Años amargos

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Día 1.

Tema: Familia.

Kuchel Ackerman y su pequeño hijo Levi vivían en un pequeño cuarto en las profundidades de la Ciudad Subterránea. La pobre mujer trabajaba de prostituta para poder llevar algo de comida a la boca del hijo, y el diminuto espacio en donde vivían hacía las veces de lugar de trabajo de Kuchel, haciendo que Levi tuviera que esconderse y taparse los oídos con fuerza ante lo que era inevitable escuchar en semejante ambiente.

Y como era de esperarse, esa vida llena de penurias se cobraría con la vida de Kuchel, quien contrajo una enfermedad que la iba debilitando poco a poco, hasta que un día Levi sintió a su mamá fría en la camita que compartían. A partir de allí, el niño mostró poco interés por la vida en sí, nunca salió, nunca avisó a nadie (no tenía a quién), y nunca se despegó del suelo, donde se sentaba a contemplar el cadáver de su madre. Levi no podía moverse ni aunque quisiera, ya estaba muy débil: no recordaba la última vez que había comido algo.

Después de un tiempo, y seguramente debido al atraso del pago del alquiler, el dueño del cuarto se presentó para reclamar. Después de abrir la puerta a patadas, el hombre tuvo que taparse la nariz y aguantarse las náuseas, además de esperar un buen rato para poder entrar. Horrorizado, todo lo que vio fue un cuerpo sin vida seco y un niño esquelético sentado en el frío piso, al que se dirigió para cerciorarse de que aún respiraba. Rascándose la cabeza y en un último resquicio de buena voluntad, si pudiéramos llamarlo así, preparó todo para que se llevaran a Kuchel y la enterraran en esas fosas comunes para los pobres diablos de la ciudad, mientras que al niño le entregó un par de panes para luego sacarlo a la calle.

El pobre Levi con suerte se podía arrastrar debido a su debilidad, y después de lograr la gran hazaña de ocultarse en un angosto callejón, procedió a comer esos panes desesperadamente; por lo menos eso le daría algo de fuerzas para levantarse y quién sabe, tal vez así podrían volver sus ganas de vivir y hasta podría unirse a alguna banda de ladronzuelos. Ese era el destino que más probablemente le esperaba, teniendo vida de calle.

Pensaba en todo eso mientras comía, hasta que se atragantó con un enorme pedazo de pan que metió de lleno en la boca. Sentía que se ahogaba y hasta pensó que tal vez sería mejor así, pero no contaba que unas fuertes palmadas en la espalda lo rescatarían de una muerte desafortunada.

-Entiendo que tengas hambre, pero si sigues comiendo así, te hará mal. – un hombre castaño y de mirada afable le sonreía. Levi lo observaba impasible. – Además, esos panes hay que comerlos con una muy buena sopa. Conozco una taberna donde hacen las mejores, que vienen bien en esta época de frío. – le extendió la mano – Vamos, te llevaré allí.

Levi lo miró dudoso, pero la posibilidad de comer algo más lo cegó, y tomó la mano del hombre, quien al ver que tambaleaba, lo cargó hasta el lugar.

Patrick Ral era un hombre de familia, de profesión panadero, proveniente del Distrito Stohess. Sus panificados tenían tanta fama que eran pedidos en distintos puntos cercanos dentro del Muro Sina y hasta en la Ciudad Subterránea, donde cada tanto bajaba con sus productos. Era un buen hombre y siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, por lo que se ganó rápidamente el respeto y el aprecio de las personas.

Fue justamente ese deseo desinteresado por ayudar lo que lo llevó a acercarse al hambriento niño que luchaba por no ahogarse con la poca comida que tenía. Después de librarlo del atoramiento y examinarlo detenidamente, notó con tristeza que estaba hasta los huesos, tenía los labios quebradizos, la piel amarillenta y unas ojeras que daban cuenta de la imposibilidad de descansar por culpa del hambre y las malas condiciones de vida. Recordó la taberna donde siempre iba a parar después de sus reparticiones y antes de ir a casa, y decidió que llevaría a esa pobre criatura a alimentarse como era debido.

Tiempo de amar (Rivetra)Where stories live. Discover now