LA CANCIÓN DE LA SIRENA.

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Aquella era una noche tranquila, la luz de la luna resplandecía sobre la casa localizada en las afueras de Nápoles, dentro en una espaciosa habitación cubierto por las sabanas se encontraba Bruno Bucciarati perdido en un profundo sueño, a su lado Leone Abacchio observaba a su amado descansar tan tranquilo e indefenso solo verlo le brindaba la paz que necesitaba era como tener a un ángel acostado a su lado.

Esa noche el ex policía no lograba conciliar el sueño aquello eran secuelas de los eventos ocurridos antes de unirse a passione, antes de que ese ángel lo salvara de morir de una sobredosis de alcohol tirado en la calle como perro sin hogar probablemente cerca de un fétido basurero.

Miles de pensamientos le invadían el único sonido que se escuchaba eran las manecillas del reloj moverse anunciando que pasaba de la media noche, un recuerdo llego a su mente hace dos días Mista en una de sus charlas extrañas cuando comían explicaba porque la leche tibia era un buen remedio para conciliar el sueño aunque no le puso total atención pero no perdía nada con intentarlo ¿o sí? Después de algunos minutos debatiendo internamente si bebía la leche, se levantó con mucho cuidado no quería hacer ruido y despertar a su hermoso ángel durmiente.

Al llegar a la cocina coloco en la estufa una pequeña olla donde comenzó a calentar la leche, de la alacena saco su taza favorita en la que bebía su café con vodka por las mañanas. Todo estaba tranquilo podía escuchar claramente el líquido burbujear, apago la estufa sirviendo la leche dispuesto a beber cuando escucho a lo lejos un hermoso canto, "Tal vez es el vecino" Pensó restando importancia dando pequeños sorbos disfrutando de la bebida, Mista tenía razón, la leche tibia era relajante pero el sueño aún no se hacía presente, algo le inquietaba esa voz cantando se escuchaba cada vez más fuerte ¿Quién rayos practica su canto en la madrugada?.

Dejo la taza vacía en el fregadero dispuesto a regresar a la cama para intentar conciliar el sueño, pero esa melodiosa voz le llamaba, ahora que ponía algo de atención le sonaba familiar era una canción de música clásica pero no lograba recordad el nombre, pensaba que era su vecino, pero la voz provenía de la calle, se acercó a la ventana de la sala, movió la cortina teniendo así la vista despejada a la calle.

-. ¿De dónde viene? ¿Quién eres?.-Murmuro para sí mismo, por un momento pensó que tal vez seria un usuario de stand quien hacia todo tendiendo una trampa pero la tenue luz del alumbrado público iluminaba la sólida calle, la melodía continuaba como si de un espectáculo se tratara entonces ahí justo enfrente en la otra acera se hizo presente la figura de una mujer, llevaba puesto un vestido azul en un tono claro como el cielo, adornado de perlas que resplandecían como estrellas en cada paso que daba, su cabello de color oro le cubría su rostro haciendo juego con esa hermosa pálida piel, si pudiera compararla con algo seria con una sirena hipnotizando a todo ser que la escuche eso era lo que estaba ocurriendo, el peligris comenzó a sentirse extraño quería seguir escuchándola, saber quién era por qué caminaba sola a altas horas de la noche sin compañía alguna, olvido el insomnio, las ocurrencias de Mista, la leche tibia, todo.

Se encontraba totalmente hipnotizado por aquella chica, rápidamente quito la mano de la cortina cubriendo de nuevo la ventana, camino directo a la puerta estaba dispuesto a salir de la casa para seguirla, justo en el momento que toco la perilla pudo sentir la presencia de otra persona detrás suyo hablándole en un susurro con una dulce voz.
-.Es peligroso que salgas ahorita Abbacchio, No vayas.- Aquellas palabras estaban llenas de bondad, pudo sentir como le colocaban sus audífonos de diadema haciendo que dejara de escuchar aquella melodía segundos después una sensación de calidez invadió su cuerpo sacándolo de aquel trance provocado por la chica.

-. ¿Que estoy haciendo aquí? - Parpadeo un par de veces tratando de recordar que sucedía, quito la mano de la perilla de la puerta ¿Estaba por salir? Pero si pasaba de la media noche ¿A dónde iría? ¿Bucciarati le habría dado una misión? Al pensar en su ser amado la sensación de calidez volvió a él así recordó el incidente con la chica que cantaba, el insomnio y su dilema con la leche, esa noche tranquila se había vuelto una totalmente extraña ¿Quién era la chica que cantaba? ¿Sería una usuaria de stand? Pero la pregunta más importante era ¿Quién le impidió que saliera de la casa? Volteo detrás suyo esperando encontrarse con alguien tal vez Naranccia, Trish o el odioso de Giorno, pero no había nadie, todos dormían en sus respectivas habitaciones.

-. Supongo que no se lo diré a nadie. -Tallo sus ojos retomando su camino a la habitación, entro sigilosamente su pareja aun dormía o al menos eso parecía, levanto las sabanas recostándose en su lugar cuando unos brazos le atraparon.

-. ¿Dónde estabas? ¿Sucedió algo? -Hablo en voz baja Bucciarati más dormido que despierto se acercó acomodando su rostro en el pecho de Abacchio.

-. Nada de qué preocuparse, lo de siempre...-Trato de sonar convincente, dejo un pequeño beso en la frente de su amado viendo como retomaba su sueño, se quedó contemplándolo más tiempo entonces recordó lo ocurrido minutos antes, no tenía idea de que acababa de pasar, tal vez aquello era un mal augurio, algún fantasma quizá claro que eso no podía suceder, lo único en lo que quería pensar era tener a su ángel durmiendo entre sus brazos, cerro los ojos intentando conciliar el sueño de repente una pregunta se formuló en su mente ¿y si la persona que impidió que saliera de la casa fue Bucciarati? Pero que cosas estaba pensando seguro era provocado por el sueño, negó despacio descartando esa absurda idea, tal vez por la mañana le contaría a Bruno lo sucedido seguramente le daría una explicación más lógica, minutos después ambos dormían regresando a la tranquilidad de la noche. 

One-Shot, One-Dream.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora