░༉ᬄྲྀ⃢𝓔𝓵𝓵𝓪 𝓷𝓸 𝓮𝓼 𝓽𝓾 𝓱𝓲𝓳𝓪

Luis.

Mientras que Ana ayudaba a Aitana en el baño, los otros presentes se encontraban charlando acerca de la pequeña en silencio por si vuelven en cualquier momento.

— ¿Alguien sabe lo qué le pasa a Aiti? – Preguntó Marina cuando se aseguró que ya estaban en el baño.

— ¿Amaia?

— Aitana no me dijo nada. – Respondió Amaia mientras que jugaba con el tenedor.

— Ana lo sabrá. – Aseguró Ricky– Por eso fue con quien fue al baño.

Todos asintieron ante la evidencia de Ricky. Luis sería el primero en ir a hablar con Ana nada más terminara la cena.

Y así fue, Aitana y Ana llegaron nada más terminar de asentir todos, con sonrisas incómodas. Nerea miró a Ana cual estaba a su lado y luego miró a Aitana, ella sería la primera en hablar con Aitana.

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Después de varias risas de quien pagaría la cena, todos se dirigieron hacia el piso del mayor del grupo qud bromeó sobre el lugar.

— Si veis algún condón tirado por el suelo, me avisáis – Rió Ricky haciendo reír a la mayoría.

Y finalmente llegaron al piso de Ricky mientras que algunos charlaban y otros tantos seguían en silencio escuchando las conversaciones de los demás.

Luis se abalanzó a Ana y Nerea a Aitana.

— Ana, ¿sabes lo qué le pasa a Aitana? –Preguntó mientras que la acorralaba para no tener que correr detrás de ella.

— Cepeda...

— No, Cepeda, no. Me lo dices.

Ana suspiró y miró al chico.

— Aitana está embarazada.

Aunque la respuesta de las hermanas de OT no fueron la misma.

Nerea le preguntó lo mismo a Aitana pero la castaña le contestó que no era nada, que tenía dolores de barriga y poco más.

Y minutos después, dejaron a Ana y Aitana solas en el salón del piso mientras que los demás de reunían en un sitio aparte.

— ¿Y bien? – Preguntó Amaia.

— Está embarazada/ Tiene dolores de barriga. – Contestaron a la vez los jóvenes.

Todos se quedaron atónicos ante la respuesta del gallego mayor. Y Amaia fue la primera en abalanzarse al salón.

— ¿Cómo que estás embarazada Sis? – Atacó Roi que estaba detrás de Amaia.

— ¡Ana! –Se quejó Aitana– Bueno, sí, que estoy preñada.

Luis aún no podía creer que fuera real. El bebé que estaba creciendo en su interior era del gilipollas ese de Miguel. Eso parecía un chiste malo en el que él lo pasaba mal.