Con algo dificultad Yeray pudo encontrar su salón, la puerta estaba abierta así que no había necesidad de tocar entonces asomó su cabeza, todos ya estaban sentados en sus respectivos lugares, miró un poco más-en especial las niñas- debía de admitir que si eran lindas, pero no tanto. Pudo haber tenido la oportunidad de presentarse con ellas si tan solo se hubiera apurado a buscar su salón.
Creo que si debo aprender a callarme.
Se arrepiente de abrir esa bocota, cuando se siente frustrado o irritado habla sin pensar, y eso le trae muy malas consecuencias, perderse en la escuela es un ejemplo, haberle contestado a Bertha es otro ejemplo.
Al parecer la profesora se percató de Yeray, y lo miró curiosa, su cabello es rubio y lacio peinado a coleta alzada, sus ojos azules celestes se esconden detrás de esos lentes de armazón negro, cejas rectas y de tez blanca, es delgada y viste de manera casual, quizás porque es joven, pantalones de mezclilla, blusa blanca y suéter delgado de color azul y tenis blancos.
—¿es de este salón?—pregunta amablemente, Yeray le tiende la hoja y la profesora la agarra, alza la vista donde ya estaban los alumnos—de acuerdo—dice mirando a Yeray—te sentarás con...— dice con un ademán para que lo siguiera y el más bajo obedece, la profesora agarra una lista del escritorio y vuelve a mirar y camina hasta un lugar que se encuentra en el medio de los pupitres y señala un lugar—estarás aquí, este será tu lugar, entre Mark y Max—puedes pedirles ayuda en saber que es lo que estamos haciendo, ¿de acuerdo? Perfecto—. Sonríe alegre.
¿No sería mejor si usted me dijera que están haciendo? Digo, usted es la profesora aquí no ellos.
Mejor se queda callado, no vaya a arruinarlo otra vez, la profesora vuelve a su lugar y se sienta en su silla y mira unos papeles de su escritorio. Se sienta en su respectivo lugar y pone su mochila en sus piernas, mira a su alrededor todos están callados apuntado cosas en su cuaderno, pero a Yeray le da flojera preguntar así que mira al chico de su lado derecho tenía cabello oscuro-un poco mas claro que Froilán-,pálido, ojos color miel, pestañas largas y un curioso lunar en el cuello.
—¿Pu-Puedes dejar de mirarme?— dijo nervioso y en voz baja, Yeray lo mira serio pero detenidamente en su piel lechosa, en especial el curioso lunar de su cuello, tenía tentación de tocarlo, pero acaba de conocer a este tipo que no sabe su nombre. —por favor...— dijo igual bajo, y los ojos de Yeray estaban ahora en su rostro, y el contrario al darse cuenta de la mirada profunda de Yeray sus mejillas se tornaron de lindo color rojizo.
—solo quería ver que escribes— dijo Yeray serio.
—Escribimos lo que hicimos en vacaciones, un gusto soy Edith Adylene Crowell y ese chico tímido a tu lado es Mark, mi hermano gemelo—dijo una niña enfrente suyo, esta volteó sobre su lugar y lo miró divertida, era una copia exacta del niño que esta a su lado, solo que ella tiene ojos oscuros, le tendió su mano, el castaño miro su mano y luego a ella y negó con la cabeza, la pelinegra se sonrojó de la vergüenza y bajó su mano.
—Gracias—dice serio y saca su bolsa de útiles y un cuaderno y los pone sobre el pupitre—soy Yeray.
—¿como te dicen tus amigos?—pregunta con una sonrisa curiosa la niña enfrente suyo— mis papás y mi hermano y mis amigos me dicen Ady, pero tu también me puedes decir Ady.
—termina tu trabajo—dijo el castaño empezando a escribir, los chicos que lo rodeaban se aguantaron la risa, no se esperaban una respuesta tan cortante, esa era una señal para no acercarse al nuevo.
Sí, todos se conocen desde que entraron a primer grado.
Es un niño grosero, serio y callado, es lindo, me gusta.
🍓
Estar rodeado de varias niñas lindas no era algo de estuviera acostumbrado, tal vez si pueda conseguir novia después de todo.
Aunque se sentía bendecido con el universo de que niñas lindas le hablaran, se sentía mareado por el exceso de perfume que estas aportaban, eran fuertes y todos los olores mezclados lo estaban mareando. Ni siquiera pudo comerse su sándwich ya que con el olor se le fue el hambre, su estómago ya gruñía, pero le daba asco comérselo, tenía una opción y no era realmente mala: esperar a llegar a casa ya que su madre le había dicho que les haría Lasaña Boloñesa. Puede que su madre no sea excelente cocinera, pero hace sus intentos, y eso esta bien ya que es muy raro que coman algo repetitivo, pero cuando un platillo le queda excelente lo repite una vez a cada dos semanas. De hecho el sandwich fue preparado por el, ya que no le gusta que su mamá le haga un lonche, ya que el puede hacerlo por si mismo y no quiere desperdiciar el tiempo de su madre.
Yeray se sentía agradecido de tanta atención, pero el olor de los perfumes que lo rodeaban le robaban su oxígeno, tenía que ir al baño y eso es una buena excusa.
-Lo siento, pero necesito ir baño- amablemente sonrió, se levantó de su pupitre y salió de la burbuja perfumada.
Salió de su salón y se fue a los baños.
El pasillo no estaba tan habitado, y el baño estaba igual, solo que con la diferencia de que se escuchaban ruidos extraños.
En un cubículo la puerta estaba entre medio-abierta, suspiros y jadeos ahogados se escuchaban a un tono no tan bajo, era el ultimo cubículo, y Yeray tenía curiosidad. Sus pasos eran delicados y silenciosos, avanzaba lento, mentiría que se estaba desesperando pero realmente tenía curiosidad.
Puede que alguien esté pujando y no le sale su caca, pero no se escucha como si alguien estuviera pujando, eran suspiros y jadeos ahogados, y aparte si alguien estuviera cagando olería horrible, pero ni siquiera huele, o tal vez si por estar rodeado de tanto perfume lo haya dejado sin olfato.
Llegó a su meta y los sonidos eran un poco más fuertes, se asomó y lo vio.
Sentado en la taza del baño tenía su mano tapando su boca, su cara estaba roja ya que es pálido, sus pantalones y ropa interior estaba en sus pies, y su otra mano estaba estimulando su rosado y algo pequeño pene.
Se estaba masturbando.
Masturbando.
En un baño.
Solo.
Las mejillas de Yeray se ruborizaron, se sentía avergonzado y nervioso, pero no podía apartar la vista, del alguna forma no le resultaba asqueroso o incómodo. Escuchar esos jadeos ahogados se escuchaban adorables, y extrañamente quería escuchar más, hasta que sintió que le dolía algo abajo, bajó su vista y podía ver un pequeño bulto, se sentía extraño, nunca le ha pasado esto.
Regresó su vista al chico que tenía sus ojos entrecerrados, destapó su boca y se escuchó el jadeo más fuerte y se terminó viniendo, sus labios estaban algo hinchados y estaban rojos.
Pero no se imaginaría que ese chico se miraba lindo de esa forma, tal vez no lo miró bien cuando lo conoció, también esta sorprendido, no esperaba que alguien de su edad hacía ese tipo de cosas.
-Mark...
Aunque susurró su nombre el otro alcanzó escucharlo.
Yeray debe aprender a callarse, y también a no ser curioso.
🍒
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Hombres de nieve, con borrador moldeable [SIN EDITAR]
Fiksi RemajaUn cliché no tan cliché pero cliché.