. -le sonreí.- Adexe, ¿te importa venir a hablar conmigo un momento?
Adexe: Vale, vamos a mi cuarto.
Adexe salió y fue a su cuarto. Yo lo seguí.
Adexe: Dime.
Tú: ¿Podrías mirarme a los ojos, por favor?
Adexe: Sí. -me miró a los ojos un momentito y volvió a mirar al suelo.-
Tú: Adexe, tú eres la única persona que sabe de mi pasado. Quiero que vuelvas a ser como eras antes conmigo. Deja de ignorarme, por favor. -dije a punto de llorar.-
Adexe: -levantó la vista y vio mis ojos vidriosos.- No llores, preciosa. No era mi intención ignorarte. Ven aquí. -me abrazó.- Todo será como antes, ¿vale?
Tú: Gracias.
Adexe: Yo sabía que no eras mala. -dijo en mi oído. Me entraron escalofríos. Nos separamos.- Volvamos con Nau. Íbamos a ver La monja. ¿Quieres verla con nosotros?
Tú: Vale.
Fuimos a la habitación de Nau.

"Tú No Eres Mala" (Adexe y T/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora